⛓️CAPÍTULO 7⛓️

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Había una vez una chica inocente, y pacífica. Una chica que solía ser atormentada cada noche por terribles pesadillas.

Pesadillas que una fría y oscura noche se hicieron realidad... Y de las cuales no pudo escapar.

¿Qué harías si tus pesadillas un día se vuelven realidad?

¿Serías capaz de enfrentarte a ellas, o simplemente te entregarías a la oscuridad que amenaza con atraparte?

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DOLOR. MIEDO. SANGRE. OSCURIDAD.

No soy tan valiente.

Tengo miedo.

«Duele.»

Abro mis ojos de golpe. Mi respiración está agitada, mi piel se encuentra cubierta de sudor y partículas de tierra.

El suelo es duro e incómodo. La oscuridad en ciertas partes del lugar es densa, tal como lo es el aire frío y atemorizante.

La luz es muy escasa, pero aún así logro reconocer dónde me encuentro. Y en cuanto lo hago, el pánico se apodera de mi interior.

Las lágrimas corriendo por mi rostro no cesan. Mi cuerpo dolorido y golpeado está siendo torturado al ser arrastrado por el suelo de esa habitación tétrica y escalofriante que en una ocasión llegué a ver. Nuevamente hay cadenas alrededor de mis manos, ésta vez atadas con más fuerza, provocando que el roce del acero frío contra mi piel y los duros jalones hacia esa compuerta escalofriante dañen mi piel pálida y sensible, haciéndola sangrar con abundancia.

Intento gritar, pero mi voz no parece tener la fuerza suficiente como para salir.

Un esfuerzo más por intentar protegerme de más daño me parece monumental.

No puedo detener lo que sea que esté sucediendo.

«¿Cómo he llegado aquí?... ¿Qué hago aquí? Hace unas pocas horas estaba en mi habitación.»

Otro jalón más me hace soltar un quejido.

El dolor cada vez es más insoportable.

Elevo un poco mi vista algo nublada por la cantidad de lágrimas que abundan sobre mis ojos, y el agotamiento que ya está empezando a pasar factura. Intento enfocar un poco mi vista, y cuando lo logro, el horror se apodera de mi ser.

«¿Qué diablos es eso?»

Dos manos inmensas llenas de pelaje negro, y unas garras tan largas y afiladas del mismo color sobresalen desde debajo de la compuerta llena de huesos; está semi abierta.

Las cadenas me dirigen directo hacia allí.

—No. No. Por favor —digo con la voz atrapada en mi garganta—. Basta.

Pero eso no detiene a lo que sea que intenta hacerme daño. De hecho, parece divertirle, ya que una risa algo macabra resuena por toda la habitación.

—Finalmente estás aquí. Finalmente podré utilizarte. No sabes cuánto he esperado éste momento, querida Jade — dice una voz bastante terrorífica que roza con lo bestial.

LUCIEN ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora