-XXXVII-

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Saint estaba muy contento, por fin había conseguido todo el dinero que le hacía falta para irse y aunque suponía que Zee ya estaría camino de lugares para saquear, confiaba en llegar a tiempo y advertir a las mujeres.

Este contrató un hombre enorme que por dinero suficiente, hacía todo lo que le ordenase, era así como un asesino a sueldo, el cual lo protegería de Perth u otro que osaba tocarlo de nuevo.

Finalmente viajó en ferrocarril pues contratar protección se le salió más del presupuesto de lo que había calculado.

Cuando al fin llegó a casa de Zee, este se encontró con algo​ que jamás se esperó.

...—Oh por todos los dioses, Saint—Griselda casi se desmayó al verlo allí de pie, en la puerta después de años.

—Hola— saludó este abrazándola.

—Griselda... ¿Quién es?—gritó Anna desde la sala.

—Pasad, no os quedéis ahí—volvió a decir la mujer.

Este entró hasta la sala donde Anna y Pam estaban sentadas leyendo.

—¿Saint?—hablaron las dos a la vez.

—Hola, me alegro de veros bien.

—¿Qué haces aquí?, ¿Cuando has llegado?.—preguntó la mujer acercándose.

—He llegado hoy y he venido a hablar sobre tu sobrino Perth... he querido venir antes pero tuve que reunir el dinero suficiente y me llevó un tiempo hacerlo.

—¿Sobre Perth?.

—Si Pam...él no es quién dice ser, perdón Anna, sé que es tu sobrino pero no es buena persona, él quiere robaros todo, quier....

—Lo sabemos, ya lo hemos descubierto —Le interrumpió Anne con un suspiro.

—Me alegro, ¿él ya no está con ustedes, verdad?, menos mal

—Ven hijo, siéntate con nosotras.

Este le ordenó a Thomas, que así se llamaba su guardaespaldas, que lo esperase fuera y acto seguido se sentó con ellas.

De repente se oyeron risas y corretear de piececitos pues eran los hijos de Zee que venían de terminar la merienda en la cocina.

—Ho-Hola, ¿Y tu quién eres?—pregunto Fighter curioso.

—Saint, estos son Fighter, William y la pequeña Lawan.

—Oh vaya son hermosos—Habló el castaño mirándolos con ternura.

—Niños, id a jugar, los mayores estamos charlando.

—Está bien abuela.

Tras irse los niños, Saint estaba pensativo.

—William es igual a mi difunto esposo, lleva su nombre con orgullo.

El castaño recordó aquella vez cuando Zee le dijo sobre su padre, lo valiente y fuerte que era.

—Lamentablemente su querida madre, murió a dar a luz a la pequeña, fue una pena, Sammy era un ángel.

—Lo siento mucho, pobres niños... quedarse sin su madre tan pequeños, es horrible, lo sé porque a mis hermanas y ami nos ocurrió — dijo este muy apenado

—Oye y bueno cuéntanos, ¿qué pasó entre mi sobrino y tú?

—Lo de ese elemento, es una historia muy larga... ¿por cierto dónde está?—dijo este muy molesto.

—Ya no nos molestará más, está metido entre rejas—dijo sonriendo la más joven.

—Bueno, por lo menos os habéis librado de él antes de que os jodiese la vida.

Anna suspiró profundamente.

—No, no es así...por su culpa mi hijo está preso también.

El castaño se levantó rápidamente.

—¿Cómo que Zee está en la cárcel?, pero ¿qué pasó?, yo creí que estaba ya lejos de aquí.

—No, hace algún tiempo, se me engañó para que le diese una gran cantidad de dinero, entonces faltó durante días y cuando regresó estaba todo golpeado diciendo que lo habían raptado y quitado el dinero...mi hijo no le creyó, así que lo obligó a trabajar en el barco y devolver el dinero pero para vengarse lo delató y los apresaron a todos.

—Oh Dios...tengo que ir a ver a Zee y a los chicos.

—Los chicos ya están libres, tan sólo están ellos dos.

—Hay que hacer algo, reuniremos todo el dinero que haga falta—habló el castaño nervioso.

—No hijo, Phiravich, el jefe de la guardia no quiere.

—Entonces cómo salieron los chicos, ¿así sin más?.

—Bueno, es que...es que...

Anne detuvo a su hija.

—No, no lo digas, es vergonzoso.

La chica la miró.

—Mamá, él es de confianza, nos entenderá.

—¿Qué pasa?, hablen de una vez

—Bueno, verás Saint... es que el tipo los soltó a cambio de sexo con nosotras pero para soltar a mi hermano quiere algo especial, dice que nos avisará lo que quiere cuando se decida.

—Oh Dios mío, menudo cerdo pero ¿qué le pasa a los hombres, solo piensan con la polla o que?.

Ellas se encogieron de hombros

—Quiero ir a verle, ¿me acompaña alguien?.

Anne se levantó también.

—Claro cariño ...yo iré contigo, solo te pido un favor— El castaño asintió—... No le digas nada a mi hijo nada de esto, él no debe enterarse.

—Tranquila, no le diré nada.

.......

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16. Mi ardiente capitán -Zaintsee - TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora