2. F•24 ²

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Mis clases en la academia seguian de manera regular. Cuando un maestro se retrasaba, yo aprovechaba ese tiempo para leer la información que me habian dado en la galeria, o hacía búsquedas en internet para actualizarme sobre las
últimas exposiciones y qué artistas habian pasado recientemente por sus salas. Rechacé unas cuantas invitaciones a comer con mis compañeras de clase porque sabia que podía distraerme más de la cuenta y descuidar las horas que dedicaba a mi preparación, pero sabia que era un sacrifhcio que me ayudaría más adelante.

Los días de espera pasaron en un parpadeo. Estaba nerviosa con mi primer día en la galería. A las ocho fui a toda prisa a la escuela a entregar un trabajo, no podía entretenerme si veía a algún conocido, tenía el tiempo medido para regresar a mi departamento, cambiarme e ir a F.24.

  No habia pensado en cómo vestirme, necesitaría llegar muy formal y elegante o con ropa casual?
Escogí vestirme con un suéter largo hasta la mitad del muslo, botas color negro arriba de la rodilla, y con un maquillaje nude, porque aunque para mí la imagen y el cuidado personal eran lo más importante, no quería causar una impresión incorrecta. Bebí el café rápido y salí a las once
en punto. A las once y media ya estaba en la puerta de la galería, lista para presentarme ante Olivia. El proceso de entrada era el mismo hasta llegar con Jessica, la mujer que me hizo firmar el contrato de trabajo.

—Aqui tienes tu gafete, no lo olvides. Debes registrarte todos los días con tu huella digital y entrar por la puerta lateral para ir directo a tu offcina. Este es un teléfono celular

que usarás para atender todos los asuntos relacionados con la galería. Yo te llevaré en este momento a tu lugar, junto con tus demás herramientas de trabajo, pero mañana todo
lo harás sola.

Estaba muy emocionada. Como la vez pasada, camine viendo el interior del área de trabajadores: un lugar lleno de esculturas forradas con papel, tela y plástico, tal vez acababan de llegar, se iban de la galería o estaban a punto
de ser instaladas. Pasamos por un taller de escultura y grabado donde desde temprano trabajaban algunas personas.

—Esta área es para artistas. A veces tienen que venir aqui a armar las piezas porque no se pueden mover por avion o carretera sin dañarse –explicó la mujer, como leyéndome la mente–. Llegamos. Esta es tu oficina.

Esa zona era de concreto blanco, pero la pared que daba al pasillo tenía una parte de cristal y se podía ver quién estaba dentro o fuera. El espacio no era muy grande, pero sí bastante iluminado. Había un escritorio pequeño vacío con una silla sencilla y enfrente de ese uno más amplio,
lleno de papeles, una silla de piel de muy buen tamaño, un par de portarretratos y un pequeño cactus.

—Disculpa ese desorden –interrumpió la mujer, una vez más casi leyéndome los pensamientos–. Estarás aquí con Sebastian, el jefe de los asistentes. De hecho, serás su mano derecha, él se encarga de muchas actividades en la galería y necesita apoyo.
  Sebastian pasará la semana completa en Chicago, todo lo que necesites lo tienes que resolver con él cuando regrese. En el cajón superior hay una guía con los números de las personas dentro de la galería, por si necesitas de mi ayuda o la de alguien más. Espero que no, y que puedas con el trabajo tú sola. También está tu agenda, revisa las actividades y comienza con lo que te señalé para hoy.

—Muchas gracias –Jessica solo me devolvió una mirada de fastidio–. Le llamaré en caso de que no entienda algo

—Espero que no, señorita Lee, a menos que sea
una emergencia. Todo está bastante claro en la agenda. Hasta luego.

La mujer se fue sin despedirse. Acaso todos eran así de fríos en el mundo del arte en Nueva York? Por mi experiencia en la escuela, algunas exposiciones y trabajos de medio tiempo que había tenido, podría jurar que sí. Por ahora no valía la pena pensar demasiado en ello, era el lugar que yo había escogido y estaba segura de que pertenecía a él. Podría hacer mi trabajo de manera sobresaliente, planeando cada detalle a la perfección, como estaba acostumbrada.
Me senté en la silla detrás de mi escritorio, coloqué mis cosas, saqué la agenda del cajón, y apenas comenzaba a revisar los pendientes de ese día, cuando el timbre del teléfono me sorprendió

Finalmente Soy Yo • Lesslie PolinesiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora