5. Break Out ³

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⭐⭐⭐

Los días previos al viaje fueron una tortura. Olivia no me daba tiempo ni de comer. Su actitud había cambiado. Yo entendía que la exposición en París era importante y tenía una gran responsabilidad al ir como su asistente, pero a veces sentía que sus exigencias estaban fuera de lugar. La admiraba mucho como galerista, incluso sentía algo de afinidad con su carácter fuerte y su forma de ser tan perfeccionista, pero necesitaba respirar un poco entre cada tarea nueva. Olivia me tenía de un lado al otro por toda la galería: pedía reportes de prensa de último minuto y no quería que otros compañeros hicieran lo que me encargaba, aunque ya me hubiera saturado todo el día con peticiones sin sentido; incluso me manda por material a las bodegas, sabiendo que había personas encargadas de esas tareas.

En una ocasion, cuando ya no podía avanzar más por el peso de seis carpetas enormes llenas de información que Olivia dijo necesitar urgentemente, me senté en las escaleras principales de la galeria, cosa que nunca hacía. Debía tomar aliento, faltaba poco para llegar a la sala de juntas, donde se suponía que debía dejarlas. Estaba en el suelo a punto de levantarme cuando Dylan pasó a mi lado y lo saludé.

No le pedí ayuda ni le dije que su madre se había encaprichado en que le levara las carpetas. El no me contestó, me miró como si no me conociera y siguió su camino.

-Son igual de groseros y fríos con todo el mundo -me
dije en un susurro-. En qué momento pensé que él sería diferente a su madre.

Cuando cumplí con mis obligaciones, terminé con un
dolor de brazos horrible. No había podido avanzar nada en la obra en la que trabajaba en la bodega, por más temprano que llegara y tarde que me fuera. Sabía que los sacrificios valian la pena, pero a muy alto costo. Mi trabajo me gustaba y hacía todo con mucho gusto, aunque fuera lo más cansado del mundo, como llevar documentos de un lado a otro de la galería y verme siempre impecable.
Ya preparaba mis cosas para irme una hora antes de lo cual cuando vi de lejos a Dylan y Olivia. No tenia animo de encontrarlos de frente y salir de la galería al mismo tiempo que ellos asi que me quedé cerca de una columna de modo que no pudieran verme. Los escuché claramente:

-Dylan, hijo, veré a Max y a su esposa, están de visita en la ciudad, ¿quieres acompañarme un momento? -preguntó Olivia con una voz totalmente distinta, la de una madre que no puede mantenerse molesta con su hijo más de una hora.

-Sí, mamá, voy, pero solo un momento porque me esperan a las ocho y media -contestó él, con el tono amable y sincero con el que a veces, muy pocas, pero a veces, me saludaba.

-Muy bien. Les llamo para avisarles que ya vamos para allá -dijo Olivia, y salió después de que Dylan le abriera la puerta de la galería.

Cuando ya no estaban a la vista, di un largo suspiro antes de salir a la calle. Olivia y Dylan eran incomprensibles para mí.

⭐⭐⭐


Esa noche soñé con mis padres. Cuando era niña, muy pequeña aún, había tenido algunas pesadillas del accidente, pero con el tiempo se fueron perdieron hasta quedar únicamente como recuerdos nebulosos. Mi carácter cambió mucho con los años: pasé de ser una niña introvertida que se entretenía dibujando y pintando a una adolescente caprichosa acostumbrada a hacer su voluntad. Algo dentro de mí me decía que debía ser fuerte ante el mundo, nunca dejarme opacar por nadie, ser selectiva en mis decisiones y mantenerme firme cada vez que tenía un deseo.

A veces ese carácter duro traía consigo malas consecuencias, pero si no hubiera formado parte de mi personalidad.

-100-

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Hemos llegado a la página 100 del libro 🥳

Finalmente Soy Yo • Lesslie PolinesiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora