Tus siete suspiros.

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No fue París o Londres,

fue el Big Ben que nos quitó el tiempo

cuando Eiffel nos quería enamorar.


Cómo no amar las rosas de tus jardines de Babilonia

sí en tus labios conocía a Babel.


En la Gran Pirámide de Guiza o en Chichen Itzá

te vería como la octava maravilla

porque en hindi eras la corona de mis palacios.


Eras mi vida entera, pero me convertiste en nada

y al igual que el olvido, yo intentaba recordar qué fuimos.


En América o en Asia,

mis huellas no las borraría ni Malasia

porque llegamos en cada pisada más allá de Croacia.


En el Mausoleo de Halicamaso o en el Coliseo Romano

tus guerras me mataron sin avisar.


Sobre el faro de Alejandría

tus murallas jamás existirían

y la frontera de tu entrecejo jamás nos separarían.


En el templo de Artemisa o en la Ciudad de Petra,

era devota a ti y a tu fe.


No eras la Estatua de Cristo Redentor, la de Helios o la de Zeus

pero fuiste tallado por mis cinceles.

Aunque siempre nos separarían tus montañas.


Más que siete maravillas,

eras mis siete vidas que te regalé.

A ratos, tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora