-XVI-

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Ya todo estaba listo para la cena, así que la familia Pruk muy elegante, se reunió e el salón para esperar a su invitada.

—Hijo, estas muy guapo, seguro que Samantha quedará rendida a tus pies.

—Madre por favor, deja de ser tan casamentera, solo es una cena.

De repente se escucharon unos golpes en la puerta y una de las doncella fue rauda a abrirla.

—Buenas noches señorita

—Buenas noches, soy Samantha, la familia me espera.

—Si, claro pase.

La hermosa invitada fue llevaba al salón con lo anfitriones.

—Hola querida, sé bienvenida a nuestro hogar—habló Anne muy sonriente al verla—…ven, acercate querida....mira, estos son mis hijos...Pam mi hija menor y mi apuesto hijo Zee.

El joven capitán se giró y ante él se encontró a una hermosa y tímida jovencita.

—Mu-Mucho gusto.

Tras los saludos y halagos a su invitada, todos se sentaron a la mesa y encantados con su visita, la familia se deshizo en atenciones para ella

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Tras los saludos y halagos a su invitada, todos se sentaron a la mesa y encantados con su visita, la familia se deshizo en atenciones para ella.

Anne moría porque su hijo se casase ya y le diesen nietos y Samantha era la mejor candidata pues era de buena familia, hermosa, encantador y nada presuntuosa ni arrogante, al contrario, era muy tierna y adorable.

En un momento, cuando ya estaban por el segundo plato, Griselda apareció y le habló algo al oído a Zee, entonces este se disculpó y acto seguido se levantó.

Unos minutos después, este regresó con el ramo de orquídeas que había comprado pues aunque su intención había sido darlo a la llegada de la muchacha, este no estaba en el mueble de la entrada y curiosamente había aparecido en la parte de atrás de la casona.

Este también le regaló un rico y caro perfume del que Saint no sabía nada pues el joven capitán lo había guardado en el bolsillo de su chaqueta.

Al verlo, el castaño se enfureció más pues no sólo su estrategia de esconder el ramo no había funcionado, sino que además había otro obsequio para la invitada.

...—¿Por qué le dijiste donde estaban las dichosas flores?—le reprocho este a la anciana mujer.

—Se razonable muchacho, no te conviene endurecer a los Pruk...olvídate, es imposible que mi niño se fije en ti, esto solo te hará sufrir— lo cierto era que Gisela decía eso porque en realidad no tenía idea.

Lo cierto era que ante su familia, Zee jamás había mostrado indicios de que le gustasen los hombres y mucho menos el exmonje.

—Lo sé pero no puedo evitarlo...sin darme cuenta me enamoré de él, olvidando mi procedencia y mis votos sagrados...por ello Dios me está castigando y creo que nunca seré feliz...lo mejor será irme de aquí— dijo este cabizbajo.

16. Mi ardiente capitán -Zaintsee - TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora