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Algunos años después...
NARRADOR
La relación entre Temo y Aris se veía como algo sorprendente a los ojos de otras personas. La mayoría de sus conocidos, exceptuando a sus familias, habían pensado que su noviazgo terminaría en un par de meses.
Algunos decían que sería por las diferencias que había entre ambos; otros pensaban que por la falta de comunicación entre ellos (lo cual era absurdo, por que lo que menos faltaba entre ellos era la comunicación); y un grupo de personas estúpidas pensó que seria culpa de la falta auditiva de Aris lo que marcaria el fin de las cosas.
Todas esas personas estuvieron equivocadas. No digo que su relación fuera todo color de rosa; ambos tuvieron que seguir conociéndose, comunicándose y defendiéndose de todo y de todos. Aprendieron a confiar completamente en el otro.
Temo se superó a sí mismo al aprender lenguaje de señas en un tiempo más corto de lo común. Ahora su manera de hablar era fluida y sin pausas; pareciera como si toda su vida se hubiera comunicado de esa forma.
Y Aris nunca pensó que una persona lo llegaría a amar con la intensidad con la que su novio, ahora esposo, lo hacía. El rizado estaba eternamente agradecido por haber coincidido con Temo y haberse enamorado de él.
En estos momentos podríamos decir que tenían una vida hermosa y estable. Un buen presente y un futuro prometedor.
Vivian en un hermoso departamento, lo suficientemente grande para ambos; tenían una sala, una cocina-comedor, su recamara con baño propio, el baño de visitas, y otra habitación la cual habían adaptado como una oficina para ambos.
En cuanto a trabajos. Aris era maestro de niños de primero a tercero de primaria, en una escuela para sordomudos. A el pelinegro le encantaba pasar su tiempo creando actividades, y recordándoles a todos esos niños lo increíbles que eran, y que sus "incapacidades" no eran un obstáculo para alcanzar todas sus metas, estaban destinados a grandes cosas y nadie iba a poder evitarlas.
En cuanto Temo, él se decidió por estudiar ciencias políticas; era un activista nato. Justo ahora estaba encargado de un centro de ayuda y recreación para niños, adolescentes y adultos. En dicho centro se llegaban a hacer ciertos talleres o clases para apoyar a las familias con hijos, hermanos, o padres con incapacidades auditivas, quinestésicas o visuales. Podían ir a aprender a leer braille, lenguaje de señas, o simplemente pasar el rato con sus seres queridos haciendo actividades. Y los talleres iban a mano con terapias psicológicas individuales, o grupales para todos.
La pareja se encontraba completamente satisfecha con sus trabajos, su hogar y la compañía del otro. El simple hecho de compartir sus vidas los convertía en las personas más felices del universo.
