Capítulo 21 - "El cuento ilustrado" parte uno

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Por aquel entonces, yo vivía en un lugar que conocíamos como "Garden" en él, criaban a los niños con el propósito de "crear" futuros Parasites. Para esto nos inyectaban unas jeringuillas que aumentaban nuestros parámetros de obediencia tratando de hacernos, de un modo en el que no nos enterásemos, sumisos por completo a sus órdenes.

Todos los niños que vivíamos en el Garden teníamos un código asignado a nosotros a modo de nombre. Teniendo los niños con in código de menor cifra mayor aptitud para ser Párasite. Entrando ahí Ichigo y yo (Código 015 y Código 016) en mi caso me llevaban a in laboratorio dónde solían hacerme pruebas y, una vez finalizaban estás me obsequiaban con caramelos. Un día, mientras volvía hacia el Garden encontré un grupo de personas amontonadas en una de las salas del laboratorio, así que, siendo vencido por la curiosidad no tuve más remedio que acudir a ver de que se trataba. Al ser un niño mi altura me impedía contemplar de que se trataba pero, en un momento pude contemplar lo que me parecieron cuernos, lo cual me dejó asombrado y a la vez con más ganas de descubrir aquello de lo que se trataba. En un momento el grupo de personas se hizo a un lado y fue entonces cuando la vi por primera vez. Su precioso cabello color rosa. Sus cuernos sobre su cabeza, sus grandes ojos y, por último que más me impactó, su color de piel rojizo. A mí eso no me importó, que fuera o no de mi especie no me causaba ninguna especie de rechazo, más bien todo lo contrario, me animaba a descubrir de quién se trataba aquella chica. Seguí con la mirada a los guardias que la mantenían sujeta de los brazos y vi como se la llevaban por un pasillo. En aquél momento mis ojos comenzaron a brillar. Por fin había algo interesante, algo que se saliese de la total monotonía en aquél extraño mundo, algo qué, con el tiempo, acabaría por guardar en lo más profundo de mi mente con el fin de no salir al exterior nunca más. Pero que podía decir, éramos niños y, al igual que con los gatos. La curiosidad fue lo que acabó conmigo.

Al día siguiente al salir de la sala donde me hacían las pruebas traté de acceder al pasillo por donde se habían llevado a la niña el día anterior, pero, para mi desgracia, un guardia me lo impidió y mandó de vuelta al Garden. Una vez en este pude contemplar como más de mis compañeros habían desaparecido. Pasaba una cuidadora por ahí y decidí preguntarle pero, como de costumbre, evitó mis preguntas y no me contestó. Al día siguiente la tristeza podía conmigo y no opté por tratar de escabullirme por el pasillo pero, de pronto un aullido de dolor penetró de manera directa en mis nervios auditivos e invadieron mi cuerpo de ganas por saber de qué se trataba. Comencé a correr y me introduje por el pasillo, una vez en este contemplé un cristal que separaba una habitación de dónde yo me encontraba. Una vez junto a este pude observar a una niña atada a una camilla. Al contemplar que era la misma chica que había despertado mi interés abrí los ojos como platos y me agaché para evitar ser visto.

Sobre la chica había un aparato que acababa en una especie de "cañón" que se deslizó hasta quedar centrado sobre su mano. Una vez sobre esta, descargó un fuerte laser que le pulverizó el centro de esta haciéndola aullar de dolor. Debido al horror y el espanto que había sufrido me llevé las manos a la boca y me caí de culo mientras me arrastraba por el suelo tratando de retroceder. Una voz me sacó de mis pensamientos.

- Oye niño, ¿Que haces tú aquí?

Giré la cabeza y señalé al cristal

- Oye, dejad de hacerle eso, la estáis...

Me agarró del brazo y levantó en vilo.

- Eso no es de tu incumbencia, vuelve ya al Garden.

Volviendo la vista hacía el cristal no pide evitar derramar una lágrima de tristeza. Pero no me quedó más remedio que cumplir sus órdenes, o estaría en un serio problema. Durante la noche de aquél día estuve pensando en aquella chica. ¿Quién sería?¿Que querrían de ella?¿Por qué la trataban así de mal? Todos esos pensamientos se introdujeron en mi mente y solo me plantearon una solución. Tenía que volver a verla. A la mañana siguiente, tras salir del laboratorio, lo rodeé hasta llegar a la parte trasera. La nieve había cuajado y además de cubrir todo el suelo seguía cayendo a modo de copos. Al no encontrar una puerta trasera por donde poder colarme e iniciar mi búsqueda no me quedo más remedio que buscar con la mirada alguna ventana que diera al interior y, con suerte, poder dar con ella. Al cabo de un rato buscando me decidí a irme decepcionado pero, de reojo dos figuras comenzaron a saltar, así que dirigí mi vista hacia allí y contemplé en lo alto del laboratorio una ventana a través de la cual se podía observar como una niña se aferraba a lo que parecía un cuento y trataba de evitar que una cuidadora se lo quitase. Rápidamente busqué algo a lo que poder subirme y así poder contemplar mejor el panorama y para mi suerte había un enorme árbol junto al laboratorio. Sin pensármelo dos veces comencé a treparlo hasta llegar a una rama que daba justo a la ventana de la habitación que había estado viendo desde abajo. Me agarré fuertemente del tronco del árbol para evitar caerme y continúe contemplando el panorama. La pelea entre la chica y la cuidadora estaba muy reñida pero, finalmente la chica consiguió hacerse con el libro y abrazándolo con mucha fuerza retrocedió hasta una de las esquinas de la habitación que había tras ella y es encogió. Al ver esto la cuidadora cesó en su empeño y abandonó la habitación dejándola sola e incomunicada. Sin saber ni como ni porqué de mi boca se escapó un - que guay- y una sonrisa.

Durante la noche volví a pensar en aquella niña y, ahora que sabía donde vivía, lo que la hacían y lo mal que la trataban no era capaz de quedarme con los brazos cruzados, debía actuar pero... ¿Como? Finalmente se me ocurrió la idea de impactar algo lo suficientemente duro como para acabar con el cristal que separaba aquella habitación del mundo exterior. Tras salir del laboratorio al día siguiente, encontré un objeto lo suficientemente duro como para ser capaz de destruir un cristal. Trepé por el árbol y me situé en la rama. Justo Entonces contemplé como las puertas se abrirán y dejaban a la chica ahí de nuevo, exhausta, casi sin fuerzas. Esta, agotada, se tumbó en mitad de la habitación con la cabeza girada hacia mí y, al verme volvió a abrir los ojos de par en par y de un salto retrocedió.

- ¡Quítate de la ventana! - grité preparándome para el lanzamiento

La chica ladeó la cabeza sin entender lo que le estaba diciendo pero ya esta tarde. Mis manos se habían desprendido del objeto y este se aproximaba hacia el cristal con un único cometido. Y era romperlo en pedazos. Al ver el objeto en movimiento acercándose al cristal, la chica debió deducir que se trataba de una situación peligrosa ya que se pegó a la pared de detrás suya y se protegió la cara con los brazos. El objeto impactó contra el cristal atravesándolo y dejando cientos de fragmentos de cristal esparcidos por el suelo. Al contemplar que seguía con vida volví su mirada hacia mí, quién se encontraba al borde de la rama extendiéndole la mano con lágrimas en los ojos. Ella, tras analizarme de arriba a abajo hizo ademán de darme la mano pero vaciló, unos segundos después se escuchaban los pasos de gente dirigiéndose rápidamente a la habitación. Ella se giró y rápidamente volvió la vista hacia mí mano y la agarró con decisión.

Zero Two & Hiro - Juntos Hasta El FinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora