5. Break Out ⁴

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     Estoy segura de que mi vida habría sido totalmente distinta, y no precisamente feliz.
    Siempre estuve cuidada por Pablo, el fue mi fortaleza, mi amigo, aliado y novio, tuvimos una relación durante seis años y en ese entonces yo veía todo de forma diferente. Ahora me tocaba ser fuerte por mi cuenta. Solo hasta ese momento, después de mucho tiempo, pensé en Pablo. Me di cuenta de que hacía mucho que no hablaba con él ni con mi tia abuela por estar tan ocupada con la galería y la escuela.

La exposición sería en París, a unas cuantas horas de mi pasado. Yo iba por trabajo, así que no podría escaparme un día o dos para visitar a mi tía abuela Susan o a mis amigos. Cuando le di la noticia, mi tía me había dicho que no podría ir porque había estado un poco resfriada y se encontraba en recuperación.
   Lo pensé muchas veces, le di demasiadas vueltas al
tema, hasta que decidi enviar un mensaje al celular de Pablo para avisarle que estaría unos días ahí y que sería agradable vernos para platicar. Habían transcurrido dos largos años desde que nos dijimos adiós.

     Mientras acomodaba en la maleta las últimas piezas de ropa, mi celular vibro. Era un mensaje de Pablo. Me había leído y contestado a pesar de la hora. Decía que haría todo lo posible por estar ahí y que, apenas supiera cómo iba a estar mi horario, lo pusiera al tanto para coordinarnos. No puedo negar que me emocioné muchísimo, me haría tanto bien ver a Pablo. Lo quería, nunca había dejado de quererlo, aunque sabía que nuestros caminos estaban totalmente alejados.
 

🌟🌟🌟


      Llegué a la misma hora de siempre a la galeria. Me habian citado con maletas y documentación ya que en punto de las doce el chofer de Olivia nos llevaría al aeropuerto. Esperaba en la recepción del edificio, poniendome de acuerdo con Sebastian para resolver asuntos a distancia el tiempo que durara el viaje, cuando llegaron Olivia y Dylan.

—Lista? –preguntó ella, hermosa y elegante como
siempre, pero con la voz de truen que hacía temblar a
cualquiera.

—Sí, señora. Todo listo.

–Suban mis maletas y las de Dylan –ordenó Olivia al chofer. Es hora de irnos.

Sebastian y yo volteamos a vernos inmediatamente. Y me hizo un gesto como diciendo "no sabía que él iba a ir", y yo le respondí con "lo que me faltaba". Dylan caminaba adelante, molesto como sienmpre, y se subió en el lugar del copiloto sin siquiera voltear a verme, mucho menos saludarme. Una más de sus groserías, pensé. Y eso que una noche antes, al irse con su mamá, ambos aparentaban estar tranquilos.

—Nos vemos dentro de algunos días –le dijo Olivia a
Sebastian a modo de despedida, no sin antes encargarle la exposición de Ron Mueck y que prestara mucha atención a todo lo que publicara la prensa sobre la de Merello. Y esque ese "algunos días" me pesó como una enorme escultura en la espalda, hecha de incertidumbre y algo de curiosidad.

   Estaba un poco nerviosa de pasar tantas horas en el
mismo vuelo que Olivia y Dylan. Durante el trayecto a París ninguno de los dos habló conmigo, parecían molestos entre sí, y solo me dirigian la palabra para preguntarme alguna cosa relacionada con el viaje, pero eso ya no me preocupaba, estaba de vuelta en Europa después de dos años, y me sentia en casa.

  París es la ciudad de ensueño para los enamorados y no puedo negar que durante mucho tiempo pensé que también lo sería para mí, pero mi vida había dado cambios tan radicales que ahora estaba ahí en un viaje muy importante de trabajo. Una vez más me sentí conectada con mi mamá por el tiempo que ella pasó estudiando, después de estar en Nueva York. Sentía que poco a poco yo seguía sus pasos: casi la misma edad y los mismos sueños. Incluso me costaba un poco hacerme a la idea de que así podrían ser mis
días si lograba crecer como artista.

   Cuando estuvimos en tierra frme, leí un mensaje de Sebastian. Decía que ya sabía por qué Dylan nos estaba acompañando de último momento:
   la noche anterior, despues de que los viera marcharse, una de las chicas de la galeria vio que regresaron cuando casi todo el personal se habia ido
unicamente quedaban los de seguridad, y escucho una
discusión entre madre e hijo. Ella le reclamaba que se iba a ir otra vez en una de esas escapadas que hacía y que nadie sabia a donde, y como pudo lo obligó a quedarse: le urgía que él se hiciera cargo de asuntos más importantes en la galería, comenzando por relación con los contactos comerciales, cosa que a él no le interesaba en absoluto. Dylan mencionó a su padre y Olivia le contestó algo que lo enfureció. El pleito llegó a tal grado que los gritos atravesaban las paredes y ella le dijo que discutirían su relación con la galería al volver de Francia, y si no quería hacerse cargo estaba bien, pero que la acompañara en esa ocasión.

    Parece que él había aceptado, tal vez pensando que así podría librarse por fin de sus responsabilidades, pero durante el viaje no noté que pusiera de su parte. Sebastian dedujo que Olivia había aprovechado la cena para anunciarle que viajaría con ella a París, porque era el único modo de comprometerlo más con los temas de la galería.

   Llegamos al hotel Shangri-La por la noche. Olivia revisó la agenda de actividades que le dio la organizadora de la exposición en París y me entregó una copia para que conociera mis obligaciones e itinerario.

—Mañana tenemos el día libre –dijo Olivia–. Quiero
descansar porque el jetlag me desagrada mucho. No necesito que estés conmigo, Ana, puedes irte... no sé, a ver la ciudad y ubicar la galería. También quiero que descanses, porque al día siguiente irás temprano a supervisar el montaje de la exposición. Inauguramos en la noche y quiero que todo se vea perfecto.

   Eran buenas noticias, ya podía avisarle a Pablo mi horario preliminar, porque con Olivia nada era definitivo, pero estaba segura de que el comprendería cualquier cambio de última hora. Me había acostumbrado a los desvelos desde que trabajaba por las tardes en la galería y estudiaba por las mañanas, no se me haría tan pesado el cambio de horario, pero sí los malos modos de madre e hijo.

—Está bien, señora Olivia, gracias –contesté–. Descansaré un poco y después me familiarizaré con la ciudad.

   Olivia no respondió, estaba muy cansada por las horas
en el aeropuerto y el tiempo de vuelo. Pidió que le subieran el equipaje a su cuarto y se fue de inmediato. Dylan tampoco hablaba, continuaba molesto, pero a mí ya no me interesaban sus berrinches de niño grande, quería disfrutar un día de tranquilidad en París lejos de los gritos y exigencias de esa familia. También subí al cuarto a dormir porque quería estar de pie muy temprano al día siguiente, dibujar algunas fachadas de la ciudad y ver a Pablo al mediodía.

Estaba entusiasmada, pero un poco nerviosa porque no queria que ese regreso al pasado fuera más difícil de lo que imaginaba.

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Finalmente Soy Yo • Lesslie PolinesiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora