Armadura dorada

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*Un día como cualquiera dentro del santuario, el castaño estaba limpiando el suelo de la casa durante la espera de su maestro en lo que rodeaba a la armadura dorada en su totalidad para que esta no se viera afectada dentro de su caja de pandora por el polvo y la suciedad dentro de ese marco o como mínimo se mojara con el trapeador, o lo que pudiese pasar primero, así que le era mejor prevenir que lamentar.*

Dohko: creo que todo está bien.

*Con el trapeador colgando de su hombro tomo la cubeta llena de agua para desplazarse al siguiente punto pero nop udo hacerlo cuando sintió un par de pulaciones provenientes de aquella enorme caja de la balanza donde se resguardaba la armadura dorada de ésta.*

Dohko: ¿huh?

*Con un poco de curiosidad se le acercó a ésta para así sonreirle tras poner una mano sobre la mencionada, acariciándola suavemente de arriba a abajo.*

dohko: no te preocupes, todo va a estar bien, seguro no debe tardar en venir.

*Le susurro con suavidad antes de irse separando, sin sentir más pulsaciones de parte de la dichosa casa con una ampliada sonrisa dio la espalda para continuar con la limpieza dentro de la casa durante la espera del adulto quien vençia a hacer una misión especial encomendada por el patriarca y a su vez hablar un poco con la armadura, meditar un poco al mismo tiempo que mejorar sus movimientos de artes marciales de Tai Chi que le habían enseñado a los pocos días de terminar un entrenamiento especial, pero todo siempre en presencia de la armadura dorada que con cuidado estaba pendiente de sus acciones junto al cosmo que iba creciendo temporalmente en su cuerpo conforme fue avanzando el tiempo.*

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