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Lunes, la clase de termodinámica había finalizado y me encontraba emprendiendo camino hacia los corredores con el fin de encontrarme con Isaac, se había ofrecido a acompañarme a la "Junta semanal de las chicas" como lo había llamado en cuanto le mencioné en una breve llamada que mantuvimos la noche anterior que mis amigas estaban ávidas de información, una forma sutil de decir que necesitaban de sus chismes semanales.

Vi al rubial atravesando las puertas de su salón y luchando por localizarme con la mirada, me dedicó una de sus encantadoras sonrisas en cuanto sus ojos dieron conmigo, mi pecho se infló de alegría a medida que se acercaba hasta mí.

-Hola, bonita -saludó, plantando un tierno beso en mi mejilla- ¿Nos vamos?

-Por supuesto.

Tenía esta tonta sonrisa plantada en mi rostro cada vez que alzaba la vista para admirar su expresión, él hablaba con tanto entusiasmo sobre la clase de la que acababa de salir, en verdad lo admiraba.

Atravesamos el campus en la ya habitual caminata que emprendíamos hasta Atto's, Isaac me hizo reír durante todo el trayecto con cada comentario que hacía acerca de trivialidades. Yo no me calificaba como alguien de muchas palabras, resultaba más sencillo para mí escuchar y dar mi opinión de cuando en cuando, por lo que la plática con Isaac fue bastante entretenida.

-¿Volverás a correr algún día? -cuestionó una vez que nos encontramos a pasos de la entrada.

-Lo haré, el siguiente semestre iniciaré las pruebas -repliqué con algo de ilusión, Isaac frunció el seño en señal de confusión.

-Fuiste parte importante del equipo, Ann, no creo que el entrenador vea necesario que hagas las pruebas de admisión.

-Bueno, teniendo en cuenta que abandoné al equipo, creo que merezco volver a empezar de cero -musité encogiéndome de hombros.

-Lo lograrás -dijo, tomando mi mano y enlazando nuestros dedos. Fijé la vista en nuestro enlace, nuestras manos lucían bien encajando la una con la otra, un ligero rubor comenzó a picar en mi cuello.

-Gracias -musité, dándole un apretón mientras le dedicaba una sonrisa.

Entramos al local tomados de la mano, de inmediato percibí varios pares de ojos sobre nosotros. Como era costumbre, el exquisito aroma a café golpeó mi sentido del olfato, Isaac se ofreció a invitarme algo a lo que me negué poniéndo como excusa el hecho de que Heather acostumbraba a ordenar por mí, se despidió con nuevamente un delicado beso en mi mejilla derecha y se dirigió a la barra mientras yo me abría paso entre las mesas con una desbordante sonrisa en el rostro, era demasiado pronto para decir que me estaba enamorando de Isaac McQuaiot, pero el cariño que sentía hacia él no se podía cuantificar. Bajo la apremiante mirada de mis amigas, tomé asiento en la mesa que lograron ocupar.

Siendo como siempre la última en llegar, les dediqué una sonrisa coqueta mientras dejaba caer mi mochila.

-Buenos días, criaturas del señor ¿Cuáles son las últimas noticias? -saludé.

-Tú dinos, Ann. Vemos que Isaac y tú andan muy unidos últimamente -mencionó Heather subiendo y bajando las cejas con una gran sonrisa en el rostro.

-No encuentro nada curioso en ello, no podríamos estar saliendo de no ser así -enuncié, encogiéndome de hombros y fingiendo que era algo realmente obvio. Las chicas ahogaron sus eufóricos gritos, no pude evitar reír.

-Lo están intentando -canturreó Sky haciendo un pequeño bailecito con las manos en alto.

-Me alegra tanto que estés avanzando, Ann -musitó Heather, posando su mano sobre la mía para darme un apretón, ella sabía lo mucho que significaba para mí, le dediqué una sonrisa de labios cerrados.

Corazones RotosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora