2. F•24 ¹

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Los dos primeros años en Nueva York pasaron muy rápido. Me acostumbré a levantarme súper temprano para ir del departamento a la academia de artes y pasar la tarde con clases adicionales o algún empleo de medio tiempo. Tenia que hacerlo acompañada de mi taza de café, si no la energía no me alcanzaba, porque las calles siempre están llenas de personas. Manejar el coche también es una aventura de alto riesgo y hay que tener los ojos muy abiertos en todo momento. Ya entendía a los personajes de las series y peliculas que Lisa y yo veíamos los fines de semana en nuestro antiguo hogar.

     Un viernes por la tarde regresé a casa con una pequeña escultura de arcilla que habia modelado en mi clase de expresión clásica y artística. Fue una odisea que llegara en buen estado, porque aunque ya se habia secado, seguia un poco
húmeda por dentro y a medio camino comenzó a llover, así que el clima podría hacer que perdiera forma. La materia de escultura era reciente, había comenzado a trabajar con arcilla pero ya modelaba piezas con otros materiales; me sentía
cómoda haciéndolo, aunque sabía que necesitaba muchisimas horas de práctica para llegar a tener los resultados que yo esperaba, o sea, piezas perfectas.

Hanna veía una pelicula en la sala de la casa. Cuando me vio entrar empapada por haber cubierto la pieza con mi abrigo, se levantó del sofá y me dio una manta.

—Me encanta! –dijo cuando puse sobre la mesa la escultura, que era un modelo de mis manos sosteniendo una hoja.

—Aun me falta trabajar los detalles –contesté, tiritando de frio mientras trataba de entrar en calor con un capuchino que Hanna acababa de prepararme en la máquina de la cocina

—Quiero que de verdad parezca una copia idéntica
de mis manos.

—Pues yo la veo muy bien, pero que sea lo que la artista quiera. En eso somos iguales, Ana: aunque el coreógrafo diga que tengo una secuencia bien montada, desde el orden de los movimientos hasta la sincronización con el cuerpo de baile, si no está cronometrada a la perfección, no descanso.

Y era cierto, Hanna era muy disciplinada en sus estudios de baile, y mucho más cuando había una audición pronto.
-Por cierto, te llegó un sobre -dijo, y fue a la cocina. Me lo dio y, por la textura tan fina del papel las letras muy tió doradas, sabía de qué se trataba. El corazón me latia rápido cuando lo abrí y leí para mí misma:

-Por cierto, te llegó un sobre -dijo, y fue a la cocina. Me lo dio y, por la textura tan fina del papel las letras muy tió doradas, sabía de qué se trataba. El corazón me latia rápido cuando lo abrí y leí para mí misma:

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Estimada señorita Ana Lee:
Para nosotros es un gusto hacer de su Conocimiento que, después de revisar su curriculum y el portafolio de su trabajo, usted ha sido aceptada como asistente en la Galería de Arte Contemporáneo F•24, en Manhattan.
La esperamos para la entrevista personal en nuestras instalaciones el próximo lunes a las 12 del día. Será un gusto que pertenezca a nuestro equipo de trabajo. Reciba un saludo, Galería de Arte Contemporáneo F•24.

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—iNo puede seeeer! –grité. Estaba muy emocionada– Nooo pueeede seeer. Esto lo tengo que enmarcar.

Hanna me miraba un poco intrigada. Volví a leer la cartaen voz alta. Cuando terminé, aplaudió y me abrazó.

—Te dije que ese lugar sería para ti –dijo Hanna–. tenemos que celebrar esto, por lo menos con más capuchino y algunas galletas que debo tener por aquí.

—Esto es increíble –contesté–. Mis demás compañeras  de grupo también se están incorporando a trabajar en galerias, museos o como asistentes de algunos artistas, Pero
desde que llegué aquí me puse la meta de entrar al mej lugar en el mundo del arte, ¡y lo consegui!

Finalmente Soy Yo • Lesslie PolinesiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora