-XLIV-

316 68 12
                                    


La última despedida del jefe de la Guardia fue con grandes honores y como era de esperar, todo el pueblo acudió, así como el gobernador y demás autoridades

Saint se quedó sólo, vacío y muy perdido pues a pesar de no haberlo buscado, en Mean Phiravich había encontrado a la única persona que lo había amado y se lo había demostrado

Este pensaba que jamás volvería a encontrar a alguien así, ya que lo que había comenzado siendo un sacrifico para él, se había convertido en una paz y estabilidad diarias que de alguna forma lo habían hecho sentir felicidad.

Durante semanas recluido en su habitación, ya que no quería separarse del olor de su esposo en su almohada, ni el de su ropa, ni tampoco del lecho donde este había respirado su último aliento de vida, tras salvarlo.

No tenía fuerzas para continuar pues creía que de nuevo Dios lo estaba castigando por haber sido muy desagradecido con Mean pues aunque su matrimonio había durado apenas meses, había sido suficiente para conocer a una persona que siempre le trató co respeto y lo había amado y cuidado.

El jefe lo había amado sin condiciones, sin límites y sin esperar nada a cambio y a pesar de que este parecía un hombre muy seguro, perverso y ambicioso, este descubrió que realmente era un hombre solitario y falto de cariño.

Él nunca había conocido a alguien que amase así, tan solo había tenido la mala experiencia de amar a Zee durante años sin siquiera recibir al menos una mirada de amor y la horrible desilusión con Perth.

Sin embargo, a pesar de sentirse muy mal por no haber aprovechado cada omento con su difunto esposo, se consideraba afortunado por haber visto ese amor incondicional el poco tiempo que lo tuvo.

Estaba muy arrepentido de no haber podido corresponderle como se había merecido y sobre todo se sentía un miserable por haberle causado el dolor de saber de su pasado.

Durante ese tiempo, a su puerta llamaron y llamaron pero este nunca abrió, no quería ver a nadie y no fue hasta casi pasadas tres semanas cuando se sintió con las fuerzas suficientes para atender a alguien.

Finalmente, ante su puerta apareció un hombre que dijo ser el escribano del difunto jefe de la guardia, él cual traía unos documentos.

...—Buenas señor... quisiera hablarle un tema de vital importancia.

—Está bien, pase—dijo este no muy convencido

—Bien ...no sé si sabe que todos los guardias nombramos un heredero porque nuestro trabajo es muy peligroso, así que firmamos este documento,... Phiravich no tenía familia, por lo que tenía cedido sus pertenencias a la comandancia pero hace unos días lo había cambiado y lo había puesto como beneficiario a usted, su esposo.

—¿Está diciéndome que me dejó todo lo que tenía a mi?—este lo miraba incrédulo pues jamás hubiese  pensado eso, ni siquiera sabía lo que Mean poseía.

El hombre empezó a nombrar todo lo que pasaba a manos de el, mientras este sentía como su cabeza daba vueltas de tan solo de escuchar todo aquello.

Este le había dejado la casa en donde estaba, todo su oro y plata, los cuales estaban a buen recaudo en la caja fuerte secreta de hierro forjado de la comandancia y varias propiedades en la cuidad... de la noche a la mañana, Saint era en un hombre rico.

Durante días dudó si aceptar o no la herencia pero llegó a la conclusión de que si su esposo lo había elegido para custodiar sus pertenencias, por el respeto al amor que este le había tenido y demostrado, debía hacerlo.

Cuando se sintió con ánimos, días después, este visitó esas propiedades, que consistían en dos casas más y dos amplios locales juntos, con lo que se sintió muy abrumado pues aquello era enorme.

Durante los últimos años en los que este había estado en Corea del Sur, había soñado con tener su propio teatro o una escuela para enseñar a otras personas el arte de la actuación e incluso lo había hablado con sus compañeros en alguna ocasión.

Sintió que una vez más, Mean le estaba salvando la vida pues le estaba dando una razón para vivir y hacer lo que soñaba, ya que decidió que iba a hacer lo que más feliz le hacía, actuar.

Tras dos meses de duro trabajo y mucho oro y plata invertidos, Saint convirtió esos locales en un hermoso teatro y una escuela de actuación para jóvenes talentos.

El castaño puso los nombre a sus negocios en honor a su esposo y benefactor: «Escuela de teatro Phiravich» y «Teatro El ángel».

Tras superar algún que otro tropiezo, en e comienzo, este consiguió arrancar con éxito su negocio y enseñar su arte.

Empezó con pocos alumnos y muy poco público pero poco a poco sus locales se fueron llenando y cosechando éxito tras éxito.

Las Pruk eran sus mayores fans, ya que no se perdían ninguna de sus obras de teatro.

....—Muchas felicidades, te lo mereces—lo felicitó Anna orgullosa.

—Gracias, eres muy amable.

—Eres increíble, jamás pensé que esto se te daría tan bien... realmente has nacido para esto— le dijo también Pam.

Era cierto, Saint jamás se sintió tan vivo ni tan a gusto en un lugar como cuando se subía al escenario de un teatro, ni como granjero, ni como monje, ni siquiera como pirata, podían compararse con la felicidad de estar actuando.

—Gracias...gracias, sois muy gentiles.

Aún así, este esperó ver alguna vez a Zee sentado en una de las butacas pero pasadas noches y más noches, eso nunca sucedió.

Lo cierto fue que el capitán estaba inmerso en sus propios negocios y había querido respetar el dolor del castaño, ya que había visto con sus propios ojos, lo doloroso que había sido para Saint el perder a Mean y lo entendía pues el ya había sepultado a dos esposas.

......

No olvidéis votar y comentar

16. Mi ardiente capitán -Zaintsee - TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora