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Los pasos retumbaban una vez más en la mansión. No era una sorpresa que cada recuerdo sórdido, aterrador y traumático haya ocurrido dentro de esas paredes. Si Louis tenía una palabras para aquel lugar, era tan sólo infierno.

Años atrás dejó de parecer débil, cuando sus amigos murieron uno a uno. Cuando su única esperanza de irse de ahí, era con el cuerpo frío y ser enterrado en alguna fosa a unos cuantos kilómetros de la opulenta casa.

Louis había visto a decenas de niños, niñas, jóvenes ir y venir. Algunos gritos aún se podían escuchar por la mañana cuando el sol no era una señal de esperanza sino lo contrario. Louis dejó un pedazo de su humanidad la tarde en que murió Eva, una de las chicas que llevaba ahí mucho más que él y que cuidó lo suficiente de él para dar su vida a cambio.

El Diamante era un escape efímero.

La piernas bronceada se encaramaban en las cintura de cuarentones despechados o cerdos infieles que no podían tener una erección sin ayuda de fármacos. Era lamentable, pero a Louis no le importaba cuando estaba bajo los efectos del alcohol o alguna droga ocasional.

Particularmente esa noche, cuando se tambaleaba entre los asientos con el moretón del tamaño de una luna en su brazo, Connor lo detuvo. Louis no recuerda con claridad la conversación, pero la atención y el cuidado que recibió esa noche le hizo pensar por primera vez aquella palabra que había olvidado años atrás: esperanza.

Y él cumplió su promesa y lo sacó de ahí.

Cuando Louis conoció a Harry no sintió nada. Le pareció hermoso a simple vista pero su corazón enamorado no le permitió ir más allá a pesar de las insistentes miradas fugaces.

Louis se permitió soñar y fue su error.

Volvió a la mansión. Su infierno personal y del que tendría que salir por sí mismo.

Utilizó su belleza, encanto y elocuencia para engatuzar a quienes serían sus salvadores, pero a quienes no consideraba otra cosa más que peso muerto. Inútiles masas de carne con fetiches retorcidos que tuvo que aguantar hasta que ya no pudo más.

Se convirtió en asesino y no sintió pena por ninguno de ellos. No cuando uno de ellos le obligaba a comer su excremento para excitarse y otro lo obligaba a hablar con bebé para poder follarlo. Eran tan asquerosos que apenas y podían ser considerados humanos. Pero eran estúpidamente ricos, al igual que sus amigos.

Solían realizar reuniones y Louis hizo lo que mejor sabía: engañar. Louis los convenció y obtuvo algo de su fortuna que aún conservó incluso cuando Jason metió sus sucias manos en los restos de huesos que seguro valían millones.

Algo de esa vida de lujos se quedó con Louis. La arrogancia y actitud frívola se volvieron parte de su personalidad. No veía a los asistentes del bar o la mansión como humanos, sino como bolsas de dinero a quienes podría exprimir en algún momento hasta dejarles completamente secos. Obtuvo mucho por años, lo escondió bien, se aseguró de ello.

Vestía ropa muy cara, caminaba como si fuera el dueño del mundo y el resto de mortales no fueran más que cucarachas a quienes usaría para su beneficio, y lo hizo.

Su cuello siempre brillaba. Él mismo lo hacía por cuenta propia.

Sin embargo, con todo el oro que poseía, aún no podía comprar su libertad.

Tatuado en su piel estaba la palabra: esclavo. De manera literal, pero sólo con un símbolo. La organización de Jason era su dueña, una variante en el tatuaje indicaba que él lo poseía. Y como una cadena de oro, Louis se sintió como un objeto que se podía vender al mejor postor.

Al final, el mejor postor fue Harry.

O tal vez no.

El mejor postor nunca existió porque nunca dejarían que se alejara por completo.

Él solo tenía una misión que no podía cumplir. Sabía que si lo hacía, moriría. Y si no, él resultado sería el mismo.

Se quiso convencer de algo diferente, era tan buen mentiroso que se creyó su mentira. Una escapatoria, una luz de esperanza. Aquel sentimiento que no creyó volver a tener, volvió de la mano con la sonrisa de Harry, los cálidos abrazos y la sensación de seguridad que le transmitía cuando le miraba.

Entonces se sintió acorralado, como un ave que es apuntado con armas dentro de su jaula y solo puede mirar al cielo y anhelar. Louis anhelaba tanto.

Los pasos retumbaban una vez más en la mansión. Eran de quienes llevaban a rastras el cuerpo magullado de Louis.

Gold Price |L. S.|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora