Capítulo 39

50 8 1
                                    

Oscuridad era lo único que había a su alrededor, podía sentir, podía escuchar, podia hablar, pero no podía ver, todo estaba oscuro pero no le importó, ella se decía a sí misma que se lo había buscado, podría haberse calmado y escuchado las explicaciones de su novio, pero no lo hizo. Simplemente se fue dejando el problema detrás de ella, esperando resolverlo en otro momento y así fue como acabo acá, en una celda demasiado pequeña para su gusto, con un suelo extraño debajo de ella, parecía tierra, olía a tierra. Todo el lugar olía a tierra pero no sólo a eso, había flores a su alrededor. Demasiadas. Lo sabía porque ella solía ir al invernadero del instituto y ahí habían varias flores, es increíble como en 17 años de subir y explorar ese invernadero ya tenía muchos conocimientos de botánica, "Debería haber sido florista en vez de cazadora de sombras, eso hubiera sido mejor" pensó mientras sentía un aroma bastante conocido, solo que no sabía de dónde. Ella había estado ahí antes, hace mucho tiempo, se había presentado frente a esa mujer tan despiadada, pero tan bella. Siempre le había encontrado una belleza inigualable, pero claro, es parte del encanto que tienen todos los de su clase.
Sus pensamientos fueron interrumpidos por la voz de esa mujer, Martina se acomodó en la celda para poder apoyar su espalda en los barrotes, tenía que moverse constantemente para que su cuerpo no doliera aunque eso era un poco imposible ya que estaba en una maldita celda.
—Que alegría me provoca tener a mi bella sobrina aquí. Puedo llamarte sobrina, ¿Verdad? –Murmuro con una sonrisa mientras se acercaba a la celda de la rubia–
—Depende, ¿Te casaste con mi tío antes de que muriera o solo tuviste un hijo con él? Por cierto, ¿Cómo está Ash? Me encantaría verlo. –Llevo sus manos a sus ojos sintiendo la venda que cubría estos– Lastima que tengo esto aquí.
—Tuvimos que ponértelo para que no vieras el camino por el que te trajimos o quien te trajo. Saquenla de la celda.–Le ordeno a dos hombres que estaban junto a ella, ellos abrieron la celda y agarraron de ambos brazos a la rubia tirandola fuera de la celda, luego la reina le quitó la venda que cubría sus ojos. Martina tardó unos segundos en abrir sus ojos ya que al estar tanto tiempo con la venda debía acostumbrarse a la luz otra vez, eso la había hecho pensar ¿Cuánto tiempo habia estado secuestrada? Sabia que habia quedado inconsciente y despertado horas más tarde ya que al despertar ya estaba en la celda. Pero, aún no sabia cuánto tiempo había pasado, miro su mano notando que esta ya no sangraba donde se había cortado, pero no había cicatrizado.– ¿Qué te pasó ahí? –Pregunto mientras caminaba a su trono haciéndole una seña para que la rubia la siguiera, esta tardó unos segundos pero se levantó y camino hasta ella.
—Me corte. –Respondio seca, no quería hablar del porqué lo había hecho porque se sentía estupida y dolida por todo lo que había pasado.
—Te cortaste sobre la runa que compartes con tu novio, cuéntame que pasó.
—Exnovio –Le corrigió no muy segura de lo que decía.– Lo encontré con otra persona. –Mordio su labio inferior intentando evitar que las lágrimas cayeran por sus mejillas, alguien le había dicho una vez que jamás debía mostrarse débil frente a sus enemigos, y ella entraba en ese grupo.
—Pequeña –Murmuro tomando las manos de la rubia y haciendo que se sentara en el escalón del trono.– Puedes llorar si quieres, después de todo eres familia.
La rubia negó viendo a la reina, sabia que eso no era muy buena idea ya que ella solía enojarse cuando alguien la rechazaba o rechazaba algo de ella, pero en ese momento no quería mostrarse débil, no debía haberlo y menos frente a la mujer que la había secuestrado.
—¿Para qué me trajo aquí, su majestad? No creo que haya sido para reforzar los lazos de familia. –Escucho a la reina reír mientras negaba levemente.
—Claro que no, mi pequeña. Estas aquí porque eres una parte de un trato que hice con Amanda, estoy segura de que la conoces. –Sonrío mostrando los dientes, eso hizo que Martina sintiera un escalofrío por todo su cuerpo.– Ella vino aquí por información y yo quería que me trajera a esta pequeña rubia a cambio de mi ayuda.
—¿Por qué? ¿Para qué me necesita aquí?
—Porque eres una excelente bailarina, muy bella y porque necesitaba una distracción para mi corte.
La rubia la miro confundida por lo que acababa de contarle, iba a decir algo cuando vio a la reina hacer una seña con sus dedos, sintió dos manos tomándola de sus brazos para levantarla y llevarla a otro lugar, intento zafarse del agarre pero sintió como otras dos personas la agarraban, como si fuera algo gracioso río ya que acababa de entender porque lo habían hecho. Sabían que ella no era débil, y que no importa que tan grande fuera el que la agarrara siempre necesitarían más personas. La adentraron en una habitación, los hombre se retiraron cerrando la puerta con llave y una hada se acercó a ella para comenzar a desvestirla, en ese momento ella miro su ropa, toda estaba llena de tierra. Cuando la hada la desvistio tomo de su brazo para llevarla a un ¿Baño? Si, eso parecía, sintió como la metían a un lugar con agua caliente, por una parte se relajó ya que en esa especie de baño solo estaban la chica hada y ella. Luego de unos minutos el hada la sacó del agua y la cubrió con una toalla secandola, Martina le sacó la toalla y comenzó a secarse ella ya que le incomodaba que esa hada la tocara, al terminar la vistió con ropa interior de encaje negra, no entendía porqué, pero no le quedaba mal. Es más se veía bastante linda con eso puesto, vio al hada acercarse con una tela de color rosa claro, pero transparente y ponerla al rededor de la cintura de la rubia, transformando esa tela en una pollera transparente que dejaba notar sus piernas y la parte de abajo de su ropa interior, que por suerte era más como un short que como una tanga.
Una vez vestida la hada le dijo que se quedara en la habitación y practicara, Martina no entendía a que se había referido con eso, iba a preguntar pero vio a la chica irse por la puerta de la habitación y cerrar esta con llave.

Y se quedó sola, en una habitación sin ventanas y con la puerta trabada, claramente el destino la estaba odiando ese día.

El ángel de las plumas doradas (Cazadores de Sombras)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora