Cargué el arma una vez más y apunté al blanco. Acomodé mi postura y me perfilé, para que el tiro salga perfectamente a mi objetivo. Esta era una actividad que siempre me había gustado, pero no tenía demasiado tiempo como para venirla a entrenar tan seguido. Sin embargo, no era muy mala con la puntería, puesto que agarraba armas desde pequeña. Para mi suerte, estaba sola en el lugar, por lo que no tendría que aguantar a hombres intentando demostrarme que son muy varoniles con las pistolas, dan asco.Había venido aquí por varias cuestiones, pero la principal era despejarme. Tenía varias cosas en mente, pero principalmente mis últimos días con Jack. Claro era que no había una simple amistad entre nosotros, y si bien yo necesitaba esa cercanía, debo admitir que por dentro temía estar sintiendo algo más. No encontraba escenario en el que no saldría herida si tenía sentimientos por él. Tarde o temprano tenía que matarlo, y si no era yo alguien más lo haría.
Pero al venir aquí no todo fue color rosa, y un problema se tapó con otro. Una de las principales razones por las cuales pausé mi frecuencia con los tiros es la horrible sensación que llega al agarrar el arma. Aunque oculta detrás de la frialdad construida por mi mente, siento esa corriente de malestar cada vez, desde aquel día. Mi memoria se inunda de varios recuerdos y las manos me piden que pare al recordar ese momento.
Puse la psiquis en blanco y cambié el arma. Esta vez probaría con otra, para intentar disminuir los recuerdos. De nuevo, apunté al blanco y quité el seguro.
—No vayas aún. —susurré. Nadie debía escucharnos o estaríamos jodidas.
—Lo sé. No estoy yendo. —Francisca me respondió mientras se asomaba.
—Pero estás muy cerca de que te vean, ven aquí. —demandé en el tono de voz más bajo que pude, pero ella no hacía caso.
—Shh, silencio. —dijo, mientras seguía husmeando como una niña pequeña.
Nos encontrábamos escondidas detrás de unas rocas con forma de dunas. Escuchábamos, a lo lejos, las voces de los tipos a los cuales se nos había encargado vigilar. Bueno, no vigilar. El objetivo principal de la misión era tomar posesión de una gran maleta de sustancias psicoactivas, la cual se haría presente en un intercambio entre dos hombres hoy.
Por otra parte, sería efectivo matar a ambos, pero para mi mala suerte uno de ellos era importante para mi hermana; el "amor de su vida". Idioteces, sólo tenían sexo y se divertían juntos, tarde o temprano ella caería en esa bomba de tiempo. Mientras tanto, aquí estaba yo, intentando llevarme un maletín pesadísimo, pero sólo asesinando a uno de los presentes. Dios sabrá qué pasará con el otro.
El hecho de que seamos dos hacía el trabajo un poco más fácil pero complicado a la vez. Como el hombre con el que mi hermana mantenía una "relación" era intocable, ambas habíamos venido. Teníamos ideado un plan.
La idea era simple: Un tiro a larga distancia directo a la cabeza de quien tenía en maletín, lo que produciría que lo deje en el suelo. Luego, para evitar que el otro fuera a tomarlo, y sin matarlo, dispararíamos balas precisas a su alrededor, así impidiendo su avance y forzando su escape.
No era difícil decirlo, era difícil ponerlo en marcha.
—Francisca, te ven ahí. Ven más cerca. —repetí determinada. Estaba muy al descubierto, si la atrapaban estábamos fritas.
—Ahí se bajó el del maletín. —dijo ignorándome, a pesar de que yo también estaba viendo la escena.
Al mismo tiempo, el amante de mi hermana también se bajó y caminó en sentido a la camioneta del otro. Ella no decía nada, pero podía notar perfectamente que estaba embobada mirando como ese chico simplemente caminaba. Dios, el amor. Más vale que el imbécil no le haga daño, le estaba perdonando la vida.

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Mercenarios
Mystery / ThrillerPara una chica de buena familia y un techo sobre su cabeza debe ser impensado tomar un arma y reventarle la cabeza a un desconocido, o eso imagino, ¿no? Como sea, no es mi suerte. Quizás si no fuera la miserable que mi padre convirtió tendría un poc...