¿Podríamos considerarnos siquiera amigos?
Me buscabas cada que te acordabas o cada que lo necesitabas. Quería que me llamaras cada que miraras al cielo, no cada que el cielo se te derrumbaba.
Éramos más de lo que todos sabían, fuimos más de lo que aparentamos, solíamos ser entre paredes para luego pasar de largo entre calles. Vida mía, contigo todo era así y no lo soportaba.
Tenía tu nombre tatuado entre llamas y aun así te atrevías a preguntar si había alguien más.
Tan sencillo como decir que conocía tus gustos y tú ni sabías cuál era mi color favorito.
Acertamos más en olvidarnos que en recordarnos.
Estudié los decibeles de tus latidos, los matices de tus mejillas y el aire de tus suspiros, sin embargo, no pude concentrarme en otra cosa que no fuesen tus labios rotos.
Los amigos no se quieren de la manera en la que nosotros lo hacíamos, ni buscaban lugares a solas para por fin ser.
Hicimos todo mal, maldita sea, debiste de frenarnos.
Sangraba, y cuando dejé de sentir mariposas, comencé a sentir las puñaladas del veneno de tus labios, nunca se daña lo que se quiere.
Que fácil fue amarte, que difícil fue odiarte y peor aún soltarte.
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A ratos, tú.
PoetryNo es que se me hayan cruzado los cables, es que te me has cruzado tú.