Capitulo 40

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(Pongan la canción cuando se mencione en la historía)

H

oras antes.

En el instituto todos estaban desesperandose, Martina no aparecía por ningún lado, ya habían intentado buscarla Alec y Jace con su runa parabatai pero nada. Nadie sabía nada de ella. En este momento todos escuchaban los gritos de Lara hacia Bruno y Kat, les llevaba gritando hace 10 minutos como si eso haría que su mejor amiga apareciera en el lugar.
—Aún no entiendo, ¿Cuál es tu puto problema, Petrov? ¡Martina es una de tus mejores amigas y la traicionas así! –La joven suspiro viendo a la morocha.
—Ella se metió con mi novio primero, así que a mi no puedes decirme nada.
—¡Ella no se metió con tu novio, maldita enferma, él intentó violarla! –Grito un pelirrojo desesperado, todos en la sala lo miraron sorprendidos, jamás lo habían escuchado gritar. Ni siquiera cuando peleaba con Martina cuando eran niños, él jamás había gritado, pero claramente ya estaba harto. Su melliza había desaparecido y días antes habían intentado abusar de ella, y lo único que hace esta perra es culparla como si fuera su culpa todo esto.–Estoy harto de que no hagas más que criticar a mi hermana o decir que es una mala amiga cuando ella estuvo siempre para ti, desde que entraste a este puto instituto que ella esta a tu lado, cuando desde el principio sabíamos que eras una maldita perra y en cualquier momento la traicionarías, pero no, Martina se quedó contigo ayudándote con todo lo que te pasara. Pero claro, viene un pibe que te calienta la cajeta, y como si nada ella y vos nunca fueron amigas.–El joven tomo aire antes de volver a hablar, se puso frente a Kat y la apuntó con su dedo.– Te doy veinticuatro horas para encontrar a mi hermana, porque te juro que te mataré y sabes muy bien que ni ella ni yo hacemos amenazas en vano. Y tú –Murmuro señalando a Bruno– Más te vale que tengas una buena explicación para mi hermana para cuando ella vuelva, porque si no es así te pido que te retires del instituto de inmediato.
El pelirrojo se fue dejando a todos los de la sala confundidos, habían escuchado a Martina gritar, amenazar e insultar como si fuera parte de su idioma, pero jamás habían escuchado a Will decir las cosas que dijo, ¿Pero qué se podía esperar? Estaban en medio de algo grave y lo único que hacían era arruinar las cosas con sus comportamientos de adolescentes hormonales.





Tiempo actual.

La rubia se la había pasado paseando por la habitación, buscando si había alguna forma de salir ya que siempre había alguna forma, bueno, eso creía ella. Además en los libros y películas mundanas que había visto a los malos siempre se les escapaba algún detalle cuando hacían las celdas o donde encerrarian al protagonista, aunque sinceramente era estupido, si vas a secuestrar a alguien hazlo bien, ella pensó que sería una muy buena secuestradora, es más seria la mejor del mundo.
El ruido de la puerta la sacó de sus pensamientos y pudo ver a tres hadas entrar a la habitación, dos de ellos agarraron sus brazos para que el tercero le pusiera una especie de esposas en sus muñecas, estas tenían una gruesa cadena. Uno de los hadas agarro la cadena comenzando a tirar de ella para sacarla de la habitación y llevarla hasta otra habitación, al entrar en esta pudo ver a la reina sentada en una gran silla en la punta de una mesa, en esta había mucha gente, hadas en su mayoría. Llevaron a Martina al centro de la sala uniendo su cadena con una que había en el techo provocando que ella estuviera amarrada con los brazos hacia arriba, suspiro mirando el techo y luego volvió su vista a la reina.
—¿Y ahora qué? ¿Me cortarán para que me desangre aquí?–Pregunta viendo a los presentes, escucho a la reina soltar una risa bastante molesta.
—No, mi pequeña, ahora tú bailaras para nosotros y nos ayudarás a entretener esta hermosa velada.– La reina sonrió mostrando sus dientes y Martina la miro alzando una ceja.
—Es broma, ¿Verdad? –Murmuró viendo a la reina negar ante su pregunta, y luego escuchó la música, en ese momento entendió a que se refería la chica hada cuando le dijo que practicara.– No prepare nada para deleitarlos, majestad.
—Entonces improvisa, escuche que eres buena haciéndolo.
La rubia suspiró sabiendo que no tenía muchas opciones y comenzó a mover su cintura al ritmo de la canción que sonaba, a ser verdad era una muy buena canción, la había escuchado en una de sus misiones en el mundo mundano. Comenzó a mover mejor su cuerpo a pesar de que al estar amarrada se le complicaba el bailar bien, pero sabía que no la soltarian porque sabrian que ella escaparía, porque por favor, todos en su situación lo harían.
Martina bailaba como podía, sinceramente lo hacía bastante bien pero sería mucho mejor si sus manos acompañaran sus movimientos, notaba las miradas de los presentes, pero no se volteaba a mirarlos, simplemente cerró sus ojos haciendo más placentero el estar bailando, fingiendo no estar en ese lugar y estar en su habitación bailando como solía hacerlo. Cuando la música terminó abrió sus ojos y miro a los presentes, en ese momento quedó paralizada al ver al joven en esa mesa, a ese joven que se había atrevido a tocarla y a lastimarla, este le sonreía y de vez en cuando mordía su labio viéndola ya que a pesar de la tela que cubría sus piernas la joven seguía estando en lencería. Escucho otra canción sonar, pero simplemente no podía moverse, su cuerpo no le permitía hacer movimiento alguno. Estaba aterrada, tan aterrada que de un momento a otro su vista se nubló, intento correr pero estaba amarrada vio a unos guardias de la corte acercarse y golpearla con una especie de látigo hecho de lianas, estos dolían de una manera horrible, pero la joven sonrió ante eso. Seguro estarán pensando, ¿Tan masoquista es? Pero no, es astuta, sabia que cada golpe le dolería a su Sharatai haciendo que este entendiera en la situación que estaba la chica. Siguió intentando escapar sintiendo los golpes cada vez más fuertes, sintió sus ojos arder por las lágrimas que amenazaban por salir, pero no las dejó y siguió moviéndose mientras la seguían golpeando hasta que dejó de sentir sus piernas, seguidas de todo su cuerpo y sus ojos se cerraron sumiendola en una gran oscuridad. En ese momento solo pedía que su novio recordara aquella vez, y supiera dónde estaba ella. Esperaba que no la defraudará, no otra vez.

El ángel de las plumas doradas (Cazadores de Sombras)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora