4. UN LUGAR SECRETO ¹

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Gracias a la orientación de Sebastian, los días mejoraron y fueron tomando forma. El trabajo era mucho, siempre tenía algo que hacer: llamadas pendientes, enviar correos, catalogar material, hablar con personas, hacer resúmenes, pero el tiempo me alcanzaba a la perfección. Mis clases también iban de maravilla, me sentía más motivada, dibujaba cuando tenía algo de tiempo libre y pintaba en mi departamento si tenía oportunidad; el trabajo en la galeria me inspiraba mucho y me motivaba todos los días.

  Sebastian me dio el último impulso que necesitaba para tomar una importante decisión: participar en la Young Art for the New World. Estaba interesada desde que llegue a vivir a la ciudad, era un evento que sonaba en todos los  rincones del mundo del arte, ya que era una plataforma para el despunte de nuevos artistas. Varios de los pintores más sobresalientes de los ultimos tiempos habían expuesto en la feria, y uno de mis sueños era estar ahí, con mi nombre escrito en el catálogo.
   
  Esperé con muchas ansias la fecha de salida de la convocatoria, que siempre era durante el verano, y mi sorpresa fue enorme cuando leí la temática: "el espíritu de la naturaleza". Este año los participantes debían enviar un video de una escultura relacionada con la naturaleza y la fuerza del alma del artista. Sentí como si una cubeta de agua fría me hubiera caído encima: yo pintaba y dibujaba, esa era el área en la que estaba más cómoda, y la escultura era un terreno en el que aún no me sentía segura.

—¿Vas a esperar a que alguien haga exposiciones solo con lo que sabes hacer y ya te queda perfecto? –me dijo Sebastian cuando le conté que no postularía–. ¡Hazlo! No pierdes nada.

—Y si...?

—Nada, Ana, no hay excusas. ¿Acaso no crees en los retos? Estar en F•24 ya es uno. Participar por un lugar para esa feria será otro.

ssi fue: me inscribí con algunas de las piezas que habia desarrollado en la academia. Los profesores me decian que estaban muy bien, tenía aptitudes para la escultura y valia la pena que le dedicara más tiempo, pero aún sentía miedo, era un territorio no explorado por completo.
    Quizá por eso no pude creerlo cuando me llegó el correo de aceptación para la siguiente etapa: el comité dictaminador habia visto mi trabajo previo y las piezas, y me invitaba a enviar a enviar el video explicando una nueva obra inspirada en la naturaleza, Sebastian y yo saltamos de emoción, el estaba en lo cierto solo era cuestión de decidirme a salir a conocer ese territorio extraño.

—Tenemos que celebrar –dijo–. Quiero que Hanna y tu vayan a verme a mi show el sábado.

Yo le había platicado mucho sobre Hanna y nuestra amistad que ya podía considerar una hermandad, incluso se conocieron cuando ella fue a la oficina a llevarme la agenda que se me había quedado en la sala al salir temprano, con todo y paraguas. Ambos se cayeron muy bien en cuestión de minutos, por eso la tenía tan presente.

—Tu show? –pregunté, un poco confundida.

—Mi show drag –contestó Sebastian. En ese momento se le iluminó el rostro con una sonrisa y pude adivinar que se trataba de algo muy especial–. No te dije que soy increible cantando?

Sonreí y de inmediato le dije que sí, Hanna y yo estaríamos entre el público aplaudiendo v disfrutando de su show. Esa era una de las cosas que más me gustaban de Nueva York: uno decide ser feliz de muchas maneras.

—Pues bien, platícame, qué has pensado enviar a
la feria? Tienes alguna escultura relacionada con el tema comenzarás desde cero?

—He pensado en un par de opciones, pero hay un
problema, y es que en mi departamento no cuento con el espacio suficiente para rabajar. Tendría que desmontae el espacio donde pinto, hacer a un lado los muebles de la sala y..

—Eso no es problema. Ven conmigo.

Sebastian y yo bajamos al sótano, donde estaban las bodegas de la galería. El tenía un manojo de llaves, seleccionó una y abrió la bodega del final del pasillo.

—Esta no se ocupa desde enero. Ahora será tu espacio de trabajo para que comiences a hacer las piezas para la feria.

—En serio? –pregunté, impresionada–. Pero yo...

—Nada de pretextos. Toma la llave y cuídala. Nadie viene aquí, y es mejor que este lugar sea aprovechado por una artista.

Le di un abrazo muy fuerte. Me sentía muy agradecida; además de ser un jefe con el que estaba aprendiendo mucho, tenía esos gestos de bondad que difícilmente pueden hallarse en un mundo tan competitivo como el de las artes.

🌟🌟🌟

Los días siguientes fueron un torbellino de emociones. Poco a poco llevé el material a la bodega, teniendo cuidado de que nadie me viera porque no quería meter en aprietos a Sebastian. Me quedaba en el espacio clandestino Sólo una hora después de mi salida, no quería levantar sospechas el lugar era enorme, aunque no tenía mesa ni sillas que me facilitará el trabajo, pero eso era lo de menos, ya vería como arreglármelas.

  El viernes, cuando por fin tuve listos unos soportes metálicos, sentí que el corazon se me iba a salir del pecho por el susto que recibí en la bodega.

—Qué haces aquí? –dijo Dylan cuando entrando con el delantal de trabajo, modelando una pieza dr arcilla

—Yo, yo..

—No tendrías que estar aquí, esta bodega está clausurada. Cómo entraste?

La voz de Dylan no se parecía en nada a la que conocía de todos los días, despreocupada y alegre, a veces cínica: ahora sonaba molesta, fría, como la de su madre después de discutir con él.

—Dylan, yo...

—Qué haces con este material? Estás tomando cosas de la galería?

—No... yo...

Me di cuenta de que él cargaba una caja con algunos sellos que no eran de la galería. No se suponía que la bodega estaba clausurada?

—Qué tiene la caja? Tú tampoco deberías estar aquí –dije, tratando de controlar mis nervios y con voz firme. Sabía que si bajaba la guardia, él me desarmaria por completo.

—Ese no es tu asunto. –Dylan nunca me había hablado así.

—Esta bien, te voy a decir. Si quieres acusarme, perfecto. Si me corren, perfecto también, pero no estoy haciendo nada malo. Estoy concursando por un lugar en la feria de arte muy importante de la universidad, llevo tiempo trabajando en esto, aceptaron mi propuesta, pero en mi departamento no hay espacio y Sebastian me prestó la bodega solo el tiempo necesario para terminar. Cuento con su aprobación, puedes llamarle en este momento para que compruebes que no miento. Todo el material que ver es mío, nunca tomaría nada que no lo fuera. Si quieres que me vaya, lo haré, ya no importa.

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¿Que creen que dirá Dylan?
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Me motivaría a seguir escribiendo el Libro de Lesslie

Finalmente Soy Yo • Lesslie PolinesiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora