Capítulo 37

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Al sentir un sabor metálico en su boca decidió dejar de morder su brazo, se miro y vio como luego de morder tan fuerte hilitos de sangre comenzaban a salir de su brazo. Hace unos segundos había dejado se escuchar las voces detrás de su puerta, había escuchado cómo se alarmaban al ver que Nathaniel había desaparecido de la habitación luego de saltar de la ventana y había escuchado como todos salían corriendo para ir tras de él. La rubia se levantó de su lugar y lleno su bañera porque a pesar de que se había bañado hace unos minutos se sentía sucia por la situación que había pasado, necesitaba quitarse el olor de Nathaniel de su cuerpo, no soportaba sentirlo. Una vez la bañera estaba completa tiro la toalla al suelo para poder meterse en la bañera, comenzó a enjabonar su cuerpo de manera brusca como si así pudiera quitar todos los restos que quedaban de él sobre su piel, luego de unos segundos dejó el jabón en su lugar y apoyo las manos en la bañera para poder moverse un poco y meter su cabeza bajo el agua se quedó así unos segundos sintiendo como la necesidad de respirar se hacia cada vez más presente, pero ella no quería hacerlo, no quería respirar pensando que así el tiempo se detendría para así darle algunas respuestas que necesitaba, quería recordar cuando Nathaniel se había aparecido en el instituto, su arrogancia que la había hecho querer matarlo al instante, también quería recordar cómo cuando el llego las cosas comenzaron a estar mal, como si fuera su culpa.

Se sentó en la bañera volviendo a respirar con algo de necesidad, estaba enojada por todo lo que había pasado, la muerte de Meduza, las provocaciones de parte de Nathaniel y lo que había sucedido hace no más de 20 minutos, quería matar al rubio con todo su ser y no era solo por lo que había intentado hacerle, si no porque en esos segundos que ella comenzó a recordar se dio cuenta de que nunca había habido nada normal en ese chico  tenía una fuerza que ningún cazador de sombras normal tenía excepto uno, uno que tanto sus padres como su hermano y ella conocían, uno que había tenido sangre de demonio en su interior que habia provocado que hiciera tantas cosas horrendas en esta vida. Sebastián Morgenstern.

Salio de su bañera tomando otra toalla para cubrir su cuerpo, antes de salir del baño miro su habitación instintivamente, al notar que estaba sola salió, fue hasta su ventana para trabarla, podía ver un camino de sangre desde el piso hasta la ventana suponía que era de Nathaniel. Una vez hecho lo anterior se acercó a su armario, se vistió y salió rápido de la habitación, al hacerlo se sintió mareada y sentía que algo tiraba de ella para volver a la habitación, además de que tenía un dolor en su pecho muy fuerte proveniente a una emoción que ella jamás había sentido antes. Miedo. Sentía miedo de salir de su habitación, sentía miedo de lo que le dijeran cuando la vieran y tenía miedo de que él estuviera ahí afuera, esperándola. Al ser una sensación tan nueva para ella no logró superarla y se obligó a volver a su habitación, al momento en el que cerró la puerta escucho la voz de esa persona que ella tanto amaba, la voz de esa persona que la había acompañado en todos los momentos de su vida. Escucho la voz de ella, de su mejor amiga, de su prima, de su hermana... escucho la voz de Lara.
Sabia que la necesitaba en ese momento así que le abrió la puerta para que ella entrara, una vez que la castaña lo hizo ella se lanzó a sus brazos permitiéndose llorar al fin, lloraba de bronca por todo lo que estaba sintiendo en su interior. Comenzó a explicarle todo aquello que sentía a su amiga, además de explicarle toda la situación que le había pasado, pero al escuchar que su amiga comenzaba a hablar negó y se alejó de ella para poder mirarla, sin más soltó lo que había querido decir al salir de su habitación.
—Tiene sangre de demonio, era mucho más fuerte que yo y por eso fue que logro hacerme lo que me hizo, pero te juro, Lara, que la próxima vez que lo vea voy a matarlo y enviarlo al infierno al que pertenece.

***
El joven llegó corriendo a la fábrica donde estaba su madre, estaba cubierto de sangre y jadeando mientras intentaba recuperar el aire que acababa de perder. Su madre lo miro con una sonrisa, estaba complacida por lo que acababa de hacer su hijo.
—Me alegro de haber criado a un hijo tan fuerte como tú.
—Kat va odiarse cuando se entere lo que acabo de hacer, mamá, la voy a perder.
—No, no lo harás. Además esa maldita Herondale se lo merecía. –Dijo una voz detrás de él, Nathaniel se volteó viendo a su amada detrás de él, esta se acercó para asistir sus heridas.– Tu madre ya me puso al tanto de la situación, mi amor, y para que sepan estoy del lado de ustedes, nadie se merece ser herido como ustedes dos lo fueron.
Beso la mejilla de su novio mientras limpiaba sus heridas, se escuchó como Amanda soltaba una leve risa que hizo que a la morocha se le pusiera la piel de gallina, pero lo ignoró para seguir limpiando las heridas de su novio.

El ángel de las plumas doradas (Cazadores de Sombras)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora