A ratos, tú.

Latidos rotos.

Reconstruías mis miradas para después destruirlas.

¿En qué momento pasé de ser polvo de estrellas

a estar hecha polvo por la tiza de tus rayos?

Deseaba que tus vacíos me completaran.

Habías quebrantado mis latidos

y en mis noches sin tus lunas dibujaba tus arpegios.

No latía por ti, latía para ti.

En cada huella de litio marcabas mis pasos

y en cada catéter tus huellas eran mi camino.

Tus suspiros desenredaban los hilos de mi voz rota.

No fueron tus latidos por minuto,

fueron tus pestañeos por segundos los que dilataron mis pupilas.

Pasaste de robarme el aliento a robarme la vida.

¿Cómo podías ser mi catarsis

sí en cada soplo al corazón me detuviste el miocardio?

Más que el latido, me rompiste la vida.

Y ya que paraste mi mudo

debiste de parar todo lo que sentía.

Ya no quería latir para ti.