Viernes, viernes, viernes, el día tan esperado para la hermandad Alfa Mi, al igual que para los jóvenes con ganas de beber hasta perder el conocimiento.
Las chicas concordaron en ir juntas, así que decidieron reunirse en casa de Caroline, por mi parte no hice más que aceptar sus sugerencias y resignarme a ser la conductora asignada de la noche.
La idea no me entusiasmaba para nada y es que lidiar con tres mujeres ebrias con distintas personalidades se volvía algo complicado, además, había tenido varios roces con mi hermana a lo largo de la semana debido a que seguía manteniendo en incógnito al emisor de la polémica llamada, sumándole a eso mi descuidada alimentación, por lo que deseaba olvidarme de ello aunque sea por esta noche.
La vibración de las ondas sonoras se alcanzaba a percibir a cuatro cuadras de la residencia Alfa Mi, lo que enardeció a mis acompañantes quienes prorrumpieron en entusiastas gritos, me limité a morder mi labio inferior mientras negaba con la cabeza, divertida, a estas chicas les urgía una noche de fiesta.
-¡Maldita sea, Caroline! -grité una vez que logré captar por el retrovisor a mi amiga saliendo disparada del auto sin siquiera haberlo terminado de aparcar.
-¡Lo siento! -gritó en respuesta, mientras mi hermana y Heather seguían sus pasos, no pude evitar reír a la vez que guardaba las llaves en mis bolsillos mientras me aproximaba a paso apresurado a la residencia, me habían dejado atrás por muchos metros, Caroline ya se encontraba en la puerta saludando a Alanna.
La música proveniente de la residencia retumbaba y se hacía sentir en cada uno de mis músculos a medida que acortaba la distancia. El sonido de las bocinas era atronador.
-Adivino, te toca ser la conductora esta noche -observó Alanna, tras recibirme con los brazos abiertos.
-Pues adivinaste -respondí de mala gana mientras mi amiga se encargaba de ceñir mi muñeca con una fina pulsera de papel que indicaba que ya había pagado los tragos y la comida.
-Pues que eso no te impida disfrutar de la fiesta y de los buenos traseros que se pasean por aquí, Ann -dijo, guiñándome un ojo y arrebatándome una carcajada mientras me abría paso entre la masa de personas.
La fiesta estaba en su apogeo, en una esquina los chicos del equipo de natación se encontraban haciendo una competencia tonta que obviamente involucraba alcohol, en otra esquina una pareja se besuqueaba descaradamente, divisé a Heather y a Sky en la improvisada barra de bebidas charlando animadamente con dos muchachos cuyos rostros no recordaba haber visto con anterioridad, no había señales de la presencia de Caroline alrededor.
El tufo a cigarro y el calor que desprendían los cuerpos eran imposibles de pasar por desapercibidos en la planta baja, habían grupos y grupos de personas bailando y moviéndose por doquier, la residencia estaba a su tope, y vaya que era lo suficientemente espaciosa para albergar a veinte estudiantes en su día a día.
Varios conocidos de la facultad me saludaron de forma amigable mientras me dirigía a ninguna parte, era extraño, no me sentía a gusto y la pila de recuerdos que las luces de colores traían a mi memoria amenazaban con dejarme sin aire, así que opté por alejarme de la diversión y buscar algo de aire fresco, si acaso eso era posible ya que el aire se encontraba completamente viciado.
La noche era fresca, lo suficiente para llevar puesto un suéter holgado por encima de una bonita camiseta básica y unos jeans ajustados. Me abracé a mi misma una vez que el fresco nocturno comenzaba a penetrar las finas fibras de lana en lo que me dirigía a una zona algo alejada de la residencia, había suficiente luz a pesar de que el sitio era algo alejado, por lo que no había de qué temer, finalmente acabé recostando mi peso en un gran roble que formaba parte del terreno residencial.
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Corazones Rotos
Teen FictionAnn sufrió en carne propia los estragos que podía causar un corazón roto por un desmoronado romance de juventud. Ann sabía que tarde o temprano tendría que salir adelante y seguir con su vida, tal cual lo había hecho él. Ann no tenía idea de que se...