Capitulo 41

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Dolor. Eso era lo que él estaba sintiendo. El joven estaba en su habitación intentando contactarse de alguna manera con su novia cuando empezó a sentirlo, ese dolor en su espalda, al principio era leve y casi no se sentía, pero con los segundos se volvía más fuerte y constante, soltó un grito mientras se retorcía en su cama a los segundos vio la puerta de su habitación abrirse y de esta entrar un platinado con cara de preocupación, se acercó a la cama de su amigo haciendo que este se quitara la camiseta que traía, su piel estaba intacta, no había marcas pero había un horrible dolor. El platinado se levantó corriendo para ir a la habitación de Will, golpeó la puerta y se encontró con un André bastante enojado.
—Nícolas, en este momento estamos algo ocupados, ¿Podrías regresar... nunca? ¿Sí? Gracias.–El brujo iba a cerrar la puerta, pero Nick puso su mano en esta impidiendo que lo hiciera.
—Bruno está sintiendo mucho dolor, cree que es algo que le están haciendo a Martina.
Vio al pelirrojo levantarse rápidamente de su cama para correr hacia la habitación de su cuñado, al entrar podía ver a este retorciéndose de dolor, se acercó a su cama tomando a Bruno por los hombros.
—¿Qué le están haciendo? –Al no recibir respuesta volvió a hablar, pero esta vez en un tono más fuerte– ¡¿Qué mierda le están haciendo, Carstairs?!
El brujo se acercó a su novio para separarlo del castaño, Will no había notado cuando este había entrado, vio al brujo acercarse a Bruno y pasar su mano por su espalda, pero sin tocarlo, luego vio que el joven dejaba de moverse y se separó de la cama.
—La estaban golpeando... eran como... latigazos.–Dijo el castaño entre jadeos mientras intentaba levantarse de la cama, Nick notó su acción y fue corriendo a ayudarlo.– Creo que se desmayó del dolor.–Will comenzó a pasar su mano sobre su cabello en un gesto nervioso, Bruno lo notó y soltó un leve suspiro.– Lo siento mucho, Will, sé que esto es...
—¿Tu culpa? Claro que lo es, si no hubieras besado a Kat ella estaría aquí con nosotros.–Lo interrumpió Will.
—Ya les expliqué que yo no la besé.
—Pero no la detuviste a que se sentara sobre ti y a que te besara, ¿O lo hiciste?–El castaño negó.– Si sientes algún otro dolor ve a mi habitación a avisarme, me gustaría saber que le están haciendo a mi hermana.
Sin más Will se retiró de la habitación de Bruno para dirigirse a la suya, se encerró en esta dando un portazo que resonó en todo el pasillo.
—No te lo tomes personal, Carstairs, primero sus padres desaparecen y ahora su hermana, necesita tiempo para asimilar todo.–Murmuro el francés mientras caminaba a la puerta de la habitación para salir se esta, la voz del platinado lo freno.
—Eso es lo malo, ya no tenemos tiempo para asimilar nada.



Sus ojos se abrieron despacio, sentía su cuerpo adolorido, paso sus manos por el espacio en el que estaba recostada y se dio cuenta que era una cama, bastante cómoda aunque no tanto como la suya. Supo que estaba en la habitación de la que había salido hace unos minutos o horas, no lo sabía. Solo sabía que se había desmayado y alguien la había acostado en la cama.
Dirigió su mirada al borde de la cama y vio unos ojos mirarla, se alarmó sentándose en la cama rápidamente, esa acción había provocado que todo su cuerpo doliera pero no le importaba quería alejarse lo más posible del joven frente a ella, este levanto sus manos en una seña de que se quedara quieta y luego murmuró.
—Tranquila, no vine aquí a hacerte daño.
—Eso no es cierto, tú... tú... tú ya me hiciste daño y...–Sintió su estómago revolverse y el joven frente a ella corrió al baño a buscar un cesto vacío, se lo acercó y la rubia vomitó dentro de éste, se sentía asqueada. El castaño también le acercó una toalla para que pudiera limpiarse la boca, Martina la tomó algo desconfiada y se limpió dejando el cesto en el suelo junto a la cama, miro su cuerpo y noto que estaba cambiada sintió su respiración acelerarse y miro al joven frente a ella negar.
—Una de las hadas te cambio, te prometo que no vi ni te hice nada.
—¿Y debo creerte? Intentaste violarla una vez, Nathaniel, no me sorprendería que lo hagas cuando esté inconsciente.–Vio a Nate suspirar mientras negaba, pudo notar como sus ojos se cristalizaban. ¿Acaso estaba por llorar?
—Yo no quería hacerlo, Martina, te juro que jamás te haría daño y lo que hice tiene una explicación.
—¿Tenes una explicación para haber intentado violarme? ¿De verdad, Nathaniel?–Vio al castaño asentir– Dila entonces, espero tu genial explicación.
—Antes que nada quiero que sepas que mi madre me obligó a no decirte esto en el momento que debí hacerlo. Tú y yo nos conocemos desde hace mucho tiempo, más del que recuerdas.–Nathaniel sonrió con algo de nostalgia al recordar lo que estaba por decirle– Cuando teníamos siete años, yo entre al instituto, era rubio en ese momento, rubio como tú. Entre con el nombre Nathaniel, pero con otro apellido, mi madre me había dicho que debía cambiarlo en ese momento por las dudas, para protegerme. –Suspiro levemente mientras comenzaba a jugar con sus dedos como gesto nervioso– En ese entonces tú y yo nos hicimos muy buenos amigos, estamos casi todo el tiempo juntos, yo te consideraba mi mejor amiga. –Río bajo aún jugando con sus dedos, Martina llevo sus manos a las de él inconscientemente para que dejara de hacerlo, no sabia porque lo hacía.– Pasamos todo un año juntos, jugando y divirtiendonos en el instituto, pero mi madre decidió sacarme de ahí, dijo que ya había descubierto lo suficiente. Yo no lo entendía en ese momento, solo entendía que me habían separado de los primeros amigos que habia tenido en la vida y que me habían separado de una hermosa rubia a la que consideraba mi hermana.
La respiración de Martina se había acelerado, ella siempre había visto a Nathaniel con cierta nostalgia porque sabía que le recordaba a alguien, pero jamás creyó que sería a ese pequeño rubio con el que había jugado a ser los mejores cazadores de la historia, ese rubio con el que había corrido por toda la biblioteca para esconderse mientras Lara contaba. Negó intentando no creerle a ese Nathaniel, él no podía ser ese niño, él no podía ser su Nathaniel.
—Mientes, es imposible que seas él. Mi Nathaniel era amable, era buena persona y tu eres un monstruo, eres un puto monstruo. –Se levantó rápido de la cama queriendo alejarse de él, corrió a la puerta de la habitación golpeando esta para que alguien viniera a sacarla. Auxilió, gritó unas tres veces, pero nadie vino. Sintio las lágrimas comenzar a caer por sus mejillas y se dejo llorar, después de días conteniendo ese maldito llanto lo dejo salir mientras caía de rodillas al suelo, sabia que lo que le decía el castaño era verdad, lo supo desde el primer momento en el que lo vio en la biblioteca del instituto hace unas semanas, pero se negaba a aceptarlo porque quería creer que ese pequeño estaba teniendo una mejor vida. No quería creer que ese pequeño se había convertido en ese adolescente arrogante, aunque ahora se daba cuenta que esa había sido una actuación de su parte. ¿Pero por qué? ¿Por qué lo haría? Sintio unos brazos rodearla y recostó su espalda en el pecho del joven, sintió un suave beso en su cabeza, y tomó aire antes de volver a hablar.– ¿Quién es tu madre, Nate? ¿Por qué no te dejo contarme la verdad?– Escucho al castaño suspirar y volteo un poco su cabeza para verlo.
—Es Amanda, Amanda Christensen.

El ángel de las plumas doradas (Cazadores de Sombras)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora