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Antes de que terminara la semana, ya estaba exhausta. Si eran días de entrenamiento, en la galería se lo habían tomado demasiado en serio: debía atender las llamadas directas para Sebastian mientras él regresaba de Chicago,
supervisar los envíos de algunas obras de arte dentro de Nueva York y hacer reportes de las que se mandaban fuera del país, seguir las noticias relacionadas con la galería para pasar un informe a Olivia, ir al taller de la galería para saber cómo estaba el suministro de material, y eso sería mientras Sebastian estuviera fuera. Cuando él regresara, tendria más y nuevas obligaciones. Estaba un poco nerviosapensando si el tiempo me alcanzaria la siguiente semana cuando entrara de nuevo a la escuela, tuviera exámenes y reparara mi material para la exposición en la que quería concursar, pero tendria que ver cómo hacerle. Disfrutaba mucho mi vida en Nueva York, siempre tenía algo que hacer y no queria perderme de ello, aunque sabía que ahora mis prioridades irían cambiando. Mi sueño había sido entrar a F.24, lo había conseguido y no lo dejaría ir únicamente por no saber organizar mis actividades.
Volteé a ver el escritorio de enfrente. Continuaba vacío. Aún no conocía a mi jefe inmediato. Me levantéé por curiosidad y fui directo hacia los dos portarretratos, tal vez él estuviera en uno y podría saber cómo era físicamente. Para mi mala suerte, una foto era de un perrito, o perrita, porque tenía moño, y la otra era de una señora con un bebé,
tal vez eran él y su mamá.-Tendré que esperar hasta el lunes -me dije.
Cuando llegó la hora de irme a casa, preparé todo lo que debía estudiar durante el fin de semana y salí. Hice el recorrido a pie desde la galería, cerca del Museo de Arte Moderno, hasta el departamento en Madison Avenue 660 en
muy poco tiempo. El día anterior unas chicas de mi clase de Teoría del Arte me habían invitado a una cena pero no les confirme: algo me decía que iba a acabar exhausta despues de esa primera semana en la galería, y asi fue.
Solo desiaba llegar al departamento, dejar el material sobre la mesa y acostarme a descansar, tal vez después tuviera tiempo y ánimo para hacer algunos bocetos y relajarme un poco.-¡Traje pizza! -dijo Hanna cuando me vio entrar me la dieron en el ensayo de baile. Y hay helado en el refrigerador, tienes que recuperar energia.
-Claro que sí, es lo que más necesito ahora -contesté
dejándome caer en el sillón.
-¿Qué pasa? Por qué la felicidad? -preguntó Hanna.
-No es nada. Solo pensaba que hace más de dos años. cuando aún estaba en casa, no me hubiera imaginado que volvería cansadísima de mi trabajo en una galería como F•24. Esto es muy loco, ja, ja, ja.
-Y apenas es el principio -contestó Hanna, sirviéndo me una rebanada grande--. Eres inmparable, Ana.
-Ni siquiera yo me reconozco. Esta ciudad y su rutina me han cambiado por completo.
-Imagina cuando tengas novio, Ana. Si aún tienes
tiempo libre después de eso, te podrás graduar como neoyorkina con honores -ambas reímos.-No creo que suceda pronto -contesté.
-Sigues enamorada? Aquí podrías hallar a alguien tan fácil, eres muy bonita, inteligente, talentosa y con un corazón de acero.
-No, enamorada no. Mi relación con Pablo fue súper importante, pero ha quedado atrás, necesito dejarla atras. Ya no pienso en él de ese modo. Simplemente.. no se, como si hubiera puesto una barrera alrededor, por ahora no quiero volver a pasar por algo así.
-Entiendo. Pero una nunca sabe, Ana. Nuuunca
se sabe qué traerá el futuro. Yo conocí a un chico en uno de mis ensayos de teatro, pero solo hemos hablado un poco se llama Tom y es muy simpatico.-Hanna hizo una pequeña pausa, luego dijo-: Por cierto, qué pasó con la feria de arte en la que querias participar?-La convocatoria sigue vigente -respondí, se trataba de un gran acontecimiento para artistas jóvenes de todo Nueva York-. Pero no estoy segura, le he dado vueltas al tema, sobre todo ahora que tengo las tardes ocupadas. Este
año se expondrán esculturas y yo...En ese momento sonó mi celular, llamaba un número desconocido. Dudé en contestar, y al final oprimí el botón verde.
-Hola, hablo con Ana Lee? -dije que sí-. Escucha,
soy Sebastian, tu jefe directo. Disculpa que te marque al número personal, fue el que me dieron, nos lo proporcionaste cuando entregaste la documentación. Crees que podamos vernos para comer el domingo? Sé que no es tu horario de trabajo, pero estoy regresando de Chicago y hay
algunas cosas que debemos poner en orden antes del lunes. Me dijeron lo que pasó la noche del evento en la galería y quiero hablar de eso.Toda mi seguridad comenzó a moverse aceleradamente dentro de mi cuerpo. Sentí que la sangre se me helaba, pero contesté:
-Claro. Dime dónde y a qué hora.
Registré la información que me dio Sebastian y colgue.-Tienes toda la razón -le dije a Hanna-. Nunca sabemos nada del futuro.
El domingo fue un día soleado. El verano estaba en su mejor punto, así que Sebastian pidio vernos en la cafeteria Parliament en Central Park, muy cerca del Museo de Historia Natural. Caminé tranquila, prefería ir a pie que en coche para poder disfrutar del buen clima, estaba feliz de salir
sin prisas, aunque un poco nerviosa porque pensaba que el asunto del evento en la galería me traería problemas. No sabía qué le habían dicho a Sebastian, aunque podía imaginármelo. Me senté en una de las mesas de la calle y saqué
el cuaderno donde hacía bocetos. A punto de comenzar a dibujar, escuché que alguien me hablaba.-Ana, verdad? -asentí, y el hombre se sentó inmediatamente en la silla de enfrente-. No te levantes, soy Sebastian. Te reconocí de inmediato por la fotografía de tu currículum. Mucho gusto.
Sebastian era alto, delgado, con el cabello castaño claro no tan largo y un poco ondulado por encima de los hombros. Lo que más llamaba la atención de él, además de su estilo street style, tan impecable, a la moda y fresco, eran las facciones de la cara: nariz recta, mentón cuadrado, pomulos redondos. Cualquier fotógrafo lo hubiera querido
de modelo. Llevaba un tenue brillo rosa sobre los labios percibí olor a lavanda en su ropa o piel. Cargaba a la perrita de la fotografía en el escritorio, se llamaba Kimi, una pomerania color canela muy simpática. Rápidamente me dijo que aprovechaba lo hermoso del día para darle su paseo largo después de días sin verla.-Antes que nada, déjame decirte que llegando de Chicago me entere de lo que habia pasado en la recepción de Olivia.
-Sebastian... me da mucha pena. De verdad lo lamento, yo no sabia que....
-Nadie lo sabe. Estás trabajando en un lugar muy prestigioso, pero lleno de envidias, y estas cosas están a la orden del día.
-Fui con toda la intención de hacer mi mejor trabajo. Uno de los asistentes me dijo que no era necesario que me quedara, uno que se ve joven pero con el cabello lleno de canas plateadas. Después otra chica me lo confırmó.
-Uf, claro. Ese es Paul. Lleva años en la galería, es una arpía, pero nunca pasa de esas bromas pesadas, él tampoco pondría en riesgo su trabajo, créeme. Te hizo algo parecido a una novatada, pero no te preocupes, yo lo mantendré a raya y no se meterá contigo porque sería como meterse
en mi trabajo, y de ninguna forma permitiré que me saboteen.Me sentí tranquila escuchando a Sebastian. Algo en su voz tan firme me indicó que podía confiar en él, que sus palabras eran sinceras y todo mejoraría si prestaba atención a sus indicaciones.
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Finalmente Soy Yo • Lesslie Polinesia
RomanceEsta facinante historia de valentía y amor también nos muestra que las personas, al igual que los mejores materiales para esculpir, están hechas de capas y hay que ser un artista para descubrir la belleza que se encuentra debajo de todo ello. . 𝙀𝙨...