A ratos, tú.

Vida mía.

Vida mía, te quería a ti y a todas tus facetas,
a tus medias lunas y a tus lunares sin descubrir,
a tus 365 días y tus polos jugando a que éramos opuestos.

Si dejé que tus corazonadas marcaran nuestros meridianos
fue para acabar en cualquier ángulo que me llevase a tus labios
o a tus paralelos con rumbo a tus estrellas.

Vida mía, hasta el tiempo iba a destiempo si se trataba de nosotros,
el vacío que dejaste en mi fue tan inmenso como el de allá fuera,
seguí la latitud de tus latidos rotos para ver si me hallaba.

Dejaste que caminara hacia tus coordenadas sin fin
y no me importó el grado en el que tus besos estuviesen
o si tus abrazos rotos eran el orden de mi caos.

Vida mía, de Norte a Sur conocía tus polos
y de Este a Oeste lo que dejamos en Pangea,
quizás en otra vida, otra época, otro siglo, fuimos, vida mía.

Ecuador, Capricornio o Greenwich,
dime a dónde querías ir,
mis pies se inclinaban para tocar el eje de tus órbitas.

Vida mía, intentaba decirte que temía de lo que me hacías dudar,
de ti, pero más de la oscuridad sin el brillo de tu cielo,
le diste vida a cada segundo, a cada suspiro y a cada dolor.

No temía a las noches de desvelo,
temía a los desvelos sin ti en cada noche,
estas ojeras te proclamaban tanto que eras su creador.

Vida mía, aquellos trazos en tu espalda
fueron las líneas de Fuego que nadie supo que existieron,
fuimos al final de todo, crimen en cada suspiro de anhelo.