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El tiempo corrió y mientras finalmente el alma furiosa zarpo de nuevo a tierras lejanas para saquear y llenar sus bodegas, en Corea de Sur, Saint vivía muy tranquilo y feliz, con los Duques y todos los miembros del teatro.

En un principio le había resultado muy difícil entender todo aquello, pero  con el pasar de los días y las semanas, este se adaptó como una vez lo había hecho a la vida pirata.

No faltaron las preguntas sobre su vida anterior, sobre su familia, amores y demás, aunque hasta que este no tuvo la suficiente confianza, no habló.

Su vida en el templo como monje, fue lo que más sensación causó para unos, así como su vida de pirata la causó en otros, aunque este nunca nombró a Zee pues le dolía recordarle, por lo que se lo guardó sólo para él.

El anciano Duque estaba al tanto de lo que sus hijos sentían por el castaño pero no podía hacer nada, ya que al parecer este había sufrido mucho y no quería relaciones, tan solo pensaba en trabajar y vivir en paz.

...—Padre pero yo quiero hacerlo mi esposo, por favor tienes que convencerlo

—Mild, dale tiempo... creo que ha sufrido mucho y si es tu destino, se te dará no te preocupes, ten paciencia.

—¿Y por qué tiene que ser para ti?, yo también quiero casarme con él—Hablaba su otro hijo.

Poco a poco, entre estos creció una rivalidad, ya que los dos amaban a este con total pasión y los dos querían hacerlo suyo, por lo que Suttinut empezó a preocuparse.

El castaño estaba encantado con la vida de  actuación y pronto derrochaba talento pues sorprendentemente se le daba muy bien y le resulta bastante fácil actuar.

Los invitados, visitas y todos los que iban a la mansión de los Suttinut alababan la actuación de todos los actores pero sobre todo elogiaban a Saint pues era tan adorable en escena y resultaba tan conmovedor, que bordaba cualquier papel que hiciese.

Los invitados, visitas y todos los que iban a la mansión de los Suttinut alababan la actuación de todos los actores pero sobre todo elogiaban a Saint pues era tan adorable en escena y resultaba tan conmovedor, que bordaba cualquier papel que hiciese

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El gran dilema entre sus hijos y lo que decidan sentir por Saint y la fama y el prestigio que este le daba a su persona y su grupo de teatro, tenían en un sin vivir al viejo Duque pues no quería despedirlo.

El castaño estaba feliz y dichoso, aunque no todo eran aplausos, risas y elogios, ya que cuando todo eso cesaba, este volvía a la realidad y su realidad era que en su interior, había un gran vacío y dolor pues, extrañaba tanto a Zee, a su olor, su rostro y su cuerpo, incomparables con nada, su boca, sus labios y los besos que le había robado, lo atormentaban hasta que finalmente se quedaba dormido, era desgarrador.

Lo extrañaba tanto, que en ocasiones se sentía ahogar, pensando que moriría si no volvía a verlo de nuevo, sobre todo recordaba el tiempo juntos pero entonces pensaba en la chica que seguro ya sería su esposa y su alma lloraba sangre.

Durante los meses que vinieron después, siguió pensando en Zee y en todos ellos, en cómo serían sus vidas campaña tras campaña, si encontrarían más tesoros en cada lugar de su Hispania querida.

Pensó AA  y sus enseñanzas, en Tay y sus clases con la espada, en New y sus buenos consejos, en cierto modo estaba tranquilo pues estaba seguro que estos cuidarían de su capitán, ya que eran muy buenos amigos y lo querían mucho.

También pensó mucho en Griselda y aunque habían estado algunos meses juntos pero esta era una buena mujer bondadosa y le había cogido mucho cariño, ya que esta también le había dado buenos consejos y también​ cuidaría muy bien de Zee.

Sus primeros días en el barco, también ocuparon su mente, lo mucho que temía y odiaba a este y luego como poco a poco y sin saber como, su corazón no sintió odio por el Capitán sino que sintió amor.

El castaño intuía el amor de los hijos del Duque pero no podía corresponder a ninguno pues este estaba ya ocupado.

El atractivo capitán se había quedado a vivir en su corazón, por lo que Saint sabía que ya jamás volvería a amar a nadie como lo amaba a él.

A su elección había puesto distancia y a pesar de todo el tiempo pasado, su amor nunca se marchitaba, ni siquiera se disminuía, ya que siguió intacto, tanto que este vivía temiendo que este le seguiría hasta la muerte e incluso más allá de esta.

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16. Mi ardiente capitán -Zaintsee - TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora