Entrando al santuario

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*A medida que se fueron acercando a la enorme acrópolis que tenían delante suyo, era inevitable que el castaño no pudiese emocionarse de mas viendo como crecía cada vez mas y mas aquella montaña frente a sus ojos.*

Dohko: woaaah!! Es demasiado grande!! ¿En verdad vives aquí?

*El rubio solamente podía asentir con la cabeza durante el camino*

Dohko: woaaaa! Me da mucha curiosidad saber qué pasará por aquí! ¿Cuántos más conoces? ¿Hay muchas personas aquí? ¿Esa última casa de allá es la de tus padres?

*El rubio solo se mantuvo silencioso sin responder a sus preguntas que les daba un poco de incomodidad debido a que el castaño estaba moviéndose de un lado a otro mirando todo lo que no ha podido ver en su sitio de hogar, aparte de que era sencillamente exagerado a su vista, solo podía estar andando en su ritmo propio acercándose a la entrada del sitio mirando la gran escalinata que les tenían delante suyo como si fuese una gran montaña para esos dos niños.*

Dohko: woaah... Es sumamente enorme! ¿Cómo llegaremos a subir?

Shion: subiendo.

*Dijo andando delante del castaño entrando por aquel arco, el castaño solo sintió una gota en su cien.*

Dohko: me refería a..... Olvidalo.

*Le siguió detrás para no perderle el paso.*

Dohko: ¿que son todas esas casas?

Shion: templos.

Dohko: ¿templos?

*Extrañado le fue siguiendo el paso en lo que ladeaba la cabeza levemente.*

Dohko: ¿y cuántos templos hay aquí?

Shion: 12.

Dohko: vaya...

*Mirando los alrededores no parecía haber visto más allá de la fauna y flora que estaba alrededor, era totalmente diferente a lo que estaba viendo en el orfanato, era más espacio del que podía reconocer a simple vista, era como si varias hectáreas de tierras se hubieran unido en una sola y dejarse ver para ellos dos, aunque lo que más le estaba atrayendo era aquella enorme casa bien construida para alguien en específico, el símbolo del carnero en toda la entrada le dejaba un poco de duda junto al ambiente que daba una especie de aura diferente a la que se encontraban en el principio.*

Dohko: y... ¿Qué se supone que se hace en casa casa? Si es para varios a lo mejor es para algo en específico ¿no?

*El rubio asintió con la cabeza deteniéndose un poco en la mitad de la escalinata para mirar la primera casa y luego mirar al castaño.*

Shion: son para caballeros.

Dohko: ¿caballeros?

Shion: si.

Dohko: ah, ¿y para qué necesitan caballeros?

*El menor miró hacia el costado antes de señalar a la estatua que estaba de última, la estatua de una bella mujer sosteniendo un escudo con la mano izquierda y con la derecha sostenía a una pequeña diosa alada.*

Shion: para protegerla.

*El castaño extrañado miró a donde mismo, apenas pudiendo divisar la dichosa estatua a la lejanía.*

Dohko: ¿a la estatua?

Shion: a la diosa.

Dohko: ¿ah?

Shion: debemos protegerla.

*El castaño más extrañado solo miraba como su ajeno continuaba el camino, no estaba nada claro de lo que quería decirle, y dudaba que si le preguntara algo éste le diese una respuesta por lo que infló sus mejillas en un suave bufido para así tratar de seguirle el paso.*

Dohko: hablas muy raro, deberías especificar más..

*Sin más por hacer solo siguieron subiendo por los escalones cuesta arriba mirando como ese primer templo se estaba agrandando cada vez más y más como si no hubiese nada que le detuviese, el carnero en todo el frente le daba mucha inquietud debido a que sentía que le estaba observando, pero como el rubio no estaba para nada asustado porque obviamente estaba familiarizado con ello, y posiblemente con los que estaban a su alrededor, solo mantuvo firme las cosas que había traído consigo para el rubio y ahora estaban divagando por el hogar de éste, solo esperaba que no lo pudiese meter en problemas por regresar sin aviso previo, o de alguna manera ilegal que se pueda existir por esos lares.*

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