Capítulo 1: El comienzo

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Abrí los ojos y mi cerebro tardó unos segundos en ubicarse en la realidad. En lo primero que mi vista se enfoca es la gran mancha de humedad plasmada en el techo. Casi que le puedo encontrar formas figurativas: una M-16, un señor arrinconado en un cubo, un perro saltando en dos patas, un niño llorando e incluso una hoguera. El agua hace su arte.

Otro día más despierta.

Me levantó despacio del fino colchón y me dispongo a comenzar la común rutina de todas las semanas. Iniciar cada mañana en mi horrible apartamento de dos metros cuadrados no era lo más motivador, pero era lo que podía permitirme. Había empezado a trabajar por el salario mínimo en una gran cadena de alimentos, pero como mi puesto era el más bajo apenas me alcanzaba para lo que tengo. La parte buena era que estaba en una oscura bodega, oculta de la gente, del peligro.

Las cosas podrían haber sido muy distintas, pero uno no elige dónde nacer, ni la familia que le toca. Si mi madre estuviera viva me diría que saldríamos de esta, pero claramente no es el caso. En cuanto a mi padre... ojalá esté bien muerto ese infeliz.

Realmente lo detesto, o eso creo. Si bien no lo consideraba muy humano, nada resulta tan asqueroso como abandonar a tu propia hija en el medio de un maldito descampado sólo por no querer seguir tus convicciones, mientras te revuelcas en joyas y te bañas en billetes. Más si su madre acababa de morir hace horas.

"Tú lo has elegido" Miserable hijo de puta. Espero nunca tener que encontrarlo, él me hizo el monstruo que soy.

Sí, monstruo. No querer reventarle los sesos a una persona como él lo hace no me convierte en buena persona, me hace una pobre que apenas tiene para llegar a fin de mes, pero ya es tarde para arrepentimientos.

Miré mi precario celular una vez más. El mensaje decía a las diez y media, para lo que aún faltaban cuarenta minutos. Hoy trabajaba por la tarde, por lo que nada me impedía ir, pero no estoy segura de que me apetezca reunirme con un desconocido al azar simplemente porque me mandó un mensaje. ¿Y de dónde consiguió mi número?

Aunque por otro lado no tenía nada que perder. Voy a un lugar público, y es más, si me mata quizá me esté haciendo un favor.

Miré por la ventana. Un día nublado y lluvioso, en probablemente una de las peores zonas de la ciudad. Dirigí mi vista adentro y me repetí internamente: "peor que esto no puede ser".

Decidida finalmente tomé las llaves y salí, rumbo al café que decía la dirección. Conocía el lugar, estaba en el centro y era muy exclusivo. Fui un par de veces de niña, junto a mi padre antes de que me diera cuenta de lo imbécil que es.

—Algún día serás como yo, o incluso mejor. — Solía repetirme. No se cumplió, no sé si para bien o para mal. De pasar a ser la niña de papi a que te mandara casi al muere hay un paso muy largo, que él hizo a sangre fría en tan sólo un día.

El bus frenó y me levanté para bajarme en la parada que me correspondía. Conocía bien estas calles, producto de lo que fui algún día. La gente sigue su camino apurada en su propio mundo. En esa zona era muy común ver mujeres adineradas paseándose con bolsas de marcas imperialistas, hombres usando perfumes caros y relojes de alta gama para destacarse, autos de primera línea haciendo rugir sus motores y escaparates mostrando trozos de tela que valían más de lo que yo vería en mi vida. Olía a consumismo y derroche, con algo de comodidad. Qué envidia. En esta parte de la ciudad no había aroma a orina ni basura podrida. Pensar que mi destino podría haber sido distinto al actual.

Luego de un par de cuadras doblé en una esquina y llegué al café al cual me habían citado. No conocía al autor del mensaje, por lo que no tenía ni idea adónde ir. Divisé una mesa sola en una esquina y me senté allí. Por suerte había suficiente gente como para que nadie me raptara pasando desapercibido, me sentí un poco aliviada.

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