Capítulo 13

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Capítulo 13

El olor a antibióticos y desinfectante de pisos me estaba mareando horriblemente. Salí al patio del hospital antes de vomitar todo mi desayuno (apenas unos sorbos de café y media tostada) Hoy por fin le quitarían el yeso de la pierna a mi mamá y pronto volvería a trabajar con todos esos niños revoltosos que la adoraban. Susan amaba ser pediatra tanto como yo amaba la natación o mi papá las leyes, no estaba seguro de que a él le gustara la parte tediosa del trabajo pero estaba convencido de que se esforzaba mucho por defender las causas justas. Estaba en medio de mis pensamientos cuando una mano en mi hombro me distrajo.

—¿Qué sucede cariño? —preguntó mi mamá.

Me di la vuelta para encontrarme con los rostros de mis padres. Susan con sus lindos y brillantes ojos azules tan parecidos a los míos.

—Nada, estoy bien —contesté desganada.

—Dices eso, pero no lo parece —señaló mi papá.

—Estoy bien —repetí.

—De acuerdo hija, es fin de semana ¿Por qué no vamos a visitar a tu padrino? A menos que tengas planes con Quinn —dijo mi mamá.

No me apetecía ir al bar en absoluto, en especial porque había estado ahí ayer, pero me apetecía menos regresar a casa donde tenía montones de tareas por hacer y mucho en que pensar.

—Vamos —dije forzando una sonrisa.

Caminamos hasta el estacionamiento y mi papá levantó a mi mamá en sus brazos para sentarla en el asiento del copiloto, aunque ella insistía en que ya estaba mejor. De camino a las afueras del pueblo papá encendió la radio y comenzó a cantar Oh! Darling haciendo voces graciosas provocando que Susan soltara risitas, culpaba a mis padres por las altas expectativas que tenía del amor.

En el auto siempre sonaban The Beatles por alguna costumbre extraña que mi familia había adoptado, antes de darme cuenta aparcamos la camioneta detrás del bar y Will salió por la puerta trasera.

—¿A qué debo el honor? —preguntó mi padrino yendo a abrazar a mi padre.

—Mi esposa vuelve a caminar —señaló mi padre.

—¡Un milagro! —grito Will elevando a mi madre en sus brazos.

—¡Bájame, Schuster! —gruñó mi mamá.

Sonreí ante la escena.

—Pasen, tengo una intrusa en casa, pero estaba a punto de irse ¿verdad Jones? —dijo mirando a la morena.

Yo no la había visto hasta que mi padrino la señaló. Mi papá le lanzó una mirada acusadora pero mi padrino no parecía sentirse culpable de nada. Entramos al bar y bajamos las escaleras hasta el sótano donde Will había arreglado todo para que fuera su hogar.

—Pensé que nunca tendría el honor de hablar con usted señor Pierce —dijo Mercedes en cuanto nos vio.

La mire extrañada al igual que mi papá.

—¿Gracias? —exclamó inseguro él.

Mercedes soltó una risita nerviosa y corrió hasta el sillón donde había una mochila de color verde esmeralda que brillaba y saco un disco de vinilo donde estaba estampada una fotografía con los rostros de mi papá y de mi padrino junto con el entrenador Tanaka y el administrador Figgins.

—Soy su más grande fan, ¿me firmaría el disco? Solamente me faltaba la suya —dijo la morena.

Mi papá se sonrojo y mi mamá sonrió divertida.

—Parece que después de todo no fueron un fracaso —señaló mi mamá.

—Susan por favor, en nuestros tiempos fuimos los más grandes —gruño Will.

—Lo que te haga feliz cariño —dijo con condescendencia Susan

Reprimí una risita. Cuando mi papá terminó de firmar, todos nos sentamos en la mesa del centro a comer tarta de chocolate y té. La conversación fue amena hasta que sin querer hice un comentario desafortunado.

—La verdad es que quedé bastante sorprendida con su actuación, Will me dijo que no eran buenos.

Mercedes le lanzó una mirada asesina a mi padrino y se levantó del sillón de un brinco.

—Jones, no te pongas así. Ya lo habíamos discutido —intercedió Will.

—¡Somos fantásticos! No tiene nada de malo sonar como tus más grandes influencias —dijo a la defensiva la morena.

—Un buen artista tiene que encontrar su voz propia y dejar de hacer covers —refuto Will.

—Gran discurso abuelo, me marcho —anuncio saliendo con aire dramático de la escena.

—La hiciste enfadar —dijo papá negando con la cabeza.

—Iré con ella —anuncié.

—Brittany —llamó mi mamá.

La mire esperando sus siguientes palabras.

—No llegues tarde a casa ¿de acuerdo? —pidió.

—Claro —respondí.

BreadstixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora