Capítulo 36

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Capítulo 36

El matrimonio Lopez llegó al pueblo un día después del incidente. Maribel solo tenía atención para su pequeña que en esos momentos se encontraba estable y descansando en una habitación privada para observación. Pedro, en cambio, parecía dispuesto a hacer pagar a quien se atrevió a lastimar a su primogénita.

Tanaka, presintiendo los problemas legales que se avecinaban, hizo lo más lógico: llamar a mi papá en calidad de abogado. Fue así como comenzó una guerra intensa que duró demasiado tiempo. Los juicios en la corte eran cada vez más despiadados, siendo Figgins acusado de tentativa de homicidio contra Santana Lopez; Pedro estaba pidiendo también la cabeza de Tanaka por ser cómplice.

Las cosas se estaban saliendo de control, los Lopez no querían aceptar ningún tipo de trato.

Mi papá luchó con uñas y dientes para demostrar la inocencia de Figgins. Pedro presionaba al juez encargado del caso intentando sobornar o chantajear, por lo que mi papá hizo lo propio congraciandose con los miembros del tribunal. Ninguna de las dos partes jugó limpio al final. Cuando todo acabó, los ánimos y el dinero de todos los involucrados habían mermado.

—Pedro siempre nos guardó rencor por haber ganado el caso, y es que en realidad Figgins era inocente, pero ellos nunca lo vieron así —dijo Will—; tanto fue su desagrado que manchó la reputación de Figgins y Tanaka terriblemente, cualquiera que pensara en asociarse con ellos era inmediatamente marginado, era fácil para Lopez hacerlo con todo el poder que su apellido le traía...

La voz de mi padrino había tomado un tinte oscuro conforme iba avanzando el relato, al final esa oscuridad llenó el ambiente una vez que terminó de hablar. Permanecimos en silencio, cada una pensando en lo que acababamos de escuchar.

Miré la cara de Will que de pronto parecía haber envejecido tres años, ese tiempo parecía haber sido una época muy oscura para todos ellos. Mis ojos se movieron hacia Mercedes, todo en ella gritaba lo decepcionada que estaba, probablemente por el hecho de que sus ídolos se habían caído de su pedestal, su brazo aún rodeaba los hombros de Santana y cuando vi su rostro lo primero que sentí fue miedo; miedo de que Santana también terminará odiándome debido a lo que paso, que les diera la razón a sus padres y yo no podría culparla por eso, entonces terminaríamos separándonos para siempre.

—No es justo —dijo Santana finalmente.

La miré con nerviosismo, pendiente de sus siguientes palabras. Su rostro no me decía nada, de nuevo se había puesto su inescrutable máscara.

—No es justo que odien a Brittany por algo en lo que ni siquiera estuvo involucrada —soltó.

Suspiré con alivio, dejé el hielo en la mesa, que para aquel entonces ya se había derretido, y abracé a mi novia, Mercedes por su parte se apartó un poco para darnos privacidad.

—¿Por qué no sabía nada de esto? —preguntó Mercedes a mi padrino.

—Nos aseguramos de que todo fuera privado, nuestra fama ya había acabado de todas formas, y Pedro no quería ningún escándalo que manchara la reputación de su empresa.

—¿Qué vamos a hacer ahora? —preguntó mi novia deshaciendo el abrazo.

—Te prometí que iba a luchar por nuestra relación, Santana, mientras me quieras a tu lado eso es exactamente lo que voy a hacer —le dije con vehemencia mirándola a los ojos.

Entonces su máscara de frialdad se rompió y me miró con infinita ternura, parecía realmente conmovida, le sonreí. Estábamos por darnos un apasionado beso, cuando la voz de la morena nos interrumpió.

—Será mejor que me vaya, es obvio que necesitan privacidad —replicó Mercedes.

Santana la miró y sacudió la cabeza.

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