Llámame cielo y yo te nombraré mío,
que hace lunas que no puedo ver las estrellas
sin confundir el cielo con aquellos ojos tuyos.
Te cuento que quise ganarte el cielo
para que pudieras brillar.Te di mi vida en días de Venus
y te concedí Europa, Calisto, Ío y Ganimedes
porque una Luna no te bastaba.
No importaba si no era tu mundo,
tú ya eras el universo que quería versar.
Estuve cerca de Orión y de tu noveno astro,
en tus ocho planetas y en tus siete días,
en tu sexto sentido y en tu quinto vuelo.
Eras el canto de mis aves
y el cielo de mis estrellas, vida mía.
Luché como Perseo por un poco de tu Capella
porque eras la Paloma de mis vuelos
y yo el Pintor dibujando tus alas rotas.
Y es que al final, cada estrella en el universo
me recordaría a tu piel llena de lunares.
Reté a Andrómeda, Casiopea y Cefeo
por un poco de sueño en tus cometas,
no eras un meteoro, eras mi oro.
Eras aquel beso que quedó en verso
por chocar en la cintura de tus asteroides y no en tus prosas.
Qué sabrán las constelaciones de estrellas, si nunca nos vieron;
qué sabrá la eternidad, si nunca conoció nuestras miradas;
qué sabrá la relatividad si nunca sintió tus besos a la luz de tu vacío.
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A ratos, tú.
PuisiNo es que se me hayan cruzado los cables, es que te me has cruzado tú.