7. Tu Secreto ²

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   Esperaba con ansias ese fin de semana. Ya había librado el estrés de enviar al jurado el video de mi escultura y tenía muchas ganas de celebrar, así que les propuse a Hanna y a Sebastian hacer algo el sábado por la noche. Hanna no podía, tenía ensayo con su ensamble de danza y después había quedado con Tom, su novio, así que solo Sebastian aceptó, pero me propuso hacer una actividad distinta. Quedamos en que pasaría por mí a las dos de la tarde. Cuando lo hizo nos dirigimos a Central Park y llegamos a una parada de autobuses a encontrarnos con el chico con el que Sebastian empezaba a salir, Andrés. Él ya nos esperaba, nos saludó cuando hicimos contacto visual y se acercó con una sonrisa.

—Sube, Ana, éste es el nuestro. Y ponte esto encima
–dijo Andrés y me dio una playera con los logos de varias asociaciones.

—¿Qué es esto? ¿Hacia dónde vamos?

—Iremos al parque Adirondack, vamos a participar en
una manifestación contestó Sebastian, mirando a Andrés con complicidad.

—¿Qué? No entiendo, ¿cómo que iremos a una manifes-
tación?

—Sí, al igual que todos los que están en este autobús y en los otros tres de ahí, mira por la ventana. –En efecto, no había notado la organización de las personas–. Nos manifestaremos por los derechos de la naturaleza y el respeto a los animales.

Estaba un poco desconcertada porque, de todos los planes posibles, jamás me imaginé que terminaríamos en algo así. Pero se me hizo una fantástica idea para celebrar lo cerca que estaba de participar en la feria, y nuestra actividad iba perfecto con la temática de la convocatoria.

Durante el trayecto, Sebastian y Andrés contaron que
se conocieron en la marcha de los derechos universales LGBTTQ-; ahí Sebastian se enteró de que era un activista y vio viable que lo acompañáramos a esta marcha por la defensa de la naturaleza. Le explicó que desde hacía algún tiempo era miembro activo de varias causas: había comenzado por los derechos universales sin importar el género y ahora toda su atención estaba puesta en la defensa de la naturaleza. Esta manifestación se hacía dos o tres veces al año al norte de Nueva York, y era muy importante ya que algunas leyes podrían aprobarse. Sebastian quería familiarizarse más con algunas de sus causas y esa manifestación sería una muy buena oportunidad.

—Convocaron a través de redes sociales, lo vi en Instagram porque sigo a Mike, uno de los activistas más importantes de Manhattan –explicó Andrés–. Tienes que conocerlo es un encanto, y es hermoso.

Cuando llegamos había cientos de personas, muchas
llevaban pancartas, también había niños y familias enteras. Caminamos entre ellos, la manifestación había llegado a su punto más importante, y los oradores hablarían. Sebastian me dijo cuál era Mike cuando tomó el micrófono y dio un pequeño discurso acerca de la protección de la naturaleza, el daño que le hemos ocasionado sobreexplotándola y la defensa de los derechos de los animales. Habló sobre la importancia de limpiar los ríos y el peligro que algunas zonas protegidas, además de que se está quitando de su lugar a los animales por los incendios de agosto y septiembre. Mencionó qué tan cerca estábamos de los depósitos de desechos de muchas compañías.

En lo que cada uno de los oradores decía había cosas
que yo sabía desde siempre pero no me importaban o no les prestaba atención hasta que las viví de cerca: Nueva York era una ciudad donde convivían todo tipo de personas, y yo no quería ser una más en la muchedumbre, alguien a quien no le preocupan los demás, ni la naturaleza ni el mundo ni nada, yo también quería hacer algo por los otros, al menos a partir de mi carrera como artista. Cuando Mike terminó de hablar, se unió a otro pequeño grupo de personas a su lado, y quedé impactada:

—Viste quién está ahí? –preguntó Sebastian, igual de
sorprendido que yo.

Era Dylan, con una playera como la que Mike usaba. No
tardamos en darnos cuenta de que era uno de los organizadores. Sebastian interrumpió mi observación:

—Nunca imaginé que él y Mike fueran amigos –comentó, y yo quise responder que nunca me imaginé que Dylan fuera activista o estuviera interesado por alguna causa.

Rápidamente le explicamos a Andrés quién era Dylan.
El evento tardó una hora más, y pronto los organizadores nos pidieron hacer filas para regresar a Manhattan en los autobuses que nos llevaron. Yo caminaba rápido, no quería toparme con Dylan, pero a Andrés y Sebastian se les ocurrió ir a saludar a Mike, y obviamente en el trayecto los encontramos. Cuando Dylan nos vio, puso la misma cara de sorpresa que nosotros.

—No sabía que... –dijo, un poco confundido y a tropezones.

—Felicidades por esto –interrumpi–. Es una causa muy
noble y debe ser tomada en cuenta.

—Dylan, háblales un poco de lo que hacemos –dijo
Mike, aún entusiasmado, después de saludarnos–. Es importante sumar gente.

—Bueno, la verdad es que... –Dylan titubeaba, pero
nos explicó–: llevamos años con esto, comenzamos con manifestaciones sencillas, sobre todo por los derechos de los animales y la protección del medio ambiente, y poco a poco fuimos convocando a más gente. Ahora nos organizamos para que estas peticiones sean ley después de las siguientes votaciones.

—¿Solo se hace esto aquí, en Nueva York? –preguntó Sebastian.

—No, para nada, y eso es lo interesante –interrumpió
Mike.

—Hacemos esto en todo el pais, y pronto lo haremos en otros, los que mas necesitan atención –dijo Dylan, mucho más relajado–. Por ejemplo, nos interesa que el agua limpia llegue a los lugares con más necesidad y que no sea acaparada por las empresas. Han sido años de trabajo difícil, pero vale la pena.

Yo todavía no podía creer lo que escuchaba y veía.
¿Dónde había quedado el tipo arrogante y grosero de la galería?. Este Dylan era una persona totalmente distinta, y me gustaba lo que veía en él. Incluso se notaba más sereno, entusiasmado pero feliz, y... guapo, eso no podía negarlo.

—Es hora de subir a nuestro autobús, Ana, o nos dejarán
–comentaron Sebastian y Andrés.

—Esperamos verlos pronto, en la siguiente manifestación –se despidió Mike. Por lo que veía en él y había escuchado un momento antes, era muy amable y simpático, eso me agradó.

No pude decirle nada más a Dylan, ya que un par de chicos lo llamaron para ayudar a recoger el material que llevaron y nosotros debíamos subir al autobús. Solo alcancé q decirle adios, y por primera vez me hubiera gustado estar mas iempo con él para escuchar por qué estaba ahi, si era activista, si su mamá lo sabía. Tenía muchas preguntas en la cabeza que quería resolver.

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Chic@s espero se lo esten disfrutando tanto como yo ❤
apoyenme dejando una hermosa estrella

Finalmente Soy Yo • Lesslie PolinesiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora