4. UN LUGAR SECRETO ³

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Olivia estaba a un par de metros. De inmediato me aparté de Dylan, porque pude adivinar que continuaba molesta con el y yo no quería ser parte de un problema familiar.

—Estaba ayudando a la señorita Lee. Ana, verdad? –dijo él, con la sonrisa que había sacado de quicio a su madre la vez anterior. Yo ni siquiera pude negar con la cabeza.

—Pasa a mi oficina, Dylan. Ana sabe cuál es su trabajo, Seguramente hoy tiene muchos pendientes por resolver.

Dylan siguió a Olivia y se perdieron por ese pasillo. Respire hondo y me fui a mi oficina, ya que tal como ella habia dicho, tenía muchas cosas por hacer. Cuando vi la hora de nuevo eran más de las seis, me quedaba media hora de trabajo antes de ir a la bodega. En ese momento sonó el teléfono celular del trabajo. Pensé que era Sebastian, que había ido a Brooklyn a ver unos clientes, pero otra voz habló a través de la línea.

—Ana porfavor, pasa a verme ahora –dijo Olivia. Su voz sonaba firme, quizás había peleado con Dylan de nuevo y él me había acusado.

Recogí mi agenda, por si tenia que ponerla al dia respecto a algún tema. Mientras me dirigía a la oficina temí lo peor, no se le veía nada contenta en el pasillo unas horas antes. Di un par de golpes en la puerta hasta que ella me indicó que pasara.

—Ana, estas noticias que llegaron esta mañana son sobre Break Out, nuestra siguiente exposición en Francia. Por favor, léelas y prepara un reporte de tres o cuatro páginas.

—Claro, señora Olivia. Lo tendré listo mañana llegando a la oficina.

–¿Mañana? Esto debe irse a prensa esta noche. En una hora está bien.

—¿Una hora? –contesté, viendo la cantidad de notas y calculando que me tomaría por lo menos cuatro horas hacerlo.

–Gracias, Ana. Como sabes, no te pediría algo asi –dijo con voz serena. Olivia sabía perfectamente cómo pedir las cosas– Deja el reporte en mi escritorio en una hora. Estaré aqui.

  Como siempre, Olivia fijó la mirada en unos documentos que tenía entre las manos y después tomó su tableta para dar por terminado lo que tenía que decirme.

–¿Cómo se supone que tendré esto listo en una hora? Es una locura –me dije al llegar a mi escritorio.

  Cabia la posibilidad de que, en efecto, yo lo terminará, pero no sería algo de lo que me sintiera orgullosa. No estaba acostumbrada. a hacer las cosas a las carreras, y mucho menos mi trabajo.

  Siempre buscaba la perfección, mi carácter no
me permitía menos, pero en esta ocasión no tenía alternativa.
   Respiré profundo y comencé a leer las notas. Definitivamente tardaría más de una hora en leer todas y hacer el reporte de tres páginas. Aunque comenzaba a sentir agotamiento y mucha hambre, me esforcé e hice el trabajo, no sin antes ir a la cocina para empleados y prepararme un café expreso y sacar de la máquina expendedora una manzana que me ayudaría con esa difícil tarea.

A las nueve de la noche tenía el reporte de tres páginas y media, lo imprimí y coloqué en una carpeta para llevarlo a la oficina de Olivia. En el camino me di cuenta de que todo estaba oscuro. Toqué a la puerta varias veces. Intenté abrir
y tenía seguro. Uno de los guardias de la galería, que pasaba por ahí en ese momento, se detuvo al verme.

—Pasa algo, señorita Lee? –preguntó. Se trataba de un hombre que me había ayudado a hacer un inventario y siempre tenía un trato amable conmigo.

—No, nada. Es que le traía un reporte a la señora Olivia.

—Lo lamento, señorita, ella se fue a las siete. Yo mismo la acompañié a su coche.

Sentí como si un balde de agua fría me hubiera caido
Sancio, las piernas me temblaban por el habmbre, el cansancio el coraje y la decepcion.

🌟🌟🌟

—Te ves agotada, Ana –dijo mirándome por un par de segundos y regresando luego la vista a su papeleo

–Estaba en una bodega.

—Lo sé, me dijo Olivia y no quise interrumpirte Aunque ella a veces sea una mujer difícil, como va te habrás dado cuenta, te encargó algo importante que a cualquier persona le habría pedido al año de estar en la oficina. Break Out se mantendrá aquí solo unas semanas para artistas y galeristas, después la llevarán a París. Es uno de los proyectos consentidos de Olivia.

—A veces no la entiendo, Sebastian –dije, sentándome en mi lugar. Sentía que tenía que sacar eso con alguien, y aunque Sebastian era mi jefe, si no se lo comentaba mi molestia iría em aumento–. Es como si a veces estuviera enojada conmigo así, de repente, y otras, me da estas
tareas tan importantes y me hace pensar que le gusta mi trabajo, que ve algo en mí que le da confianza.

—Olivia es impredecible –contestó él–, pero eso no significa que sea mala persona. Es una mujer muy perfeccionista, calcula cada detalle, tiene un temple de acero y por eso está en el lugar que ocupa. Tú y ella son muy parecidas, Ana, tienen un carácter similar, por algo te seleccionó entre tantas opciones. Me consta que eres muy fuerte,
podrás con esto y más, incluidos sus cambios de humor.

—Esos son los que más me preocupan.

Volví a ver mi reloj. El tiempo se pasaba volando, apenas tendría oportunidad de mandar un par de correos antes de salir de la oficina. Había quedado en ir al cine con unas amigas de la academia. Desde que estaba en la galería veía menos a mis amigos de la escuela, y aunque no salíamos contanta frecuencia porque cada quien tenía un trabajo o actividades fuera de las clases, me gustaba convivir con ellos cada vez que existía la oportunidad.
 
Antes adoraba ir al cine, y mucho antes, cuando todavía estaba con Pablo, era una de nuestras salidas más recurrentes. Mi cambio de vida y de país no me habia restado ese gusto. Rápidamente me retoqué el labial y pasé un minicepillo por mi cabello antes de despedirme de Sebastian y pensar qué cafetería me quedaba en el camino, porque no podría aguantar dos horas viendo una película si antes no me tomaba un café expreso.


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¿Qué les ha parecido el capitúlo?

Finalmente Soy Yo • Lesslie PolinesiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora