Se sentaron en una banca no tan alejada de un foco de luz en un parque cercano. Era una zona un poco transitada y quizás no el mejor lugar para que un chico con traje de lentejuelas y una chica con ropa Burberry escogiesen para sentarse, pero seguir caminando implicaría llegar al Times Square, donde el bullicio los perdería a los dos.
Además, era bueno desligarse un poco de todo el escándalo de Noche Vieja. A veces uno puede llegar a sentirse angustiado entre tanto festejo.
―¿Te acuerdas de aquella vez que fuimos a patinar y el hielo se rompió debajo de mí? ―preguntó Anna con la vista fija en una fuente apagada.
Harry, sin embargo, la estaba viendo a ella.
―Sí―respondió con la voz ronca. Nunca había estado tan asustado como aquel día.
―El doctor dijo que un minuto más bajo el agua y habría muerto.
Todavía, algunas noches especialmente agonizantes, Harry revive el horror de ese día.
―Ni siquiera lo pensaste―continuó Anna, esta vez viéndolo―. Solo te arrojaste a sacarme.
―¿Qué otra cosa pude haber hecho?
―Salvaste mi vida.
―Tú me salvaste la vida a mí, prácticamente todos los días. ¿Recuerdas cuando ese camión casi me atropella y tú me quitaste del medio? Estuvo a punto de darte a ti. Lo recuerdo bien.
Ella repitió sus palabras―. ¿Qué otra cosa pude haber hecho?
Las palabras se asentaron alrededor con un silencio sepulcral. Después ella preguntó:
―¿Alguna vez creíste que seríamos estas personas?
―¿Exitosos, trabajando en lo que siempre soñamos? ―adivinó con diversión Harry, pero algo le decía que ya el tiempo ligero había pasado. Con la oscuridad de la noche, ciertos temas de conversación empiezan a aflojar.
―Desconocidos frente al otro.
Aquello dolió.
―No creo que seamos desconocidos―respondió―. No podríamos.
―No lo sé, Harry, ha pasado mucho tiempo.
―Habría que ponerlos al día.
―¿Eso te gustaría?
―Por Dios, Anna, no he hecho otra cosa más que monitorearte los pasos estos últimos diez años. ¿Crees que de verdad iba a alejarme de ti? ¿Qué no iba a asegurarme de que estuvieras bien? Sé que lo hice de la peor manera, pero intenté regresar a ti, buscarte, pero entonces tú te habías ido.
―Un día estabas conmigo y al siguiente estabas con todos los demás―bajó la vista―. Fui egoísta, también. No quise aprender a manejarlo. Lo siento mucho.
No eran malos. Eran jóvenes. Demasiado jóvenes para encargarse siquiera de las consecuencias de sus propias acciones.
Pero diez años después Harry ama a Anna como Anna ama a Harry. Y hay ciertas cosas que no pueden ignorarse una vez se han establecido para siempre.
―No me gustaría perderte otra vez―Harry confesó las palabras que se había muerto por decir desde aquel día al lado de su casa.
―Te he echado de menos―respondió ella a su vez. Y se miraron por el tiempo más largo.
―Diez años después y esos ojazos tuyos todavía me vuelven loco―suspiró Harry apartando su mirada y sacudiendo la cabeza.
Apoyó sus codos en las rodillas y ocultó su cara en sus manos.
Ella le dio su tiempo, pero cuando sintió una mano en su espalda, casi se desarmó por completo. Era Anna, su Anna, otra vez, ahí. Y era verdad: en diez años muchas cosas han pasado, pero el poder reencontrarse con ella con la misma fascinación con que se piensa en un viejo recuerdo de la niñez hizo que el corazón de Harry latiera con demasiada prisa. Es el comienzo.
Y aun así le costaba abrir los ojos.
―Harry―pronunció su nombre con tanta suavidad que le pareció oírlo como una plegaria―. No puedes conseguir lo que quieres si no abres los ojos.
Harry lo reconoció. Era una frase que Robin solía decirle todo el tiempo cuando lo veía frustrado o nervioso, previo a un inminente ataque de pánico. Dios sabe cuántas veces se ha repetido él mismo esa frase desde que ya no está con él y por eso casi se puso a llorar ahí mismo, ante la realización de todo lo que esta chica realmente. Solo alguien muy cercano a su familia podría saberlo, en las revistas nunca publicarían algo así. Eso era algo que solo le pertenecía a él como esencia y a las personas que lo componen como un todo.
Porque todo lo demás es genial. Pero Anna...Anna es increíble.
Él se enderezó y puso (por fin) la mano en su mejilla.
―Obsérvame.
Y entonces la besó.
Justo después, se inició el Año Nuevo y ambos sonrieron, porque sabían que sería mejor.
Fin.
Feliz año 2021.
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Un Cuento de Navidad [HS]
Hayran KurguFeliz Navidad, o lo que sea que eso signifique.