5. Break Out ¹

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A pesar de que mis obligaciones en la galería aumentaban todos los días, no podía descuidar el trabajo que estaba realizando en secreto en la bodega, ya que la fecha límite para mandar el video explicando mi obra estaba casi a la vuelta
de la esquina.
   Una tarde, justo a las siete, tomé la maleta de
mano donde guardaba el delantal de trabajo y un par de herramientas, y cuando entré a la bodega quedé sorprendida Dylan estaba ahí, junto a una mesa y una silla.

—Hola, Señorita Arcilla. Traje esto porque me estorba en mi oficina. Tengo un escritorio grande y esta solo ocupa espacio. Y como esto es una bodega, lo que me estorba debe estar aquí –dijo su voz sonaba distinta, esta vez no detecté un tono ironico, tampoco era el mismo que tenia todo el día en la galeria. Era como escuchar a un nuevo Dylan.

No supe qué contestar. Deje mi maleta de mano sobre la mesa y solo pense que era un alivio que por fin hubiera una silla.

—Y esos bocetos también podrían estar encima de la mesa, Se ven horribles esparcidos por el suelo –agregó, y ahora sí supe que lo decía en broma, sin mala educación ni protesta de su parte.

—Gracias –contesté. Qué más podía decirle, si me tomaba por sorpresa ese gesto que nunca hubiera esperado de él?

—Esto es una bodega, para eso sirve –dijo, sonriendo.

Tal vez se decepcionó de mi seriedad; pasó a mi lado y salió sin despedirse, ni siquiera por el apodo, cerrando la puerta tras de sí.

  Algunas personas están hechas de capas, me había dicho mi tia abuela Susan cuando yo aún era pequeña, y debes tener mucha paciencia si la capa que ves no es la que esperas,
  Porque debajo de esa hay otra y una más, y quizás alguna te Sorprenda. Yo pensaba una y otra vez en eso cuando veia a Dylan: cerca de Olivia tenía el comportamiento de alguien fastidiado o molesto con la vida, siempre estaba serio o decía cosas para enfadar a su madre. incluso algunos empleados de la galería preferían salir cuando el llégaba, porque no les caía nada bien y temían presenciar una confrontación entre los dos.
 
     La fama de hijo rebelde y desinteresado por los demás era esa capa que todos percibíamos pero tal vez hubiera una diferente debajo, porque yo también lo había visto tratar con amabilidad a personas mayores, acompañar a visitantes en su recorrido por la galería y explicarles detalles de algunas obras sin que tuviera la obligación de hacerlo, o llevar del brazo a alguien que no podía moverse con mucha facilidad. Todo eso lo hacía cuando pensaba que nadie lo veía y yo lo entendía hasta cierto punto, porque no debía ser nada sencillo tener una madre como Olivia.        

     Probablemente solo eran ideas mías y debía prestarles menos atención, pero también conmigo, a veces, se comportaba distinto. Dylan podía ser una enorme roca a la que había que cincelar mucho para revelar la forma de su interior. La bodega era una muestra de que debajo de esa capa de arrogancia y mala cara había algo más.
   
    Primero fueron la mesa y la silla, unos días después una lámpara pequeña, una herramienta portátil para soldar metal, un caballete de buen tamaño, y por último bolsas grises para desechar sobrantes sin que nadie pudiera revisar el interior. Todas esas cosas yo pude haberlas llevado desde el principio, comprarlas por mi cuenta o pedirlas prestadas, pero no lo hice, se me había pasado por completo, por eso me tomaba por sorpresa que alguien con su carácter hiciera algo así por una desconocida sin esperar algo a cambio. Sin embargo, a pesar de sus atenciones conmigo en la bodega, el trato de Dylan hacia todo el mundo en el ambiente laboral seguía siendo el mismo: no ayudaba en las tareas que su madre le asignaba,

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–Mis profesores casi no me dejan tiempo libre para poder estar activa–

Finalmente Soy Yo • Lesslie PolinesiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora