Capitulo 44

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     "Y ahora me estoy riendo entre lágrimas
Estoy llorando por mi miedo.
Pero cariño, su tuviera que elegir
La broma eres tú"


Una vez terminada de vestir las hadas la dejaron unos minutos sola para que se preparara, terminó de esconder las cosas que Nate le había dado y toco la puerta de la habitación.

—Estoy lista.

Murmuro esperando a que le abrieran, al cabo de unos segundos las hadas le abrieron y colocaron las cadenas en sus muñecas. Tiraron de ella hasta la corte, Martina sonrió ligeramente, esto hacía su plan mucho más fácil.
Al entrar a la corte dio una rápido mirada a las personas que estaban ahí, y la vio, por primera vez luego de haber sabido de su existencia estaba viendo a la mujer que pretendía matarla, y a la cual debía matar y morir con ella, Amanda le sonrió, una sonrisa que provocó escalofríos en Martina, jamás había visto una sonrisa tan espeluznante y horrenda, sus dientes eran puntiagudos y estaban podridos, era algo horrible de ver, y su boca era tan grande que sus comisuras casi llegaban a sus pómulos cuando sonreía.
Martina desvió la mirada al escuchar la voz de la reina.

—Mi pequeña sobrina, espero no estés muy adolorida como para bailar.

Escucho las risas de los integrantes de la corte, miro hacia abajo y sintió como las hadas tiraban de ella al centro de la corte, justo frente a la reina y muy cerca de la salida. Todo podía parecer muy fácil, pero sabía que tener que escaparse de los guardias sería una tarea difícil, pero estaba confiada, confiaba que saldría libre de ahí y luego volvería a arrancarles la cabeza uno por uno.

—Yo quiero colgarla. –Escucho la voz de Nate mientras esté se acercaba a ella sonriendo con malicia, instintivamente retrocedió para hacer más creíble la actuación que ambos estaban haciendo. Escucho la risa de Kat y sintió la rabia pasar por cada centímetro de su cuerpo, ella sería a la primera a la que mataría cuando tuviera la oportunidad. Nate enganchó las cadenas sobre algo que estaba arriba de la cabeza de Martina.

Cuando se alejó de ella la música comenzó a sonar y Martina comenzó a bailar de manera lenta simulando que su cuerpo dolía, vio como los guardias de la corte se pasaban una botella de algún líquido alcohólico. La rubia tenía tantas ganas de reír por lo fácil que le harían las cosas, pero se contuvo y siguió con su teatro, la música continuó unos 20 minutos más, pero cuando terminó escucho como otra que conocía comenzó a sonar, sonrió para sus adentros al escuchar la melodía, era la canción perfecta para ese momento. "Joke's on you"


Movió su cuerpo despacio al compás de la música sintiéndose cada vez mejor y sintiéndose cada vez con más energía, escucho a los de la corte reír a causa de su embriaguez y ella dirigió su mirada a Nate, este le sonreía y asentía con la cabeza mirando las cadenas que la sostenían, ella lo entendió y recordó lo que habían hablado momentos antes en la habitación.

—Te enviarán a bailar como la vez pasada, solo que ahora yo voy a ocuparme de la gente de la corte y de encadenarte.

—¿Cómo te ocuparas de ellos, Nate?

—En la corte beben demasiado cuando hay espectáculos, me ocuparé de que esta vez el efecto del alcohol sea más rápido y más fuerte.–Le murmuró mientras se acostaba en la cama a su lado– Una vez que ellos estén ebrios tú deberas tirar de la cadena para soltarla, tienes fuerza en los brazos así que será fácil.

—¿Podre quitarme las cadenas verdad?

—Sí, pero todo a su tiempo.–Se sento en la cama y miro a su amiga– Cuando golpee la pared necesito que grites. –Martina asintió y al ver que Nate golpeaba la pared soltó un grito.

Como en ese recuerdo ella hizo lo que su amigo le pidió y levanto sus brazos para soltar la cadena de donde estaba agarrada, esta cayo al suelo y Martina soltó una risa, la canción aún sonaba por lo que hacía toda la situación más interesante, vio a unos guardias levantarse mientras se tambaleaban y movió las cadenas para golpearlos provocando que estos cayeran al suelo y golpeando su cabeza, hizo lo mismo con los demás que se acercaron y recordó las palabras de su amigo.

—Primero deberás derrotar a los guardias, supongo que será algo fácil para ti. Luego vendré yo, a mi deberás tirarme contra la reina, mi madre no te hará nada porque no le conviene lastimarte.

Respecto a los guardias él tenía razón, pero se equivocó al creer que él vendría después. Kat se acercó a ella muy enojada, se le notaba por la vena de su frente que sobresalía. Intento golpearla pero Martina fue más rápida y se corrió golpeándola con las cadenas en las piernas, Kat cayó y en esos segundos de ventaja Martina se quitó las cadenas de las muñecas. Cuando Kat volvió a levantarse ambas comenzaron a golpearse la una a la otra, Martina recordó que llevaba armas encima y saco un pequeño cuchillo, este lo clavó en el muslo de su ex-amiga para inmovilizarla, pero sin lastimarla gravemente, no la mataría aún. La perra debería esperar para la hora de su muerte.
Cuando Kat cayó al suelo Martina la empuejo hacia donde estaba la reina. Nate se acercó a ella, pero ninguno de los dos tuvo que hacer mucho más que fingir golpearse y darse algunos golpes verdaderos para hacer todo más creíble. Luego empujó a Nate provocando que este cayera sobre Kat, comenzó a reír mientras corría a la salida y ahí recordó lo último que le dijo su amigo.

—Luego de vencerme correrás a la salida, y atacaras todo lo que se te ponga enfrente. Martina no importa quién carajo sea, deberás atacar y salvarte, porque nadie tiene que importarte en ese momento, nadie que no seas tú.

Jamás me ha importando nadie que no fuera yo, Nathaniel.

Nathaniel le sonrió y beso su frente antes de salir de la habitación.

Martina corrió hasta la salida de la corte con su cuchillo en mano, golpeando cada planta que intentaba atacarla, cuando logró salir de la corte siguió corriendo hacia el instituto. Estaba cansada y adolorida por los golpes que había sufrido mientras intentaba escapar, pero nada de eso le importo, necesitaba volver a su hogar costará lo que costará.

Corrió hasta llegar a la puerta del instituto, al hacerlo entro y camino cojeando hacia el centro, ahí estaban todos. Bruno al verla corrió a abrazarla y Martina se aferró a él con fuerza mientras sentía sus piernas debilitarse.

—No me sueltes.–Le murmuro antes de caer desmayada sobre los brazos de su amado.

El ángel de las plumas doradas (Cazadores de Sombras)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora