Capítulo 29 [Editado]

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No podía dejar de mirar hacia el baño, hacía un rato largo que había vuelto a la mesa, pero Daniela aún no había salido, eso me preocupaba de cierta manera, suspiré poniéndome en pie dispuesto a ir en su búsqueda, pero me quedé quieto al ver como salía por fin.

Sin pronunciar una sola palabra se sentó sin mirarme, ocultaba su rostro con su cabello, y mantenía la cabeza agachada, empezó a comer lo que quedaba en su plato, suspiré agarrando mi copa, bebiendo de esta sin dejar de observarla.

Levantó por un instante la cabeza mirándome, y pude ver sus ojos un tanto enrojecidos, eso hizo que mi pecho se oprimiese con fuerza asustándome, carraspee, desviando rápidamente la mirada intentando ignorar esa opresión, que se hacía más grande a cada segundo que pasaba.

La comida terminó con un ambiente realmente tenso entre ambos, al llegar al apartamento, agarró sus bolsas de compras, y se fue hacia la habitación encerrándose en ella, yo hice lo mismo, pero en mi despacho.

Durante el día no volvimos a cruzar palabras, ni a vernos, por la noche, cuando fui a la habitación, ella ya se encontraba acostada de espaldas a mi lado, suspiré pesadamente ante eso, fui hacia el armario cambiándome de ropa, volví a la habitación y con cuidado me metí en la cama sintiendo una gran necesidad de abrazarla, pero me contuve y solo me di la vuelta cerrando los ojos.

Desde lo ocurrido en el restaurante, habían pasado unos cuatro días, cuatro días en los que apenas nos habíamos dirigido la palabra, solo lo hacíamos por cuestiones de trabajo y poca cosa más.

En ese tiempo había pedido la cita para el ginecólogo, ahora mismo no encontrábamos en la consulta rellenando un formulario que nos habían dado

— Es un detalle que también vayas a hacerte la prueba conmigo—comentó de forma irónica, suspiré mirándola de reojo, seguía escribiendo

— Es lo justo—respondí, una sonrisa un tanto cínica apareció en sus labios

— ¿No crees que debí haberme esta prueba antes de firmar el contrato?—cuestionó mirándome con dureza, aunque podía ver cierto brillo de tristeza en ellos

— Quizás...—dije, ella asintió lentamente, y volvió a escribir, pero casi de inmediato se detuvo

— Si soy infértil, ¿anularás el matrimonio?—volvió a hacerme esa pregunta, me quedé en silencio mirando mi formulario completado

— Señorita Moretti, es su turno—informó una enfermera interrumpiéndonos, de reojo vi como ella asentía poniéndose en pie agarrando sus cosas

— Tú silencio, te delata—comentó, su tono de voz sonó afligido, eso hizo que sintiera una leve punzada en mi pecho, echó a caminar saliendo de la pequeña salita en la que nos encontrábamos.

Cuando nos hicieron las pruebas a ambos, me tocó pagar un módico precio para que nos dieran rápido los resultados, no quería esperar las tres o cuatro semanas, necesitaba saber si todo estaba en orden.

Por suerte, el médico dijo que todo estaba bien, la fertilidad de Daniela era buena, al igual que la mía, de forma involuntaria, solté un suspiro de alivio ante eso, por el rabillo del ojo, pude ver como respira hondo mirando hacia otro lado.

Al salir de la clínica, nos quedamos en silencio dentro del coche, ninguno decía nada, ni nadie se movía, escuché un suspiro por su parte

— Supongo que ya estarás tranquilo—comentó, abrió la puerta del coche bajándose— Me tomaré el resto del día libre—cerró la puerta sin darme tiempo a decir nada, le di un golpe al volante viendo cómo se alejaba a través del espejo, respiré hondo recostando la cabeza en el asiento, me sentía un imbécil de primera.

Entre tus Manos © [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora