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-Entonces ¿Ya son novios?

-Sí -musité entre jadeos.

-¡Eso es genial, Ann!

-Lo es -repliqué sin aliento.

Sean soltó una carcajada.

-¿Cómo es que estás tan cansada? A penas vamos por la quinta vuelta.

-Cállate.

Contexto: Eran las seis de la mañana, apenas amanecía, Sean y yo nos encontrábamos dándo la quinta vuelta al parque en la última mitad de hora; él, exigía sus detalles sobre mi cita con Isaac, yo, me encontraba al borde del colapso.

-Y dime ¿A tu novio le agrada la idea de que trotes con tu ardiente vecino por las mañanas? -indagó con diversión en la voz.

-Yo no diría ardiente -repliqué entretenida. Había descubierto que contradecirlo resultaba sumamente divertido.

-Eso es porque aún no me has visto en traje de Adán.

Luché por mi vida en cuanto reí y el agua que me encontraba ingiriendo golpeó mi esófago de forma brusca. Estallé en un ataque de tos en tanto trataba de regular mi respiración. Sean me rodeó, tomó mis brazos y los levantó hacia el cielo. El aire comenzaba a dirigirse a mis pulmones de forma natural.

-¿Pretendes matarme? -cuestioné una vez que recuperé el aliento.

-Me imaginaste desnudo ¿Cierto? -dijo en todo burlón, enarcando las cejas y sonriendo de lado.

-¡No! -pero me había hecho una idea- ¿Dijiste aún? -cuestioné, estirando un poco para evitar que mis músculos se enfriasen.

-¿Ves que siempre sí quieres verme desnudo? -bromeó dándome un empujón.

Ya había dicho tantas veces la palabra "Desnudo" que no hacerme una imagen mental resultaba imposible.

-No pongas palabras en mi boca, Collins -repliqué, comenzando a trotar de nuevo para evitar que mis pensamientos traicionasen a mi neonato noviazgo.

-Solo bromeo, Ann -dijo, colocándose a la par mía- Pero si quieres, no es broma.

-¡Sean! ¿Qué dirá Marcella si se llega a enterar de que su novio está empeñado en desvestirse para su peor enemiga? -lo regañé entre risas, buscando poner un límite a su juego.

-No estoy diciendo que lo haré estando dentro de mi relación con Marcella.

-¿Piensas terminar con ella? -indagué con el ceño fruncido.

El corazón golpeaba rítmicamente en mi caja torácica, luchaba por formular mis palabras al ritmo de mi respiración, para evitar las dolorosas molestias abdominales que surgían cuando respirabas por la boca en tanto corrías. Principios básicos.

-Bueno, no pienso casarme con ella -aclaró- Solo es cuestión de que uno de los dos lo arruine, y es muy probable que ése sea yo, digo, teniendo un par de vecinas tan...

-Deja de jugar, Sean -reclamé, esta vez hablando en serio. Sus comentarios comenzaban a desagradarme. Él simplemente soltó una risa.

-Lo que quiero decir es que, tarde o temprano, todo tiene un fin, y lamento decirlo, pero lo tuyo con el chico rubio también terminará, y entonces podrás verme sin ropa encima, sin culpa alguna sobre tus hombros.

-¿Cómo es que puedes decir eso, teniendo el más bonito ejemplo de amor en tu propia casa, Sean? -cuestioné, realmente asombrada por su forma de pensar y su cambio de actitud respecto a su novia, dejando pasar por alto su afirmación respecto a mi relación con Isaac.

Corazones RotosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora