Recorrimos toda la casa era, absolutamente sorprendente, tenía 7 habitaciones cada una con su baño propio, un área de billar, una biblioteca que también servía de despacho, la casa tenía una seguridad asombrosa, una alarma perimetral y radares internos de última generación, todos los cristales eran blindados antibalas, videovigilancia las 24 horas del día. También había una plataforma para aparcar un máximo cuatro coches en un subterráneo y en el exterior dos, había un ascensor que paraba en todas las plantas.
Los días fueron pasando, muy a mi pesar, tuve que quedarme en la casa con él, ir y volver desde casa de Julia era agotador, su herida había mejorado, se portaba bien aunque a veces tenía que regañarlo cuando tiraba de mí para robarme algún beso, también me había vuelto a pedir perdón por todo, intentaba hablar de lo sucedido, pero siempre le interrumpía.
Seguía mandándome flores, las cuales llegaban a la casa, tuve que pedirle que parase, no tenía donde más colocarlas, incluso había llegado a plantarlas en el jardín, yo intentaba mantenerme impasible ante sus intentos de coqueteo, me costaba, pero lo conseguía.
Las cosas con su tío habían estado tranquilas o posiblemente no me contase nada para no preocuparme, aunque estar en la ignorancia me preocupaba aún más. Carlo había venido varias veces a traerle trabajo, Isabella junto a las niñas y Plácida, también mi familia habían venido, se sorprendieron al ver la nueva casa.
El embarazo de Julia había avanzado, las náuseas comentaron a afectarle mucho más que antes, al igual que los ascos, la pobre lo estaba pasando mal, pero tenía a Carlo a su lado, él había aprovechado que estaba con Fabrizio para instalarse con ella, cada vez los veía más juntos, incluso cariñosos, cuando preguntaba si mantenían una relación, simplemente lo negaban.
Habíamos salido a comer fuera ante su insistencia de que necesitaba salir de casa o se volvería completamente loco, acepté debido a que ya no necesitaba el bastón para apoyarse, y que las heridas estabas prácticamente cerradas.
— ¿Qué van a querer?—preguntó el camarero
— Quiero el Risotto de boletus—dije cerrando la carta entregándosela, él asintió dedicándome una sonrisa
— Yo quiero Gnocchi a la provenzal y que dejes de mirar a mi mujer—dijo con frialdad mirando fijamente al camarero
— L... Lo siento, señor, en seguida traerán la orden—comentó nervioso, se marchó rápidamente, respiré hondo mirándolo con el ceño fruncido
— No me mires así, solo protejo lo que es mío—
— No soy un objeto—
— Lo tengo muy en cuenta—sonrió llevándose la copa con agua a la boca, suspiré mirando al techo, necesitaba llenarme de paciencia con este hombre.
La comida trascurría sin ningún otro inconveniente, aquel camarero no volvió a atendernos, en su lugar lo hizo una chica joven, que al ver a Fabrizio, casi se le saltan los ojos, él me miró con diversión como si esperase alguna reacción de celos, pero no le di el gusto.
— ¿Dani?—me giré al escuchar mi nombre, era Stefano
— Hola, ¿Qué tal?—pregunté poniéndome de pie abrazándolo con una sonrisa
— Muy bien, me alegro de verte, estás preciosa—dijo mirándome de arriba abajo, disimuladamente miré a Fabrizio, tenía el rostro completamente serio
— Ella sabe que está preciosa, se lo digo todos los días—sus ojos grises estaban clavados en Stefano, le dedicaba una mirada poco amistosa
— Hola, señor Benedetti—saludó también poniéndose serio, un carraspeo hizo que el ambiente tenso se disipara un poco— Lo siento mucho, os presento a mi novia Octavia Fontana–me quedé impresionada al verla, ella sonrió con arrogancia
ESTÁS LEYENDO
Entre tus Manos © [Terminada]
RomanceFabrizio Benedetti era un hombre frio, cruel, arrogante, incluso peligroso, pero tenia una pequeña debilidad aunque él no lo supiera, y esa debilidad era su secretaria Daniela Moretti, con chantaje y un contrato consiguió tenerla entre sus manos, no...