24. COSAS OCULTAS

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Hugo esperaba a que Eva llegara, habían quedado para dar una vuelta en un sitio bastante alejado, pero ella le había dicho que tenía que ser allí que quería enseñarle algo. Seguía dándole vueltas a la cabeza en cómo se le había "complicado" la vida en las últimas semanas.

- ¿Quién me manda a mi meterme en estos líos? Con lo bien que estaba yo solo, sin preocupaciones, queriéndola en silencio, siendo el friki, el empollón, total solo me queda un año y poco más para salir del instituto y todo cambiaría, estaría en la universidad, haciendo lo que me gusta, con gente nueva que no me conocería. Pero no Hugo, tu vas y te enamoras si es que solo te pasan a ti éstas cosas.

Sigo esperando a Eva, se estaba retrasando, estará deshaciéndose de sus amigas pero que me avise ¿no? En cuanto llegue se lo digo, que parezco tonto aquí aguantando todo y sin decir nada.

Media hora después, cuando Hugo estaba a punto de irse Eva apareció corriendo.

- Lo siento cariño.

- ¿Qué has dicho?– dijo Hugo sorprendido.

- Que lo siento– dijo Eva avergonzada.

- No, lo otro.

- Cariño – dijo ya sin saberse dónde meterse.

Hugo la respondió con un beso y colocándole el mechón de pelo que siempre le caía delante de la cara, por detrás de la oreja.

- No me gusta que fumes – dijo él – no me gusta cómo sabes después de haber fumado.

- Ah, muy bien, yo te digo cariño y tú ¿lo primero que me dices es que no te gusta que fume? – dijo ella haciéndose la indignada.

- Has llegado tarde y te he perdonado, así que no te enfades por eso – dijo él cogiéndola por la cintura – te he echado de menos.

- Y yo a ti – dijo Eva juntando su nariz con la de él.

- Tengo que hablar contigo.

Eva lo miró preocupada.

- Vale, pero primero ven que yo también te tengo que contar algo.

Se sentaron en un banco, no muy lejos del lugar donde habían quedado. La verdad que las vistas hacia un muro no era precisamente la idea de romántico que tenían ninguno de los dos, pero la frase que había escrita en él sí.

"y es que tienes un corazón que no te cabe"

Los dos miraban la pared y leían la frase una y otra vez.

- ¿Por qué hemos quedado aquí? – preguntó él mirándola.

- Quería que vieras mi frase favorita y que me conocieras un poco más.

- Has llegado tarde... ya casi me iba.

- Lo sé y lo siento, ya te lo he dicho.

- ¿Dónde estabas?

- Acabando una cosa.

- ¿Qué cosa?

- Una.

- ¿No me lo vas a decir? ¿No confías en mí?

- Sí, sí que confío en ti pero...

- ¿Pero?

- Está bien, te lo explicaré. Ven vamos.

Fueron caminando de la mano sin hablar, hasta que al girar una calle Eva paró en seco delante de un local.

- Es aquí.

- ¿El qué? – preguntó Hugo sin saber de qué hablaba.

- Ven – dijo abriendo la puerta y entrando.

- ¡Hola Eva! – dijo un chico joven.

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