11. VOLVER

972 53 8
                                    

Ana entró primera a la habitación de Hugo.

- ¿Mamá?

- Sí cariño, ¿cómo estás? – dijo Ana nerviosa, inspeccionándole de arriba abajo y llenándole la cara de besos.

- Bien, bien... -contestó Hugo mientras se dejaba hacer - ¿Y la enana?

- Se ha ido a dormir a casa de un niño de su clase – contestó Ana – Gerard, no sé si lo conoces.

- ¿Gerard? –dijo Hugo descolocado - ¿Y cómo has contactado con sus padres, si nunca has hablado con ninguno de ellos?

- Verás – se explicó Ana – es que hay alguien que ha venido a verte.

- ¿Quién? –dijo mirando a la puerta.

Eva que estaba esperando a poder hablar con él, se asomó a la puerta.

- ¿Tú? – dijo Hugo incrédulo – ¿Qué haces tú aquí? Todo esto es por tu culpa.

Eva se retiró hacia el pasillo otra vez y empezó a llorar de nuevo.

- ¡Hugo! Podrías ser un poco más considerado, en cuanto se ha enterado de que eras tú ha venido corriendo.

- ¿Y qué? Todo esto es su culpa.

- No seas tan duro con ella, lo está pasando muy mal.

Ana le contó a Hugo la charla que había tenido con Eva y todo lo que ésta le había contado sobre ella misma. Eva desde el pasillo pudo oír toda la conversación y volvió a llorar; hacía tiempo que no lloraba tanto, pero todo lo del día de hoy la había superado.

- ¿Entiendes? –le preguntó Ana a Hugo.

- Sí.

- ¿Quieres que la haga pasar?

- Está bien.

Ana salió a fuera, le secó las lágrimas a Eva y le dijo que pasara; pero cuando estaba a punto de entrar se empezó a escuchar a la máquina de las constantes vitales muy alterada "pi, pi, pi, pi, pi". Ana entró corriendo a la habitación.

- Eva llama al médico – le chilló.

- ¡Voy!

Eva llamó al doctor y éste entró con una enfermera a la habitación mientras ella se quedaba en shock en el pasillo. Ana salió y cerró la puerta tras ella; a los pocos minutos salieron médico y enfermera.

- Ha sido un susto; se le ha acelerado demasiado el corazón por algo, cómo si se hubiera enterado de algo muy fuerte o cómo si le hubieran dado una noticia inesperada. Será mejor que lo dejemos descansar por hoy, está sedado y hasta mañana no despertará.

- Muchas gracias de nuevo – dijo Ana – Eva, será mejor que vayas para casa, toma dinero para un taxi, aquí ya no hay nada más que hacer hasta mañana y solo hay un sillón ahí dentro. Además mañana tienes clase y ya es muy tarde.

- Está bien –dijo Eva cogiendo el dinero - ¿Puedes hacerme un favor?

- Claro hija.

- Dile que me perdone. Y que mañana después de clase vendré a ver cómo está.

- Muy bien cariño – le dijo dándole un beso – que descanses.

Te necesitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora