Me pregunté muchas noches por qué al verte no podía parar de imaginarnos. A la única respuesta a la que llegué fue que tú eras mi respuesta para mucho, aunque para ti quedara al final de todo.
Me di cuenta de que te quería más de lo que me atrevía a decir y no sólo me gustabas, lo que sentía por ti era algo aún más fuerte.
Cometí muchos errores, pero arriesgarme contigo nunca podría llamarse fallo.
Lo nuestro, vida mía, no fue amor a primera vista, fue amor a primera noche y te lo vuelvo a repetir porque hay cosas que jamás entenderás.
Fue tan grande la dicha para mí el que te hubieses colado a mi vida que hubiese vuelto a robarte el beso de esa noche con tal de ver tu sonrisa todos los días y en mis noches de insomnio. Necesitaba la calma de tus suspiros.
Me costó tanto guárdame todo, pero lo hacía porque mi miedo a perderte era aún más grande.
Me enamoré de ti en el momento en que menos te quería querer y aun así seguía creyendo que te amaba porque decías quererme sin querer.
Me gustabas tanto como para jugarme la vida por ti, aunque tú jugaras con mi vida.
La cagué demasiado y te prometí que lo seguiría haciendo, pero también te prometí que nos estudiaría mil veces para que nos resolviéramos.
Me gustabas tú, aunque me dañaras, porque yo sí me enamoré de tus heridas y tú te enamoraste de herirme.
Me gustaba la forma en la que sonreías, como me mirabas y sobre todo como eras. Aunque todo de tu parte era a ratos, yo te seguí queriendo todos los malditos ratos.
Confieso que me gustabas tú y todo lo que fuimos, amé tus dramas porque significaban una excusa para abrazarte un poco más y no soltarte. Jamás quise soltarte.
Supe que todo estaba mal cuando me tomaste de la mano y con las miradas entrelazadas al igual que nuestros dedos preguntaste: ¿Qué somos? Joder, nunca supe que contestarte, me dejaste sin palabras y sin aliento, hoy te escribo que contigo quería ser todo lo que alcanzara.
Quería ser la razón de tus sonrisas, el primer pensamiento por la mañana, anhelaba ser la razón de tu todo al igual que tú eras la razón de mi todo, deseaba ser todo lo que fui en una versión que nunca llegaste a ver. Quería dar todo lo que me quedaba con tal de que te quedaras un poco más, sólo un poco más.
Mi respuesta, sin embargo, fue decirte algo que no sabía, porque sólo sabía lo que yo quería ser para ti.
Y supongo que mucho murió ahí, entre nuestras manos, sin que me atreviera a retractar mis palabras. Continuamos sin que quedara nada, pero yo ya no podía fingir ser tu amiga sintiendo algo más de lo establecido en una amistad, no quería ser tu amiga sabiendo que moría por tomarte de la mano y mirarte a los ojos. No quería conformarme, no quería, pero tampoco quería verte marchar.
Quería intentarlo de nuevo, sí si era contigo, aunque no creía en segundas oportunidades creía en ti y en el brillo de tus ojos y eso es lo único que necesitaba.
Lo peor de todo esto, es que has leído esta carta y no te importó, fue una simple carta más para ti, fue una del montón, quizás como yo lo fui.
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A ratos, tú.
PoesiaNo es que se me hayan cruzado los cables, es que te me has cruzado tú.