Chachachá.

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Te di más tiempo de lo que mi vida me permitiría, empeñé mi reloj por un poco de tus horas, ahora dudo de qué tan cuerda fui o de cuántos tornillos perdí durante mi búsqueda por el oro de tus ojos que me dejaron en quiebra.

Debiste de apretar mi mano para evitar que me perdiera antes de encontrarte, me desorbitaste y te pedí al caer ante tan magnífico cielo que no permitieras que me estrellara en tu olvido.
No debías de alejarte porque el brillo en tus iris era el color de mis arcos, si te ibas no existirían matices en tus pómulos o peor aún, en tus roces. Si te apagabas no habría luz con la cual seguirte y yo, quería seguirte, aunque no tuvieras rumbo, futuro, principio ni fin.

''Araña mis miedos, pero no arañes una vida que vive por ti''. Te rogué en cada mirada.

Chachachá, eras tú o nadie, chachachá.

Quería mil cosas contigo y mil vidas si se podía, así que debiste de permitir que tomara tus miedos y que bailásemos al compás de nuestra primera cita mientras nos besábamos como la primera vez y nos olvidásemos del viento que soplaba nuestro tiempo con horas marcadas.
Éramos heridas que cuando se encontraron se olvidaron de los puntos y comenzamos a abrirnos más en nombre del amor, viste sangrar todas mis dolores y yo evitaba que mis daños te dañaran.

Nunca digas nunca, sin embargo, nunca nada es para siempre.

Chachachá, nunca quise dejarte ir, chachachá.

A ratos, tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora