Me asomé a la puerta al oír mi nombre seguido de aquella maldición.
Sky se encontraba de pie, rodeada por un gran charco de agua y mirándome con el ceño fruncido.
-¿Qué ocurre? -pregunté confundida.
-Esto -señaló el charco que la rodeaba- y esto -dio media vuelta, dándome la espalda y pude comprender lo que había sucedido- maldita sabandija.
La piel que se asomaba por las ropas se encontraba completamente roja, mientras que sus pantalones cortos y su camiseta sin mangas se encontraban enteramente empapados.
Reí ante la imagen de Sky echada de culo al piso.
-Muy gracioso ¿no? -espetó con tono amargo- ¿Te parece gracioso que tenga que ir por un cambio de ropa?
La risa se me cortó rápidamente y la miré esperando a que dijera que sólo estaba bromeando, yo ni siquiera tenía puesto algo decente y el tiempo seguía corriendo.
Levantó ambas cejas y frunció los labios, en un vano intento de lucir intimidante, pero ésta vez, tuve que contener la risa.
-Sky... Por favor... Ni siquiera estoy lista -supliqué- no quiero llegar más tarde de lo que lo haremos y entonces tú también te meterás en problemas.
Su expresión vaciló y le dediqué una leve sonrisa. A veces adoraba el egoísmo de Sky.
-Sube las mochilas al auto en lo que yo me alisto, ¿Está bien? -asintió y se alejó por el pasillo, resbalando un par de veces.
Volví a cerrar la puerta a mis espaldas y me vestí con lo primero que encontré.
Bajé con rapidez las escaleras hasta encontrarme en la planta baja, golpeé mis bolsillos asegurándome de traer todo en su lugar y me dirigí a la cocina, pero un movimiento en mi campo de visión captó mi atención, era Sky, bailando en la sala de estar con los auriculares puestos.
No entendía como lograba mantenerse siempre tan fresca y tranquila.
Rodé los ojos y entré a la cocina, abrí el refrigerador y me encontré con docenas y docenas de frutas coloridas.
Hoy no.
Lo volví a cerrar y busqué con desesperación algo para no ir al instituto con el estómago vacío y lastimosamente, hoy el glorioso aroma del café no penetraría mis fosas nasales.
Mis ojos se toparon con una caja de cereales en lo más alto de la alacena, genial.
Seamos sinceros, el destino y la genética hicieron una mala jugada conmigo, soy de baja estatura y no lo puedo remediar.
Volví mis pasos a la sala y ahora Sky no sólo bailaba, sino que también cantaba a todo pulmón. La miré con las cejas enarcadas.
-I live for you, I long for you, Olivia...
I've been idolizing the light in your eyes, Olivia...
I live for you, I long for you, Olivia...Giraba en su sitio agitando los brazos, hasta que notó mi presencia.
-Don't let me go... -me señaló- Don't let me gooooooo -alzó la voz y colocó amabas manos en su pecho.
Reí y negué con la cabeza.
-Sky... Necesito tu ayuda.
Se sacó los auriculares.
-¿Qué acabas de decir? -una sonrisa maquiavélica se formó en su rostro.
-Que necesito que me ayudes...
-Lo siento, no te oí, ¿qué necesitas? -colocó los dedos detrás de la oreja para intentar "oírme mejor".
Rodé los ojos.
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Corazones Rotos
Teen FictionAnn sufrió en carne propia los estragos que podía causar un corazón roto por un desmoronado romance de juventud. Ann sabía que tarde o temprano tendría que salir adelante y seguir con su vida, tal cual lo había hecho él. Ann no tenía idea de que se...