6. Reencuentro ³

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Al día siguiente todo estaba listo para la exposición. Trabajé temprano desde la sala de juntas del hotel, donde se llevaba a cabo una conferencia de prensa entre Olivia y varios de los principales periódicos de Francia. Faltaban pocas horas para el evento y yo estaba muy nerviosa pero emocionada.

El vestido que escogí para esa noche era muy sencillo, con un corte de sirena, color azul marino con morado, largo porque era una exposición muy importante. Un maquillaje con labios rojos y ojos glow me hacían sentir segura y có-moda. Una vez más, necesitaba tener todo bajo control. Fui al lobby a esperar a Olivia y a Dylan, pero solamente llegó ella. Era todo un ejemplo de elegancia y belleza, con un vestido blanco ajustado naturalmente a su esbelto cuerpo, sin ningún tipo de adorno, maquillaje nude, labios carmesí, aretes y collar de diamantes.

-Vámonos -dijo, con un tono de voz que de inmediato detecté incómodo-. Mi hijo dejó un mensaje, nos alcanzará allá.

Como siempre, pensé.
No se podía esperar demasiado de alguien que odia al mundo del arte, ni siquiera en una ocasión tan especial para su madre. Olivia iba visiblemente molesta, los primeros minutos intentó desquitarse conmigo haciendo preguntas sobre el montaje, los artistas que confirmaron asistencia, los compradores y detalles que afortunadamente yo dominaba a la perfección. Cuando llegamos, cada una ocupó su lugar: Olivia rodeada de gente importante en el mundo del arte, y yo cerca de ella, pendiente de que nada le hiciera falta.

Mientras caminaba hacia el sitio de los fotógrafos, encontré a Dylan de frente.

-Wow, qué bella te ves -me dijo sonriendo-. No sabía que detrás del delantal y toda la arcilla había una chica espectacular.

Sentí calor en mis mejillas y le devolví la sonrisa.

-Solo fue un baño y cambio de ropa -bromeé-. No
creo que sea para tanto.

En ese momento Olivia levantó un poco la mano, haciendo un gesto para que Dylan la acompañara.
La inauguración fue tan espectacular como las que yo
había visto en películas, documentales o notas de prensa, y mejor que cualquiera de las de F.24. Sebastian me había dicho que la prensa francesa suele ser muy especial, incluso podia esperar cualquier tipo de desaire, pero eso no sucedió, al contrario, ese era el inicio de un gran evento.

-Felicidades. -Escuché la voz de Pablo-. Fuiste parte
de esto.

-Estoy muy feliz. De verdad.

Después de saludarme, Pablo comenzó a moverse entre las piezas. No quería intervenir en mi concentración, y debía aprovechar la invitación de Olivia para estar entre los compradores potenciales de alguna obra para sus padres. Me hubiera gustado ser quien lo guiara y recomendara obras que valía la pena poseer, pero era imposible, solo podia verlo de reojo, y en uno de esos intercambios, sentí el peso de la mirada de Dylan.

A través de los años, Pablo y yo podíamos comunicarnos casi sin palabras, y de inmediato entendi lo que quería decirme: él no deja de mirarte.
Por la forma en que llegamos a establecer ese código de confianza, incluso tiempo después de ser novios, me di cuenta de que mi amor con Pablo se había transformado de un noviazgo a algo parecido a una relación entre hermanos. Me hubiera gustado no actuar de forma tan impulsiva cuando él decidió estar con Lilly Rose, pero las cosas ya estaban hechas. No había rencores, a él y a mí nos seguirían uniendo el cariño y las tres promesas que ninguno de los dos iba a romper, aunque sé que la vida tiene preparadas cosas diferentes para cada uno.

⭐⭐⭐

Luego de un par de horas, llegó el momento inevitable.

-Ana, ¿tienes unos minutos? -me preguntó Pablo
cuando calculó que Olivia no requeriría mi presencia.
Nos dirigimos a la entrada de la galería, ya comenzaba a hacer frio.

-Debo irme, mañana viajo temprano porque debo entregar un proyecto a un inversionista que está interesado en la empresa familiar.

-Muchas gracias por venir, Pablo. Esto significa mucho para mí. No me malinterpretes, yo...

-No tienes nada que agradecer. Te quiero mucho, lo sabes, fuiste una persona importante en mi vida, lo sigues siendo y lo serás. ¿Recuerdas que te prometí algo?

-Nunca te dejaré, te amaré siempre... te ayudaré a perdonar -contesté, conteniendo las lágrimas.

-Así es. Esas promesas siguen vigentes. Eres una mujer fuerte y te admiro mucho por eso, estoy muy orgulloso de verte triunfar.

Lo abracé muy fuerte, hice un esfuerzo por no llorar,
pero cuando me separé de él, ya había dos lágrimas en mis mejillas.

-Vas a lograr mucho, Ana. Estoy seguro. Cuida este corazón, hay alguien que lo quiere aunque por ahora solo sea grosero para ocultar sus verdaderos sentimientos -dijo
Pablo, dirigiendo la mirada al interior de la galería.

-¡Claro que no! Él y yo no tenemos nada que ver. Ni siquiera nos gustamos.

-Ay, Ana. Tú y yo somos como hermanos, nos conocemos de toda la vida. Descifro tus miradas y sé reconocer en ellas cosas importantes. Él no ha dejado de verte en toda la noche. También tienes que aceptar los gestos y detalles que tienen quienes quieren estar contigo. Háblame cuando suceda algo de lo que deba entrarme.

Los dos nos reímos. Ciertamente parecíamos un par de hermanos cuidando uno del otro. Volvimos a abrazarnos hasta que le avisé que debía volver adentro.

-Te quiero mucho, Pablo. Gracias por todo. Salúdame a Lily Rose, me hubiera encantado verla.

-También te quiero. Le daré tus saludos apenas la vea, vas a ser la mejor, Ana, ya verás.

En un par de minutos vi como una parte importante de
mi vida se iba en el sentido contrario a mí. Respiré profundo, no quería dejar escapar el recuerdo de Pablo, pero era eso, el recuerdo de un amor y la promesa de una hermanpara toda la vida. Levanté la vista y me dirigí al interior de la galería: ese era mi presente y tal vez sería mi futuro.

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Finalmente Soy Yo • Lesslie PolinesiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora