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-¿Contrató a Adam?

-Sí.

-¿Y él lo sabía?

-No lo sé.

-¿No se lo preguntaste?

-Ni siquiera le mencioné que el hombre que había contratado para velar por mi seguridad era mi padre, tía Ysabel.

El silencio reinó en la sala de estar.

Luego de nuestra pequeña escena, no tuve otra opción más que comentarle a mi madre y a las mujeres de mi familia que mi novio había contratado a mi padre para que cuide que Courtis no me hiciera daño. Todas habían quedado estupefactas, al igual que yo.

-¿Te habló? Es decir ¿Dijo algo? -cuestionó Sky por lo bajo, tratando de actuar lo más sobria posible cuando en realidad estaba segura de que la resaca la estaba matando. Me sentía muy apenada por haber arruinado su fin de semana en Las Vegas.

-Creo que dijo que lo sentía, luego me llamó hija y eso fue todo por parte de mi cordura.

-Y luego huíste ¿Cierto?

-Sí, fui a buscar refugio en casa de Elena.

-¿Elena? ¿Elena Collins?

De pronto, el interés de mi tía pareció ir en aumento.

-Ella ya está casada, Ysabel -le informó mamá con tono cansino.

-Sabes que no tengo moral, Sarah -replicó la tía Ysabel sonriendo de oreja a oreja, con una chispa en la mirada.

-No estoy entendiendo -intervine.

-Elena fue el despertar sexual de tu tía Ysabel.

La sonrisa en el rostro de mi tía se ensanchó, como si eso fuera posible; Sky, a un lado mío, estalló en tos.

-Demasiada información -repliqué, dejando palmaditas en la espalda de mi hermana, que se ahogaba con el agua que se encontraba ingiriendo para combatir la jaqueca.

-Iré a saludarla -informó mi tía incorporándose del sillón.

-Estamos tratando un tema importante, Ysabel, por favor -la regañó mi madre, lucía agobiada.

La hermana menor de mi madre recobró la compostura y volvió a tomar asiento. Amaba su versatilidad en momentos como este.

-Entonces, él estuvo cerca de nosotras todo este tiempo -puntualizó Sky aclarándose la garganta.

-Él ha seguido todos y cada uno de nuestros movimientos durante las últimas dos semanas y no fui capaz de notarlo -mascullé.

-Él tiene un arma -habló mamá por lo bajo.

Sí, resulta que escuchar tras la puerta se había vuelto una costumbre para mi madre, ella lo había oído todo.

-Un guardaespaldas puede portar un arma, Sarah.

-¿Por qué no puede simplemente ser un hombre normal y contactarnos por Facebook? Es decir ¿Qué diablos está mal con él? -cuestionó Sky con los dedos en la sien.

-Tal vez no sabe como acercarse a nosotras, digo, llamó al teléfono fijo y se presentó frente a la casa, y anoche trató de hablar conmigo, pero en todas las ocasiones...

-Huímos -completó por mi Sky, observándome con fijeza.

Habíamos hecho el descubrimiento del siglo.

-Lo rechazamos en todas las ocasiones.

-Se lo merece ¿No?

Mamá y la tía Ysabel nos observaban atónitas.

Corazones RotosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora