Tercera generación - Harry Potter ❤ Un accidente...Una oportunidad

Un respiró...

Todos los estudiantes salieron a prisas del Gran comedor, tenían solo una hora para relajarse, Harry, Hermione y Luna, no quisieron ir con los Weasley, así que se disculparon amablemente, necesitaban un poco de tiempo, para aclarar algunas cosas.

La castaña y el azabache estaban enfadados con Ginny por lo de Luna y a la vez decepcionados con ambos pelirrojos porque habían faltado a su promesa de: (NO prejuicios contra los Slytherin), por su parte Luna estaba más distraída que nunca, porsupuesto que le dolía lo de Ginny, ella la creía su mejor amiga, pero al parecer la pelirroja no.

Hermione no era buena interpretando almas como Luna, pero por su semblante era más que evidente que la rubia estaba afectada por lo sucedido con Ginny, agradecía de corazón a Dumbledore, por otorgarles un receso, verdaderamente necesitaban un respiro.

-¿Ahora a donde vamos?- pregunto el azabache, rompiendo el silencio.

-Creo que mejor vamos a un lugar donde no nós topemos con Ron y Ginny, son nuestros amigos, pero últimamente se estan volviendo muy pesados- comento la castaña, Harry asintió de acuerdo, Hermione tomo a Atenea en brazos, Harry la imito tomando a Daniel, luego caminaron en dirección a la salida, Perseus y Pandora venían jugando tras ellos, Luna venía al último abstraída en sus pensamientos.

En uno de los pasillos cerca de la salida, vierón a su amigo Neville, quien escuchaba a su abuela con cara de "matenme", seguramente Augusta le estaba dando uno de sus ya conocidos sermónes.

-Buenos días señora Longbottom- saludo con cortesía la castaña, la mujer asintio a modo de respuesta- Nevi te estuvimos esperando- le regaño un poco, el muchacho la miro confundido- recuerdas que habíamos quedado en ir con los niños al aula de Herbologia- agrego la castaña, guiñándole un ojo disimuladamente, el chico asintió torpemente, como si acabara de acordarse.

-Hasta luego señora Longbottom- se despidió, tomando a su amigo del brazo, se dirigieron hacia la entrada, donde Luna, Harry y los niños los esperaban, la señora Longbottom se quedo con la palabra en la boca, esa chiquilla no le había dado oportunidad de decirle a su nieto, que se negará a la petición de la castaña, porque tenía una platica pendiente con su abuela.

-Gracias Herms te debo una- agradecio Neville, suspirando aliviado, la castaña asintió- ¿si quieres te ayudo con esta princesa?- ofreció el pelinegro.

-Gracias Nevi- respondió la castaña con una sonrisa, pasándole a la pequeña, que estiro los brazos hacia su tío.

Así los cuatro adolescentes y los  niños caminaron hacia el pasaje secreto que conducía al bello jardín que pocos conocían.

Hermione se quedo un poco hacia atrás, necesitaba hablar con Luna.

-Luna espera, sentémonos un momento si,- la rubia asintió como autómata, ambas se sentaron debajo de un arbol y Hermione empezó- no diré que comprendo como te sientes, porque no me puedo siquiera imaginar lo que haria, si Harry hiciera algo parecido- comento la castaña, sabia que Ginny y Luna, tenían una relación de mejores amigas.

-Se que la considerabas tu mejor amiga- dijo, la rubia agacho la cabeza- pues ella se lo pierde, eres la persona más noble que he conocido y no olvidemos que eres una gran amiga, recuerda que también soy tu amiga Luna, ya no estés así porfavor, me tienes a mi, a Harry, a Neville, te queremos mucho y no queremos verte así- pidió, haciendo ojitos del gato con botas, lo cual hizo sonreír un poco a la rubia Ravenclaw, pero esa pequeña mueca-sonrisa no llego a sus ojos.

-¡Luna basta!- exclamó la castaña al no ver resultados- Ginebra no merece ni siquiera que estés así, quiero inmediatamente que vuelva mi amiga, la chica risueña que le ve el lado positivo a todo- exigió- no quiero que permitas que Ginny apage esa luz en tí, Luna cariño no es el fin del mundo, eres una guerrera superaste la muerte de tu madre, esto no es nada comparado con eso, cambia esa cara, es momento de disfrutar de tu bella hija y tus sobrinos- ordenó la castaña, Luna se lanzó a abrazarla y soltó las lágrimas que se había guardado desde hace rato.