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Desperté horas después, en cuanto Sky regresó a la casa, me dispuse a estudiar para una de las pruebas que se aproximaban pero simplemente no lograba concentrarme, terminé por frustrarme y me dediqué la tortuosa espera que implicaba la llegada de mamá.

Luego de varias horas desesperantes masticando el interior de mis mejillas y labios, mientras que Sky jugaba al Temple Run para disipar el nerviosismo, ella llegó, nos dedicó una mirada carente de expresión alguna y habló en un tono frío y cortante.

-¿Qué hicieron esta vez?

-Antes que nada, madre...¿Qué te han dicho que hicimos? -me apresuré a hablar, dedicándole una sonrisa rígida en un esfuerzo por ocultar el temor que me poseía en ese instante.

Mamá lanzó su bolso sobre el sofá, mientras se descalzaba los tacones y dejaba caer sus rubios cabellos sobre sus hombros, liberándos de la presión que las horquillas ofrecían, aún mostrando el disgusto en su expresión.

-Me han dicho que tú, Ann Marie, insultaste al profesor Brown -me señaló- Y tú, Sky Marie, ofendiste a la profesora Jules ¿Qué demonios ocurre con ustedes hoy?

-¿Insultaste a Brown? -Sky soltó una carcajada mientras trataba de celebrarme levantando su palma y enseñandome los cinco dedos, hasta que percibió el calor de los rutilantes ojos de nuestra progenitora sobre ella, me limité a negar con la cabeza.

-Solo lo llamé incompetente, má -me excusé, haciéndo un puchero- fue él quien se las tomó conmigo, yo solamente me defendí.

-Y yo simplemente fingí demencia, má, no pretendía ofender a la maestra -dijo Sky, imitando mi puchero.

Mamá paseaba su mirada de Sky a mí una y otra vez, con un gesto de desaprobación en la expresión, soltó un profundo suspiro y finalmente tomó asiento frente a nosotras en la mesa ratona que se encontraba frente al living, la observabamo,s expectantes.

-Hijas -habló- Sé que todo esto comenzó a complicarse para ustedes desde que gané el ascenso y lo lamento, pero necesito que hagan un esfuerzo por pasar desapercibidas a fin de evitar estos... inconvenientes.

-Pero mamá... -hablamos ambas al  unísono, su expresión se suavizó.

-En verdad nos esforzamos, es en serio y tú lo sabes, si no oí la alarma fue porque me desvelé estudiando hasta altas horas de la madrugada y Sky no sentiría siquiera cosquillas si un tanque de guerra pasara por encima de ella estando dormida -proseguí, Sky asentía con la cabeza eufóricamente, mamá entrecerró los ojos.

-¿No será que nuevamente el poltergeist dejó una botella de vino en su habitación? -dijo cruzándose de brazos, Sky y yo cruzamos disimuladas miradas divertidas.

-No mamá, el poltergeist no volvió a hacerlo -dijo Sky, luchando por contener la risa.

-No, ese poltergeist ebrio no ha vuelto a manifestarse, má -formé una fina línea con mis labios mientras desviaba la mirada para otra dirección. Podía sentir los ojos de mamá puestos fijamente en mí.

Hace unos meses atrás, los exámenes finales amenazaban con acabar con nuestra cordura y como los problemas extremos a menudo exigen soluciones extremas, decidimos relajarnos con una botella de vino, obtenida ilícitamente de la vinoteca de nuestra madre, ambas acabámos plácidamente dormidas; al día siguiente mamá fue a despertarnos ya que no mostrábamos indicios de vida, una gran mancha púrpura en la alfombra nos delató, obviamente terminamos culpando al poltergeist, el mismo al que culpabamos de nuestras travesuras cuando éramos pequeñas.

-¿Algo más que deba saber? -inquirió mamá, tragué saliva aún sin mirarla a los ojos.

-Brown... El profesor Brown -me corregí, mientras jugaba nerviosamente con mis manos- Él va a reprobarme.

Corazones RotosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora