No te culpé por no quedarte, te culpé por marcharte así.
Seremos dos desconocidos que se conocerán
por haber tocado cada tejido de nuestra piel
y el hilo de cada voz rota por quebrarnos entre agujas.
En cada hebra tus hilos me enredaban.
Toqué tu piel y ojalá hubiese llegado al alma,
porque me rompí los huesos
intentando alcanzar tus sueños.
Tus noches eran la vida de mis días.
Cuando ya no vi tus agujas, tu maldito tiempo me picó.
Habías descosido los bordes de mis latidos,
pero mis hilos aún me unían a tus telarañas.
¿Quién coserá todo lo que descosiste cuando jugabas con las agujas del tiempo?
Si no pude sostener mi vida
fue porque contigo dentro fue difícil soportar este corazón,
ni todas las telarañas hubiesen mantenido tus pestañas.
Quién diría que cada caricia tuya quemaría mi piel.
Debiste de cortar aquel hilo que me unía a ti
y que me asfixiaba cada que me enredaba contigo.
Fuiste la lección que creí aprendida y que sin embargo jamás lo había entendido.
Estaba bien sin ti, aunque creí que estaría mejor contigo.
ESTÁS LEYENDO
A ratos, tú.
PoesíaNo es que se me hayan cruzado los cables, es que te me has cruzado tú.