4. UN LUGAR SECRETO ²

564 24 1
                                    

  Dylan no contestó. Exhaló con molestia y dio media vuelta, cargando su caja. Antes de irse, dijo en voz baja pero firme:

—Adiós, Señorita Arcilla.

Escuché sus pasos perderse en el pasillo. Las piernas aún me temblaban, le había hecho frente aun sabiendo que él podía causarme un problema muy grande con Olivia, pero me sentí orgullosa de haber sacado el temple necesario para no ceder.         En cierto modo, defendí mi participación en la feria.
    Cuando no escuché más ruido, me quité el delantal y salí para ir a casa. Otra vez había pasado por un torbellino de emociones en F•24 y no podía imaginarme qué vendría después, porque cada día ahí era una prueba para mi carácter.

🌟🌟🌟


Gracias a que el sábado Hanna y yo fuimos a ver el show de Sebastian, mi ánimo mejoró y la ansiedad por la sorpresa en la bodega se fue desvaneciendo, incluso podía mensionarla como anécdota. Salir con mis amigos me ayudó a dejar atrás ese asunto, despejar mi mente y llegar a la ficina el lunes sin preocuparme porque Dylan me acusara, que era muy probable.
    El día del show Hanna y yo teníanmos una mesa justo adelante, cerca del escenario,, y cuando anuciaron a nuestre amigo como Lady Vogue, interpretando uno de los éxitos de Madonna, Hanna y yo nos deshicimos en aplausos. Las luces
del lugar cambiaban de rosa a azul y morado, y Lady Vogue se desplazaba con pasos largos y recibía halagos del público por la perfección de su baile. Confirmamos que era un artista en toda la extensión de la palabra, una persona totalmente distinta en el escenario, que no se parecía en nada al hombre serio detrás de las negociaciones más importantes en el mundo del arte contemporáneo.

  Cuando terminó el show de las tres canciones y el público pedía una más, Lady Vogue se despidió y nos lanzó un par de rosas del ramo que sus seguidores le habían llevado esa noche.

—Estuviste increíble –le dije apenas se sentó–. Eres fantástico y aquí te aman.

—Y yo los amo a ellos. Es momento de brindar –dijo Sebastian cuando llegaron los cocteles que había pedido para los tres. Se veía sumamente entusiasmado y continua y continuaba mandando saludos a las personas que le aplaudían desde varias mesas.

—Ana me ha platicado que tienen una carga de trabajo muy fuerte ahora que comienzan las exposiciones varias galerías de Nueva York. Las exposiciones, las galas –dijo Hanna.

—Más que eso, te contó lo de nuestro hermoso dolor de cabeza llamado Dylan? –preguntó Sebastian, sonriendo. Después de que le platiqué sobre la conversación que escuché entre él y su madre, Sebastian y yo nos preguntábamos constantemente si ese dia o al siguiente continuaría habiendo problemas entre ellos. Dylan no era un tema importante, pero salia a colacion de vez en cuando mientras trabajábamos.

—Dylan? No, para nada, cuéntenme.

—Pues nada en particular –contesté algo seria, sin darle demasiada importancia–. Es el hijo de Olivia. Ya te imaginarás, un chico caprichoso que no hace absolutamente nada en la galería.

—No, no, no, Ana –interrumpió Sebastian, sonriendo una vez más porque el tema a veces le causaba algo de gracia–. Dile lo importante, cuéntale que es hermoso. Ja, ja, ja. –Intenté permanecer seria y no pude. Ya habíamos llegado a ese punto–.

—Pues sí, la verdad es que es guapo.

—Guapo? –volvió a interrumpir Sebastian. Era obvio que, aunque jugando y alegre por esa noche tan divertida que estábamos pasando, quería que yo admitiera lo obvio–. Si solo fuera guapo no lo mirarías abobada cada vez que pasa por la oficina. Hanna, querida, déjame describirte al Junior de la galería: veintisiete años recién cumplidos, es mas alto que yo, y eso ya es bastante, cuerpo fuerte como de alguien que hace ejercicio pero sin abusar, cabello negro medio ondulado, ojos verdes, cejas pobladas, piel blanca como la de un fantasma. O sea, es hermoso.

—Entonces no le veo mayor problema –diio Hanna, y comenzó una anécdota sobre algunos chicos del ensamble de baile en el que participaba, que justo por ser muy atractivos sí eran un dolor de cabeza tanto para coreógrafos como para el resto de los integrantes.

—Con Dylan sí hay problema –interrumpí–. Según escuché, él no sabe nada de la empresa ni le interesa, nunca se ha querido involucrar, y ahora que Olivia lo está obligando puede haber un problema mayor, porque él no tiene idea y nosotros tendremos que resolverle la vida.

–Dylan estudió administración o negocios, algo así, pero ve tú a saber qué hace el junior, si vive viajando, gastando, no sabemos en qué. Obviamente no quiere nada con una empresa que lo mantendrá atado a un escritorio –intervino Sebastian. Le dio un trago largo a su coctel,
fijó la mirada en un punto lejano como si meditara, y continuó–. Lo he tratado lo suficiente, no es una mala persona, ha sido educado, incluso amable conmigo, pero la galería no es su lugar, y alguien que está obligado a administrar un negocio que no le interesa solo puede generarpequeños y grandes problemas.

—Seria interesante averiguar –dijo Hanna. Yo conocia ese tono de voz, el de curiosidad que utilizaba cuando quería darme una idea un poco loca.

—Si, aunque podríamos encontrarnos con cosas muy oscuras –dije, recordando su presencia en la bodega y el apodo que me había puesto.

—Bueno, preciosas, esta es nuestra noche, dejemos de lado los temas de la oficina. Ouiero que me aplaudan mucho cuando vuelva a cantar –dijo Sebastian. Los tres levantamos nuestras copas y brindamos por una noche tan divertida, que nos mereciamos totalmente.

🌟🌟🌟

El lunes, llegando a la oficina, como si él me hubiera estado esperando, vi a Dylan en uno de los pasillos. Era inevitable no pasar por ahi, aunque traté.

—Buenas tardes, Señorita Arcilla –dijo, acercándose demasiado a mí.

–Hola, Dylan. Necesitas algo?

—No, nada en particular, solo quería saber de qué se trata tu proyecto secreto..

—Debo pedirte que vayas a tu oficina? –dijo una voz que me hizo temblar en ese momento.

.
.
.
Pueden encontrarme en instagram como @Mabel_Pimentel02.

Finalmente Soy Yo • Lesslie PolinesiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora